15/1/16

HUGO GIOVANETTI VIOLA

PURO VERSO (7)

primera edición: 1989 / segunda edición aumentada: 1999 / tercera edición aumentada (WEB): 2015



OCTAVA ENTREGA



CUATRO: EL CIELO ENTRE LOS DIENTES (1983-85) (1)



1


Temporada de poros abiertos al horror:
cada nervio quebrado es un salto del bosque
disfrazando a los hombres que me destronarán.

Aunque no haya robado el cetro de la dicha.



2


Hay una estrella rota en el fondo del cielo.

Se ha partido por ti.

Caminando en silencio debajo de la lluvia
la vida te recuerda que hay una maravilla
esperando por todos en el fondo del cielo.

No recuerdes el ojo apagado de la estrella.
Ni olvides la remota magnitud del perdón.

No digas que se ha roto.



3


Soñé mi despedida una mañana clara:
no en desesperación
pero sí desasiéndome / maravilladamente
del coágulo terráqueo.



4


No están los muertos. Puede que su recuerdo
nos cruce a las alturas del corazón del mundo.

Y haya otro corazón de otras alturas.

Pero los muertos no están en el mundo.


(para Washington  Carrasco y Cristina Fernández)



5


Hacer cruzar el sueño por entre una retícula
de ramas abrazadas: ver la trama del sol.

Y saber que no estamos solos / como creemos.



6 (Ramos)


I


Pasa tu infancia por el jueves gris:
un camino de barro manso y áspero
donde la lluvia muerde interminablemente
cáscaras de recuerdos exprimidos.

Tu fiesta personal se ha terminado.

Pero los ramos del domingo vuelven.


II


Recordarás el reino / clavado contra tu alma
en cuanto clarifiques que todo día fue abierto
a la justa medida de cada oscuridad.


III


Un hombre que organiza grandes palabras dulces
y las hace brillar desesperadamente / como si un maremoto
se azulara en los emigrados de un niño

jamás podrá entender por qué frente al madero
la Virgen le ofrendó una sonrisa de piedra.


IV


En el mural viviente que iluminó tu sangre
con la sed del espacio / estaba la pasión.

Por eso no agradezcas los ramos del festejo
sin recordar la suma fragante de tu muerte.


(para Jorge Boccanera)



7 (Ibargoyen)


Un hombre se arrodilla para morder la tierra
con la media ceguera de su mirada en ascuas.

Un hombre solo
muerde la canción en la sombra / con su hocico radiante
como al único hueso que ha podido salvar / definitivamente

de los perros del oro.

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