PAULO
FREIRE
PEDAGOGÍA DEL OPRIMIDO
CIENTOVIGESIMOSEGUNDA ENTREGA
CAPÍTULO
4 (12)
Colaboración (3)
Mientras en la teoría
antidialógica la élite dominadora mirifica el mundo para dominar mejor, con la
teoría dialógica exige el descubrimiento del mundo. Si en la mitificación del
mundo y de los hombres existe un sujeto que mitifica y objetos mitificados, no
se da lo mismo en el descubrimiento del mundo, que es su desmitificación.
En este caso, nadie descubre el mundo
al otro, aunque cuando un sujeto inicie el esfuerzo de descubrimiento de los
otros, es preciso que estos se transformen también en sujetos en el acto de
descubrir.
El descubrimiento del mundo y de
sí mismos, en la praxis auténtica, hace posible su adhesión a las masas
populares.
Dicha adhesión coincide con la
confianza que las masas populares comienzan a tener en sí mismas y en el
liderazgo revolucionario, cuando perciben su dedicación, su autenticidad en la
defensa de la liberación de los hombres.
La confianza de las masas en el
liderazgo, implica la confianza que estos tengan en ellas.
Por esto, la confianza en las
masas populares oprimidas no puede ser una confianza ingenua.
El liderazgo debe confiar en las
potencialidades de las masas a las cuales no puede tratar como objetos de su
acción. Debe confiar en que ellas son capaces de empeñarse en la búsqueda de su
liberación y desconfiar siempre de la ambigüedad de los hombres oprimidos.
Desconfiar de los hombres
oprimidos, no es desconfiar de ellos en tanto hombres, sino desconfiar del
opresor “alojado” en ellos.
De este modo, cuando Guevara (2),
llama la atención del revolucionario -“desconfianza, desconfiar al principio
hasta de la propia sombra, de los campesinos amigos, de los informantes, de los
guías, de los contactos”,- no está rompiendo la condición fundamental de la
teoría de la acción dialógica. Está sólo siendo realista.
Notas
(2) Che Guevara. Pasajes de la guerra revolucionaria, en Obra revolucionaria, México, ERA, 1967,
p. 281.
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