6/9/16

LA CONVERSACIÓN CONSIGO MISMO DEL MARQUÉS CARACCIOLI

EL LIBRO QUE JOSÉ GERVASIO ARTIGAS RELEÍA TODOS LOS DÍAS EN IBIRAY

por Pedro Gaudiano

(Capítulo VII de Artigas católico, segunda edición ampliada con prólogo de Arturo Ardao, Universidad Católica, 2004)


SEGUNDA ENTREGA



3 / La dedicatoria autografiada por Artigas a Yegros



En la página que sigue al prólogo de La conversación consigo mismo, se lee la siguiente dedicatoria: “A mi Ex(celentísi)mo amigo T(enien)te de Cab(a)lle(ría / D(o)n Rómulo José de Yegros / S(a)ntísi)mma T(rini)dad. Mayo 14 de 1850. / (Firmado y rubricado:) José Artigas”.


Pocos meses antes de morir, pues, Artigas obsequió y dedicó este libro al teniente Yegros. Este gesto no sólo pone de manifiesto la actitud de desprendimiento del Prócer, sino también el alto grado de aprecio que sentía hacia su joven amigo.


La tinta con que está escrita la dedicatoria es de época. La firma es idéntica a la de Artigas. La procedencia es insospechable: el libro fue traído a Montevideo en diciembre de 1930 por Enriqueta Yegros, que venía a cursar Magisterio en la capital uruguaya. Debajo de la dedicatoria autografiada por Artigas, se puede leer la siguiente leyenda:


“Hago donación / de esta reliquia / á la Biblioteca / del Congreso Legislativo / de la R. O. del Uruguay en / homenaje de la sanción / de devolución de los Trofeos / de guerra de mi país la / República) del Paraguay. / Asunción, Diciembre de 1930. / (Firmado y rubricado:) Fulgencio Yegros. Capitán del Ejército / Paraguayo”.


Rómulo José de Yegros era hijo de Fulgencio Yegros: prócer de la independencia paraguaya, con el cual Artigas había trabado amistad a raíz de las invasiones inglesas (10). En efecto, 500 paraguayos, bajo el mando de Espíndola, lucharon en Montevideo contra los ingleses, cuando estos abrieron una brecha en la muralla de la ciudad y, el 3 de febrero de 1807, se adueñaron de la plaza. Uno de aquellos paraguayos fue el alférez Fernando de la Mora (11), quien dedicó a Artigas un acróstico titulado “Recuerdo del amigo Fernando de la Mora a Don José G. Artigas” (vid. Apéndice 4). Fulgencio Yegros también le dedicó a Artigas un acróstico titulado: “Al Amigo Ilustre Don José Artigas, Militar Valiente”, con motivo de su triunfo en Las Piedras (vid. Apéndice 5). Como respuesta, Artigas le dictó a su fiel asistente Joaquín Lenzina, más conocido por Ansina, el acróstico titulado “Al Tribuno Paraguayo Fulgencio Yegros, del Compañero Oriental” (vid. Apéndice 6). Las tres composiciones estimularon a Daniel y Víctor Hammerly a investigar las relaciones de Artigas con Yegros y De la Mora.


“Gracias a esa investigación se puso seguir el hilo de Ariadna que permitió entrar y salir del laberinto formado por las noticias confusas acerca de los motivos que determinaron a Artigas a entrar al Paraguay. Estos no fueron, como generalmente se dice, los de un renunciamiento impuesto por circunstancias adversas, siendo que rehusó el asilo generosamente ofrecido por el representante de los Estados Unidos, sino el propósito de llevar a la realización el vasto plan de derrocar al Dictador Perpetuo e incorporar ese país a una gran República Federal que debía abarcar a todas las antiguas Provincias del Virreinato del Río de la Plata” (12).


En ese sentido, es sugestivo un documento que dio a conocer Gadea en 1945. Se trata de un expediente de 1830, en el cual se lee lo siguiente:


“Es notorio (…) y como tal se alegó que en los años de 19 a 20, corrió muy sostenidamente la noticia de que el general Artigas venía del Paraguay a esta Banda Oriental, con fuerzas numerosas (7.000 paraguayos y 5.000 indios) a arrojar de ella la dominación y fuerzas portuguesas. Este concepto halló la mejor acogida en los ardientes deseos de los orientales por su Independencia, y a favor de este ardor se sostenía la política de los buenos Patriotas.


