22/2/16

ENCUENTRO CON LA SOMBRA

(El poder del lado oscuro de la naturaleza humana)

 Carl G. Jung / Joseph Campbell / Marie-Louise von Franz / Robert Bly / Ken Wilber / Nathaiel Branden / Sam Keen / Larry Dossey / Rollo May / M. Scott Peck / James Hillman / John Bradshaw y otros

Edición a cargo de Connie Zweig y Jeremiah Abrams


NONAGESIMOCTAVA ENTREGA


SÉPTIMA PARTE


26. LA CURACIÓN DEL MAL HUMANO  (1)


M. Scott Peck

Conocido psiquiatra de Connecticut que ha escrito libros tan populares como The Road Less Traveled; People of the Lie; The Different y la novela A Bed by the Window.


El problema del mal constituye un misterio tan difícil de resolver y las piezas del puzzle se hallan tan enredadas entre sí que aunque la investigación científica arroje cierta luz al respecto el mismo hecho de tratar de desentrañarlo suele agregar más confusión a la ya existente. Además, el asunto es de tal magnitud que ni siquiera resulta razonable esperar alcanzar otra cosa más que atisbar un ligero vislumbre de la imagen global. De hecho, como sucede con cualquier otro intento prematuro, la investigación científica termina suscitando más preguntas que respuestas nos ofrece.


En realidad no podemos separar el problema del mal del problema del bien ya que donde no existe bondad difícilmente podemos plantearnos siquiera el problema del mal.


Centenares de veces he escuchado la misma pregunta: “¿Por qué cree usted que existe tanto mal en el mundo Dr. Peck?” pero me resulta curioso que jamás me hayan preguntado “¿Por qué cree usted que existe el bien en el mundo?” Es como si creyéramos que el nuestro es un mundo naturalmente bueno que, de algún modo, hubiera sido contaminado por el mal. Pero si nos atenemos a las leyes de la naturaleza, el mal resulta más fácil de explicar que el bien porque la física nos dice que las cosas se deterioran. Lo que no resulta ya tan fácil de explicar es que la vida evoluciones asumiendo formas cada vez más complejas. Por otra parte, resulta fácilmente observable que los niños mienten, roban y engañan aunque algunos de ellos crezcan y terminen convirtiéndose en adultos de provecho. La pereza, por último, es bastante más frecuente que la diligencia. A la vista de todo lo anterior, la bondad resulta bastante más misteriosa que la maldad y si pensamos seriamente en ello quizás deberíamos modificar nuestras creencias y admitir que el nuestro es un mundo naturalmente malo que, de algún modo, hubiera sido “contaminado” misteriosamente por el bien.


El hecho de nombrar nos confiere cierto poder sobre la cosa nombrada ya que cuando sé su nombre conozco algo sobre las dimensiones de esa fuerza. Sólo cuando me siento seguro puedo permitirme el lujo de preguntarme sobre algo, de moverme hacia ello.



Para comenzar es necesario distinguir entre el mal y el pecado. La gente mala no se caracteriza especialmente por sus pecados sino por su sutileza, persistencia y consistencia de estos. El principal defecto del mal, pues, no radica en el pecado mismo sino en nuestra negativa a reconocerlo.

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