LA CONVERSACIÓN CONSIGO
MISMO DEL
MARQUÉS CARACCIOLI
EL
LIBRO QUE JOSÉ GERVASIO ARTIGAS RELEÍA TODOS LOS DÍAS EN IBIRAY
por
Pedro Gaudiano
(Capítulo VII de Artigas católico, segunda edición
ampliada con prólogo de Arturo Ardao, Universidad Católica, 2004)
SEGUNDA ENTREGA
3
/ La dedicatoria autografiada por Artigas a Yegros
En la página que sigue
al prólogo de La conversación consigo
mismo, se lee la siguiente dedicatoria: “A mi Ex(celentísi)mo amigo
T(enien)te de Cab(a)lle(ría / D(o)n Rómulo José de Yegros / S(a)ntísi)mma
T(rini)dad. Mayo 14 de 1850. / (Firmado y rubricado:) José Artigas”.
Pocos meses antes de
morir, pues, Artigas obsequió y dedicó este libro al teniente Yegros. Este
gesto no sólo pone de manifiesto la actitud de desprendimiento del Prócer, sino
también el alto grado de aprecio que sentía hacia su joven amigo.
La tinta con que está
escrita la dedicatoria es de época. La firma es idéntica a la de Artigas. La
procedencia es insospechable: el libro fue traído a Montevideo en diciembre de
1930 por Enriqueta Yegros, que venía a cursar Magisterio en la capital
uruguaya. Debajo de la dedicatoria autografiada por Artigas, se puede leer la
siguiente leyenda:
“Hago
donación / de esta reliquia / á la Biblioteca / del Congreso Legislativo / de
la R. O. del Uruguay en / homenaje de la sanción / de devolución de los Trofeos
/ de guerra de mi país la / República) del Paraguay. / Asunción, Diciembre de
1930. / (Firmado y rubricado:) Fulgencio Yegros. Capitán del Ejército /
Paraguayo”.
Rómulo José de Yegros
era hijo de Fulgencio Yegros: prócer de la independencia paraguaya, con el cual
Artigas había trabado amistad a raíz de las invasiones inglesas (10). En
efecto, 500 paraguayos, bajo el mando de Espíndola, lucharon en Montevideo
contra los ingleses, cuando estos abrieron una brecha en la muralla de la
ciudad y, el 3 de febrero de 1807, se adueñaron de la plaza. Uno de aquellos
paraguayos fue el alférez Fernando de la Mora (11), quien dedicó a Artigas un
acróstico titulado “Recuerdo del amigo Fernando de la Mora a Don José G.
Artigas” (vid. Apéndice 4). Fulgencio Yegros también le dedicó a Artigas un
acróstico titulado: “Al Amigo Ilustre Don José Artigas, Militar Valiente”, con
motivo de su triunfo en Las Piedras (vid. Apéndice 5). Como respuesta, Artigas
le dictó a su fiel asistente Joaquín Lenzina, más conocido por Ansina, el
acróstico titulado “Al Tribuno Paraguayo Fulgencio Yegros, del Compañero
Oriental” (vid. Apéndice 6). Las tres composiciones estimularon a Daniel y
Víctor Hammerly a investigar las relaciones de Artigas con Yegros y De la Mora.
“Gracias
a esa investigación se puso seguir el hilo de Ariadna que permitió entrar y
salir del laberinto formado por las noticias confusas acerca de los motivos que
determinaron a Artigas a entrar al Paraguay. Estos no fueron, como generalmente
se dice, los de un renunciamiento impuesto por circunstancias adversas, siendo
que rehusó el asilo generosamente ofrecido por el representante de los Estados
Unidos, sino el propósito de llevar a la realización el vasto plan de derrocar
al Dictador Perpetuo e incorporar ese país a una gran República Federal que
debía abarcar a todas las antiguas Provincias del Virreinato del Río de la
Plata” (12).
En ese sentido, es
sugestivo un documento que dio a conocer Gadea en 1945. Se trata de un
expediente de 1830, en el cual se lee lo siguiente:
“Es
notorio (…) y como tal se alegó que en los años de 19 a 20, corrió muy
sostenidamente la noticia de que el general Artigas venía del Paraguay a esta
Banda Oriental, con fuerzas numerosas (7.000 paraguayos y 5.000 indios) a
arrojar de ella la dominación y fuerzas portuguesas. Este concepto halló la
mejor acogida en los ardientes deseos de los orientales por su Independencia, y
a favor de este ardor se sostenía la política de los buenos Patriotas.