Los Srs. Santiago y Dn. Pablo Velázquez, que entonces obraban activamente a favor de las libertades de este país, y también Dn. Ant(onio) Dias asi lo aseveran en sus cartas reconocidas de f(olio)s 185 y 186” (13).


Artigas y Yegros, pues, habrían conspirado contra el dictador Francia (14). La conspiración se habría iniciado en 1818. Se resolvió asesinar a Francia el viernes santo de 1820, cuando saliera por la tarde a dar su habitual paseo. Pero un tal Juan Bogarín, al confesarse con Fray Anastasio Gutiérrez le explicó los detalles del plan. Algunos afirman que el sacerdote no mantuvo el secreto de confesión y que se lo reveló a Francia (15); pero eso no es verdad. Lo que sucedió fue que “el sacerdote Gutiérrez le exigió a Bogarín que denunciara en el día el plan al Dictador, pues como buen cristiano, tratándose de un crimen que se iba a cometer, no debía de ninguna manera participar de él y pudiéndolo evitar haría una buena acción. / Bogarín no sabía cómo podía llegar hasta el Dictador sin ser visto; pero el P. Gutiérrez lo llevó esa misma tarde a la oración, a presencia del Dictador, a quien le repitió todo lo que le había expuesto a Fray Anastasio Gutiérrez” (16)


El dictador mandó encarcelar a todos los conspiradores, entre ellos los Yegros, Iturbe, Aristegui y Acosta. El descubrimiento de esta conspiración, según Cardozo, “señaló el comienzo del terror” (17). Se usó la tortura para obtener los nombres de otros cómplices. El 17 de julio de 1821 fue fusilado Fulgencio Yegros, el jefe militar de la Revolución. Hasta el 28 de julio siguiente “el total de fusilados fueron 68” (18). Aquellas personas eran “lo más caracterizado de la sociedad paraguaya. No quedó ninguna cabeza saliente; desaparecieron las fortunas. Francia gobernó, desde ese momento, solo y sin rivales” (19).


La amistad entre Artigas y Yegros puede considerarse el punto de partida de la fraternidad uruguayo-paraguaya (20). Así lo expresa Juan E. O’Leary:


“Artigas era el Uruguay que iba a nacer. Yegros el Paraguay que se acercaba. Los dos confundidos en el heroísmo, abrazados en el peligro, juntos antes de la muerte, eran como una revelación de nuestro destino, anudaban lazos que nunca se habían de romper, señalaban rumbos al porvenir. / Yegros y Artigas sellaban así, al pie de los muros de Montevideo, un pacto que todas las vicisitudes de nuestra tormentosa existencia no habían de destruir. / Y la sangre de nuestro héroe, herido de muerte en la batalla, rubricó aquel épico encuentro de dos pueblos, aquella fusión de dos razas, aquella comunión de dos patrias en un solo ideal de libertad. / He aquí el punto de partida de esta corriente de hondo afecto y de inquebrantable simpatía que nos une, suprimiendo distancias, haciendo rimar los latidos de nuestro corazón en una indestructible fraternidad”. (21)


Secundino Vázquez, que fuera director de la Biblioteca del poder Legislativo del Uruguay, al igual que destacados historiadores, sostiene que el libro La conversación consigo mismo perteneció efectivamente a Artigas y que fue dedicado por él al teniente Yegros. Otros, sin embargo, sostienen que la dedicatoria es apócrifa, porque la firma de Artigas aparece idéntica a la de su juventud, sin los temblores del pulso de un anciano. Sin embargo, como bien destaca Petit Muñoz, la letra y la firma de los viejos fuertes -como por ejemplo las de Eduardo Acevedo y Pablo de María- suelen mantenerse idénticas a las de épocas anteriores. Y es sabido que la fortaleza de Artigas fue excepcional, aún en sus últimos años de vida (22).


Actualmente las autoridades de la Biblioteca del poder Legislativo del Uruguay también consideran que la firma de Artigas es auténtica. De hecho, el libro La conversación consigo mismo llegó a estar expuesto en la sala de consulta de la mencionada Biblioteca. Según se nos ha informado, fue retirado en 1999 y guardado con máxima seguridad. Sin embargo, aún hoy puede apreciarse, en la vitrina central de la sala de lectura, una foto ampliada de la dedicatoria firmada por Artigas a Yegros.


