ENCUENTRO
CON LA SOMBRA
(El
poder del lado oscuro de la naturaleza humana)
Carl G. Jung / Joseph
Campbell / Marie-Louise von Franz / Robert Bly / Ken Wilber / Nathaiel Branden
/ Sam Keen / Larry Dossey / Rollo May / M. Scott Peck / James Hillman / John
Bradshaw y otros
Edición a cargo de Connie Zweig y
Jeremiah Abrams
NONAGESIMOCTAVA
ENTREGA
SÉPTIMA PARTE
26. LA CURACIÓN DEL MAL HUMANO (1)
M. Scott Peck
Conocido
psiquiatra de Connecticut que ha escrito libros tan populares como The Road Less Traveled; People of the Lie;
The Different y la novela A Bed by
the Window.
El
problema del mal constituye un misterio tan difícil de resolver y las piezas
del puzzle se hallan tan enredadas entre sí que aunque la investigación
científica arroje cierta luz al respecto el mismo hecho de tratar de
desentrañarlo suele agregar más confusión a la ya existente. Además, el asunto
es de tal magnitud que ni siquiera resulta razonable esperar alcanzar otra cosa
más que atisbar un ligero vislumbre de la imagen global. De hecho, como sucede
con cualquier otro intento prematuro, la investigación científica termina
suscitando más preguntas que respuestas nos ofrece.
En
realidad no podemos separar el problema del mal del problema del bien ya que
donde no existe bondad difícilmente podemos plantearnos siquiera el problema
del mal.
Centenares
de veces he escuchado la misma pregunta: “¿Por qué cree usted que existe tanto
mal en el mundo Dr. Peck?” pero me resulta curioso que jamás me hayan
preguntado “¿Por qué cree usted que existe el bien en el mundo?” Es como si
creyéramos que el nuestro es un mundo naturalmente bueno que, de algún modo,
hubiera sido contaminado por el mal. Pero si nos atenemos a las leyes de la
naturaleza, el mal resulta más fácil de explicar que el bien porque la física
nos dice que las cosas se deterioran. Lo que no resulta ya tan fácil de
explicar es que la vida evoluciones asumiendo formas cada vez más complejas.
Por otra parte, resulta fácilmente observable que los niños mienten, roban y
engañan aunque algunos de ellos crezcan y terminen convirtiéndose en adultos de
provecho. La pereza, por último, es bastante más frecuente que la diligencia. A
la vista de todo lo anterior, la bondad resulta bastante más misteriosa que la
maldad y si pensamos seriamente en ello quizás deberíamos modificar nuestras
creencias y admitir que el nuestro es un mundo naturalmente malo que, de algún
modo, hubiera sido “contaminado” misteriosamente por el bien.
El
hecho de nombrar nos confiere cierto poder sobre la cosa nombrada ya que cuando
sé su nombre conozco algo sobre las dimensiones de esa fuerza. Sólo cuando me
siento seguro puedo permitirme el lujo de preguntarme sobre algo, de moverme
hacia ello.
Para
comenzar es necesario distinguir entre el mal y el pecado. La gente mala no se
caracteriza especialmente por sus pecados sino por su sutileza, persistencia y
consistencia de estos. El principal defecto del mal, pues, no radica en el
pecado mismo sino en nuestra negativa a reconocerlo.
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