Los
Srs. Santiago y Dn. Pablo Velázquez, que entonces obraban activamente a favor
de las libertades de este país, y también Dn. Ant(onio) Dias asi lo aseveran en
sus cartas reconocidas de f(olio)s 185 y 186” (13).
Artigas y Yegros, pues,
habrían conspirado contra el dictador Francia (14). La conspiración se habría
iniciado en 1818. Se resolvió asesinar a Francia el viernes santo de 1820,
cuando saliera por la tarde a dar su habitual paseo. Pero un tal Juan Bogarín,
al confesarse con Fray Anastasio Gutiérrez le explicó los detalles del plan.
Algunos afirman que el sacerdote no mantuvo el secreto de confesión y que se lo
reveló a Francia (15); pero eso no es verdad. Lo que sucedió fue que “el
sacerdote Gutiérrez le exigió a Bogarín que denunciara en el día el plan al
Dictador, pues como buen cristiano, tratándose de un crimen que se iba a
cometer, no debía de ninguna manera participar de él y pudiéndolo evitar haría
una buena acción. / Bogarín no sabía cómo podía llegar hasta el Dictador sin
ser visto; pero el P. Gutiérrez lo llevó esa misma tarde a la oración, a
presencia del Dictador, a quien le repitió todo lo que le había expuesto a Fray
Anastasio Gutiérrez” (16)
El dictador mandó
encarcelar a todos los conspiradores, entre ellos los Yegros, Iturbe, Aristegui
y Acosta. El descubrimiento de esta conspiración, según Cardozo, “señaló el
comienzo del terror” (17). Se usó la tortura para obtener los nombres de otros
cómplices. El 17 de julio de 1821 fue fusilado Fulgencio Yegros, el jefe
militar de la Revolución. Hasta el 28 de julio siguiente “el total de fusilados
fueron 68” (18). Aquellas personas eran “lo más caracterizado de la sociedad
paraguaya. No quedó ninguna cabeza saliente; desaparecieron las fortunas.
Francia gobernó, desde ese momento, solo y sin rivales” (19).
La amistad entre
Artigas y Yegros puede considerarse el punto de partida de la fraternidad
uruguayo-paraguaya (20). Así lo expresa Juan E. O’Leary:
“Artigas
era el Uruguay que iba a nacer. Yegros el Paraguay que se acercaba. Los dos
confundidos en el heroísmo, abrazados en el peligro, juntos antes de la muerte,
eran como una revelación de nuestro destino, anudaban lazos que nunca se habían
de romper, señalaban rumbos al porvenir. / Yegros y Artigas sellaban así, al
pie de los muros de Montevideo, un pacto que todas las vicisitudes de nuestra
tormentosa existencia no habían de destruir. / Y la sangre de nuestro héroe,
herido de muerte en la batalla, rubricó aquel épico encuentro de dos pueblos,
aquella fusión de dos razas, aquella comunión de dos patrias en un solo ideal
de libertad. / He aquí el punto de partida de esta corriente de hondo afecto y
de inquebrantable simpatía que nos une, suprimiendo distancias, haciendo rimar
los latidos de nuestro corazón en una indestructible fraternidad”. (21)
Secundino Vázquez, que
fuera director de la Biblioteca del poder Legislativo del Uruguay, al igual que
destacados historiadores, sostiene que el libro La conversación consigo mismo perteneció efectivamente a Artigas y
que fue dedicado por él al teniente Yegros. Otros, sin embargo, sostienen que
la dedicatoria es apócrifa, porque la firma de Artigas aparece idéntica a la de
su juventud, sin los temblores del pulso de un anciano. Sin embargo, como bien
destaca Petit Muñoz, la letra y la firma de los viejos fuertes -como por
ejemplo las de Eduardo Acevedo y Pablo de María- suelen mantenerse idénticas a
las de épocas anteriores. Y es sabido que la fortaleza de Artigas fue
excepcional, aún en sus últimos años de vida (22).
Actualmente las
autoridades de la Biblioteca del poder Legislativo del Uruguay también
consideran que la firma de Artigas es auténtica. De hecho, el libro La conversación consigo mismo llegó a
estar expuesto en la sala de consulta de la mencionada Biblioteca. Según se nos
ha informado, fue retirado en 1999 y guardado con máxima seguridad. Sin
embargo, aún hoy puede apreciarse, en la vitrina central de la sala de lectura,
una foto ampliada de la dedicatoria firmada por Artigas a Yegros.
