HUGO
GIOVANETTI VIOLA
PURO
VERSO (7)
primera edición: 1989 /
segunda edición aumentada: 1999 / tercera edición aumentada (WEB): 2015
OCTAVA ENTREGA
CUATRO:
EL CIELO ENTRE LOS DIENTES (1983-85) (1)
1
Temporada de poros
abiertos al horror:
cada nervio quebrado es
un salto del bosque
disfrazando a los
hombres que me destronarán.
Aunque no haya robado
el cetro de la dicha.
2
Hay una estrella rota
en el fondo del cielo.
Se ha partido por ti.
Caminando en silencio
debajo de la lluvia
la vida te recuerda que
hay una maravilla
esperando por todos en
el fondo del cielo.
No recuerdes el ojo
apagado de la estrella.
Ni olvides la remota
magnitud del perdón.
No digas que se ha
roto.
3
Soñé mi despedida una
mañana clara:
no en desesperación
pero sí desasiéndome / maravilladamente
del coágulo terráqueo.
4
No están los muertos.
Puede que su recuerdo
nos cruce a las alturas
del corazón del mundo.
Y haya otro corazón de
otras alturas.
Pero los muertos no
están en el mundo.
(para Washington Carrasco y Cristina Fernández)
5
Hacer cruzar el sueño
por entre una retícula
de ramas abrazadas: ver
la trama del sol.
Y saber que no estamos
solos / como creemos.
6
(Ramos)
I
Pasa tu infancia por el
jueves gris:
un camino de barro
manso y áspero
donde la lluvia muerde
interminablemente
cáscaras de recuerdos
exprimidos.
Tu fiesta personal se
ha terminado.
Pero los ramos del
domingo vuelven.
II
Recordarás el reino /
clavado contra tu alma
en cuanto clarifiques
que todo día fue abierto
a la justa medida de
cada oscuridad.
III
Un hombre que organiza
grandes palabras dulces
y las hace brillar
desesperadamente / como si un maremoto
se azulara en los
emigrados de un niño
jamás podrá entender
por qué frente al madero
la Virgen le ofrendó
una sonrisa de piedra.
IV
En el mural viviente que
iluminó tu sangre
con la sed del espacio
/ estaba la pasión.
Por eso no agradezcas
los ramos del festejo
sin recordar la suma fragante
de tu muerte.
(para Jorge Boccanera)
7
(Ibargoyen)
Un hombre se arrodilla
para morder la tierra
con la media ceguera de
su mirada en ascuas.
Un hombre solo
muerde la canción en la
sombra / con su hocico radiante
como al único hueso que
ha podido salvar / definitivamente
de los perros del oro.
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