BEATRIZ
BAYCE
CUANDO
YA NO IMPORTE (*)
(Primera edición: revista Fundación Nº 1, 1994)
PRIMERA ENTREGA
1
/ EL TIEMPO SOLO
El texto reúne
recuerdos sin edad. El relator encabeza sus apuntes sólo con el día y el mes en
que los escribe, algunas veces para distinguir “días iguales, confundibles”,
otras para colocar, como en un cuadro, algún sueño lejano que pudiera hacer
suyo como cosa muy querida:
“Es
una fecha que me gustaría tenerla inmóvil durante la farsa de los días que se
acumulan…” (pág. 138).
No se trata de ubicar
la escena sino de salvarla de nuestro tiempo. Estas fechas incompletas, bastan
para registrar los hechos que ocurren en la ciudad que nació, como el mundo
mitológico, en una noche de primavera y sólo siguió viendo estaciones
intemporales, días luminosos, agobiantes o sombríos. Las variaciones climáticas
integran el tono de las situaciones vitales de ese otro mundo, de esas comarcas que el creador de Santamaría nos ha
acostumbrado a frecuentar.
John Carr, al
despedirse de Monte, su ciudad natal, se juró apuntar todo lo que fuera digno de
ser apuntado (pág. 31). A pocos días de ser abandonado por su mujer, le habían
ofrecido un destino que se cumpliría en un país desconocido: “no hacer nada y
ganar mucho dinero”. El texto destaca y reitera la palabra “destino”, cuya
expresa ambigüedad va a darnos la pauta de la condición bifaz del personaje.
Carr participa de una original dramatización de las ideas pitagóricas sobre la
estancia del alma en los infiernos y su retorno a la vida, como aproximación a
su aventura existencial.
Alguien que se decía
llamar “Profesor Paley”, condujo y no abandonó a Carr hasta que pisaron
Santamaría. Su presencia nos sugiere una personificación del Destino, del dios
que ordena y envía un guía para conducir el alma al lugar donde debe estar, como dice el Fedón platónico:
“Al
guía se le ha ordenado adonde tiene que llevarlos” (1)
Carr se deja llevar a
un tiempo inespacial cuyo recuerdo marca o hiere la existencia. Visualizado en
Santamaría, los hechos se ven ligados a fenómenos atmosféricos y a la condena
de un deterioro interminable. Pero en una duración
bergsoniana, el devenir puede ser cortado
por la eternidad (2).
Dos modos de la palabra van a modificar en las memorias
de Carr, el tiempo de Santamaría: la palabra de invocación y la palabra de
promesa.
“Sólo
nombrándola así me sería posible verla…” (pág. 143).
El nombre de Anamaría
tiene aquí un poder mítico de convocatoria, concepción arcaica creída por
muchos pueblos, especialmente desarrollada y válida para los egipcios:
pronunciar un nombre es formar con la voz su imagen espiritual (3), su
presencia inasible:
“Ahora
la tengo, toda ella Anamaría… Pero en vano, siempre en vano” (pág.
143).
Como “imagen que se
confunde con el objeto”, el nombre trae y se identifica con otros recuerdos
reconocibles de personas y de cosas. Entre ellas, la que más importa a la forma
del tiempo que queremos reconstruir, es el vestido de encaje blanco de la novia, el cual, más que al deterioro
y a la desesperanza, quedó ligado desde aquella historia de Moncha Insaurralde,
a “la palabra o promesa”, al compromiso inalterable, indestructible, imagen
intramundana de la eternidad:
“…palabra
o promesa… que caía y pesaba sin necesidad de ser dicha y de una vez para
siempre en la eternidad” (4).
Notas
(*) Juan Carlos Onetti, Cuando
ya no importe, Alfaguara Literaturas, Buenos Aires, 1993.
Para comprender Cuando ya no importe, es preciso conocer
la mitología sanmariana que Onetti ha ido construyendo a través de cuentos y
novelas. Y considerar la literalidad del texto como la visualización de un
contenido directamente inexpresable, que requiere la indagación de sus
significaciones.
1) Platón, Fedón, Diálogos, pág. 66, Espasa Calpe Argentina, Buenos Aires, 1962.
2) Henri Bergson, L’évolution
créatrice, Presses Universitaires, Paris, 1962.
3) A. Moret, El Nilo y la civilización egipcia, La
Evolución de la Humanidad, pág. 428, Editorial Cervantes, Barcelona, 1925.
4) Juan Carlos Onetti, La novia robada, Cuentos Completos. Pág.
353, Corregidor, Buenos Aires, 1974.
No hay comentarios:
Publicar un comentario