El Prócer, pues, meditó
en su soledad acerca de la etapa final de su vida, siguiendo a un célebre autor
francés que le invitaba a conversar consigo mismo y a descubrir que el alma “por
todas partes cumple con la obligación de excelente maestro y fiel amigo” (23).
Notas
(11) Fernando de la
Mora (1875-1830), considerado por muchos paraguayos como el “númen de la
revolución de mayo de 1811” y “la pluma y cerebro del nuevo gobierno”. Fue uno
de los cinco que integraron la Junta Superior Gubernativa del Paraguay. Como
vocal secretario redactó la mayor parte de las notas oficiales, instrucciones y
cartas de dicha Junta. En el Archivo Nacional de Asunción se guarda una
colección de cartas cambiadas entre De la Mora y Artigas, vid. Ibid., t. II, pp. 826-827.
(12) Ibid., t. I, p. 31.
(13) Archivo del
Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Civil de 1er Turno, Legajo Año 1830,
Expediente Nº 24 caratulado “D. Francisco Javier Echenique con D. Nicolás
Gadea, fol. 80. La cita se realizó en base a Juan A. GADEA, Informe a la Comisión Nacional Archivo
Artigas, Montevideo, División Imprenta del Departamento de Estudios
Históricos del E(stado) Mayor del E (jército) 1975, pp. 37 y 41; el texto
transcripto, en ibid., p. 44.
(14) Ya en 1815 Artigas
escribió a Manuel Cavañas para que aprontase gente en la cordillera, porque
pensaba tomar el Paraguay. Además le pidió que Cavañas escribiese a Fulgencio
Yegros para que se pusiera gente en la costa del Paraná. El dictador Francia
condenó a Cavañas después de muerto, por decreto del 12 de agosto de 1833. Los
documentos del Sumario instruído a Don
Manuel Cavañas, Artigas y otros por supuesta conspiración contra el Dictador
del Paraguay doctor Gaspar Rodríguez de Francia, fueron publicados en 1909,
vid. Alfredo SILVA Y ANTUÑA, Malquerencia
del dictador Francia respecto al General Artigas, en “Revista Histórica”
(Montevideo) t. II, nº 4 (1909) 194-210, 197-210.
(15) Vid. Por ejemplo
P. LAMY DUPUY, Artigas en el cautiverio….
Pp. 108-113; D. HAMMERLY DUPUY, Rasgos
biográficos…, p. 259. Según otro autor, Artigas “conocía el ambiente de
descomposición que lo rodeaba, del que era fiel ejemplo la traición y la
delación, que ya, como en el caso de Bogarín, delatado por aquel Fray Anastasio
Gutiérrez, había invadido hasta los escaños de los confesionarios”, Agustín
RODRÍGUEZ ARAYA, La generosidad del
prócer oriental, en “El Día. Suplemento Dominical” (Montevideo) 28 de mayo
1950, pp. (6-7, 7).
(16) F. WISNER, El dictador…, p. 99.
(17) E. CARDOZO, Paraguay independiente…, p. 60.
(18) F. WISNER, El dictador…, p. 112.
(19) E. CARDOZO, Paraguay independiente…, p. 60.
(20) Sobre el
desarrollo de la fraternidad uruguayo-paraguaya en la época de Artigas, vid. E.
DE SALTERAIN Y HERRERA, Artigas…, pp.
10-14. De la abundante documentación
acerca de las relaciones de Artigas con el Paraguay, vid. AA t. VIII, pp. 70-141; t. IX, pp. 128-131.
(21) Juan E.0`LEARY (Discurso en la Universidad Nacional, Asunción,
14 abril 1923), en: A. IRALA - S. BARBIERI, Paraguay-Uruguay…,
p. 64.
(22) Cfr. E. PETIT
MUÑOZ, Valoración de Artigas…, pp.
273-274. Salterain y Herrera, si bien atribuye la autoría de la dedicatoria a
Artigas, afirma que los “caracteres de nombre y rúbrica, no son los habituales
de Artigas, en sus oficios públicos conocidos, bien que estos últimos alcanzan
hasta el año de 1820, treinta años antes de ña fecha de la dedicatoria”, E. DE
SALTERAIN Y HERRERA, Artigas… p. 38.
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