ENCUENTRO
CON LA SOMBRA
(El
poder del lado oscuro de la naturaleza humana)
Carl G. Jung / Joseph
Campbell / Marie-Louise von Franz / Robert Bly / Ken Wilber / Nathaiel Branden
/ Sam Keen / Larry Dossey / Rollo May / M. Scott Peck / James Hillman / John
Bradshaw y otros
Edición a cargo de Connie Zweig y
Jeremiah Abrams
NONAGESIMONOVENA
ENTREGA
SÉPTIMA PARTE
26. LA CURACIÓN DEL MAL HUMANO (2)
M. Scott Peck
La
gente mala puede ser rica o pobre, educada o inculta, no hay nada raro en
ellos. No suelen ser criminales sino “ciudadanos honrados”: maestros de
escuela, policías, banqueros y miembros de la asociación de padres de alumnos.
¿Pero
qué es lo que estamos diciendo? ¿Cómo pueden ser malos si no se trata de
criminales? Es cierto que cometen “crímenes” contra la vida y la vitalidad pero
-si exceptuamos aquellos casos contados en los que alcanzan un poder político
extraordinario que les exime de las limitaciones ordinarias, como en el caso de
Hitler, por ejemplo- sus “crímenes” son tan sutiles y silenciosos que
difícilmente podrían ser calificados como criminales.
Durante
mucho tiempo he estado trabajando en cárceles con criminales pero muy pocas
veces he tropezado con personas a las que pudiera calificar de personas
malvadas. No niego con ello, que no sean destructivos y que, en muchos casos,
reincidan en sus acciones, lo único que estoy afirmando es que su
destructividad suele ser fortuita. Además, aunque habitualmente nieguen la
responsabilidad de sus acciones ante la autoridad suelen también ser sinceros
al respecto. Desde su punto de vista el mismo hecho de estar encarcelados
constituye una prueba incuestionable de su “honestidad criminal”. Para ellos la
verdadera maldad se halla fuera de la cárcel. Obviamente estas declaraciones de
inocencia son autojustificaciones pero también suelen encerrar, en mi opinión,
verdades muy notables.
Los
delincuentes habituales suelen estar calificados con algún tiempo de
diagnóstico psiquiátrico que abarca, en términos profanos, desde la locura
hasta la impulsividad, pasando por la agresividad y la falta de conciencia
moral. Los hombres y las mujeres de los que estoy hablando, por el contrario,
no presentan defectos tan manifiestos ni caen con tanta nitidez en los
casilleros nosológicos de la psiquiatría, lo cual no significa, sin embargo,
que su maldad sea saludable sino que todavía no hemos elaborado una definición
clara de su enfermedad.
Además
de esta distinción entre personas malvadas y delincuentes habituales también
deberíamos diferenciar entre las malas acciones y la maldad como un rasgo de la
personalidad. Dicho en otras palabras, el que una persona cometa malas acciones
no significa que se trate de una persona malvada. Todos nosotros realizamos
malas acciones sin que ello signifique necesariamente que seamos malvados.
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