El Prócer, pues, meditó en su soledad acerca de la etapa final de su vida, siguiendo a un célebre autor francés que le invitaba a conversar consigo mismo y a descubrir que el alma “por todas partes cumple con la obligación de excelente maestro y fiel amigo” (23).



Notas



(11) Fernando de la Mora (1875-1830), considerado por muchos paraguayos como el “númen de la revolución de mayo de 1811” y “la pluma y cerebro del nuevo gobierno”. Fue uno de los cinco que integraron la Junta Superior Gubernativa del Paraguay. Como vocal secretario redactó la mayor parte de las notas oficiales, instrucciones y cartas de dicha Junta. En el Archivo Nacional de Asunción se guarda una colección de cartas cambiadas entre De la Mora y Artigas, vid. Ibid., t. II, pp. 826-827.
(12) Ibid., t. I, p. 31.
(13) Archivo del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Civil de 1er Turno, Legajo Año 1830, Expediente Nº 24 caratulado “D. Francisco Javier Echenique con D. Nicolás Gadea, fol. 80. La cita se realizó en base a Juan A. GADEA, Informe a la Comisión Nacional Archivo Artigas, Montevideo, División Imprenta del Departamento de Estudios Históricos del E(stado) Mayor del E (jército) 1975, pp. 37 y 41; el texto transcripto, en ibid., p. 44.
(14) Ya en 1815 Artigas escribió a Manuel Cavañas para que aprontase gente en la cordillera, porque pensaba tomar el Paraguay. Además le pidió que Cavañas escribiese a Fulgencio Yegros para que se pusiera gente en la costa del Paraná. El dictador Francia condenó a Cavañas después de muerto, por decreto del 12 de agosto de 1833. Los documentos del Sumario instruído a Don Manuel Cavañas, Artigas y otros por supuesta conspiración contra el Dictador del Paraguay doctor Gaspar Rodríguez de Francia, fueron publicados en 1909, vid. Alfredo SILVA Y ANTUÑA, Malquerencia del dictador Francia respecto al General Artigas, en “Revista Histórica” (Montevideo) t. II, nº 4 (1909) 194-210, 197-210.
(15) Vid. Por ejemplo P. LAMY DUPUY, Artigas en el cautiverio…. Pp. 108-113; D. HAMMERLY DUPUY, Rasgos biográficos…, p. 259. Según otro autor, Artigas “conocía el ambiente de descomposición que lo rodeaba, del que era fiel ejemplo la traición y la delación, que ya, como en el caso de Bogarín, delatado por aquel Fray Anastasio Gutiérrez, había invadido hasta los escaños de los confesionarios”, Agustín RODRÍGUEZ ARAYA, La generosidad del prócer oriental, en “El Día. Suplemento Dominical” (Montevideo) 28 de mayo 1950, pp. (6-7, 7).
(16) F. WISNER, El dictador…, p. 99.
(17) E. CARDOZO, Paraguay independiente…, p. 60.
(18) F. WISNER, El dictador…, p. 112.
(19) E. CARDOZO, Paraguay independiente…, p. 60.
(20) Sobre el desarrollo de la fraternidad uruguayo-paraguaya en la época de Artigas, vid. E. DE SALTERAIN Y HERRERA, Artigas…, pp. 10-14. De la abundante documentación acerca de las relaciones de Artigas con el Paraguay, vid. AA t. VIII, pp. 70-141; t. IX, pp. 128-131.
(21) Juan E.0`LEARY (Discurso en la Universidad Nacional, Asunción, 14 abril 1923), en: A. IRALA - S. BARBIERI, Paraguay-Uruguay…, p. 64.

(22) Cfr. E. PETIT MUÑOZ, Valoración de Artigas…, pp. 273-274. Salterain y Herrera, si bien atribuye la autoría de la dedicatoria a Artigas, afirma que los “caracteres de nombre y rúbrica, no son los habituales de Artigas, en sus oficios públicos conocidos, bien que estos últimos alcanzan hasta el año de 1820, treinta años antes de ña fecha de la dedicatoria”, E. DE SALTERAIN Y HERRERA, Artigas… p. 38.

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