FRANCISCO BILBAO: ENTRE EL PROYECTO LATINOAMERICANO Y EL GRAN MOLUSCO
(*)
por Alvaro García San
Martín (**)
versión On-line ISSN 2448-6914versión impresa ISSN 1665-8574 / nº 56
México ene./jun. 2013
* Este artículo es parte del Proyecto de Investigación
FONDECYT núm. 1111041: "Francisco Bilbao y el proyecto
latinoamericano".
PRIMERA ENTREGA
En este artículo se sostiene la tesis
de una singularidad de sentido en el empleo del nombre América Latina por parte
de Francisco Bilbao. Se discuten las tesis al respecto de J. Phelan, A. Ardao,
M. Rojas Mix, P. Estrade, M. Quijada, V. Romero y W. Mignolo sobre la base de
documentación inédita y se muestra la difícil posición del nombre en el
contexto geopolítico de los imperialismos rivales del siglo XIX por parte de
Francisco Bilbao, entre su primera ocurrencia de empleo en 1856 hasta su
denegación en 1862.
Palabras clave: América Latina,
Latinoamérica, Iberoamérica, Hispanoamérica, Francisco Bilbao.
Se conoce desde hace algún tiempo la
importancia de una carta de Lamennais sobre el pensamiento y la obra de
Francisco Bilbao, carta fechada en París el 5 de diciembre de 1853. Ella puede
servir de hito para distinguir dos grandes épocas en la carrera intelectual de
Bilbao (1823-1865). La primera comprendería el periodo desde su regreso a
Santiago desde Lima a comienzos de 1839 hasta su partida de Lima hacia París en
mayo de 1855. La segunda comprendería el periodo entre su llegada a París en
julio de 1855 y el último periodo de su producción en Buenos Aires a fines de
1864. La carta sería un hito para esta diferenciación si en ella apareciera la
idea de una América latina, y si esa proposición diera lugar a
la instancia de empleo del nombre "la América latina" acontecida en
la Iniciativa de la América, conferencia leída por Bilbao en
París el 22 de junio de 1856, publicada dos días después, y que es, hasta donde
se sabe, el documento de la primera ocurrencia de su utilización. El propósito
de este artículo es volver a este aserto y discutir la cuestión del empleo de
la expresión en Bilbao desde nueva documentación a la vista.
Edmundo O'Gorman propuso en 1958, en
lugar de la idea del descubrimiento de América, la idea de
una invención de América por Europa.2 En 1968, John
Phelan tomó la hebra de la distinción entre las dos Américas, la latina y la
sajona, y siguiendo la pista a la idea de América Latina, concluye que se trata
también de una invención europea. América Latina, dice, "fue concebida en
Francia durante la década de 1860, como un programa de acción para incorporar
el papel y las aspiraciones de Francia hacia la población hispánica del nuevo
mundo".3 Concretamente,
habría aparecido por primera vez en un artículo de L. M. Tisserand titulado
"Situation de la latinité", fechado el 1° de junio de 1861, publicado
en la Revue des Races Latines. Sólo con posterioridad, añade
Phelan, habría sido implementada por "dos autores hispanoamericanos que
residían desde hacía mucho tiempo en Francia".4 Esos dos
hispanoamericanos aludidos por Phelan son, seguramente, el colombiano José
María Torres Caicedo y el argentino Carlos Calvo. Ninguna alusión existe en el
artículo de Phelan, hasta donde advertimos, al papel desempeñado por Bilbao en
el mencionado bautismo.
En 1965, sin embargo, Arturo Ardao
indicaba fechas anteriores y empleos más complejos del nombre. Este trabajo
inicial de Ardao fue el comienzo de una investigación mayor sobre el origen del
nombre "América Latina" publicado en 1980, investigación en la que
concluye que l'Amerique latine es una idea francesa en cierto
sentido, pero que el empleo francés del nombre es posterior a la instancia de
la primera ocurrencia de utilización. El nombre es "obra de
hispanoamericanos, no de europeos", dice Ardao en contra de Phelan.5 De inspiración
francesa, el nombre "la América latina" sería anterior a su uso
francés y sería, concretamente, localizable en el poema Las dos Américas
de Torres Caicedo, poema fechado en Venecia el 26 de septiembre de 1856 y
publicado en El Correo de Ultramar el 15 de febrero de 1857. Ardao
advierte el empleo de la expresión en la conferencia de Bilbao, pero no le
asigna a esa ocasión de empleo más relevancia que la de "un paso",
que califica de "vacilante", "ocasional" y
"esporádico". No insistiría Bilbao en ella con posterioridad y no
daría lugar, entonces, esa instancia de empleo, a su uso y consolidación posterior,6 cuyo uso
pertenecería a Torres Caicedo, quien habría, frente a la amenaza de la
presencia yanqui en Centroamérica en ese mismo momento, creído encontrar
"en las tradiciones de la latinidad un nuevo horizonte histórico de
inspiración y de cohesión para nuestra América".7
El libro de William Crawford publicado
en 1944,8 traducido en
1966,9 y las obras de
Leopoldo Zea de 194910 y de 1965,11 aunque de muy
distinto carácter y alcance, suscitaron primero un artículo de Oscar Kubitz en
1960,12después un ensayo de
Salomon Lipp en 1975,13 y, finalmente,
otro artículo de Frank Spindler en 1980.14 Este último
tiene la particular relevancia de haber seguido de cerca la relación de Bilbao
y Lamennais y, pese a que en ocasiones desacierta, llamó la atención sobre una
carta de Lamennais dirigida a Bilbao y su respuesta, acerca de la referencia en
ellas al manifiesto del Comité Latino de París y sobre la proposición de
unificación de las naciones latinas. Las contribuciones de Louis Miard en 1982
respecto a las influencias de Lamennais, Quinet y Michelet a mediados del siglo
XIX en América Latina a través de Bilbao15 permitieron
abrir, sin embargo, un capítulo distinto a la cuestión del nombre.
Estas relaciones discipulares de Bilbao
las tiene en cuenta Miguel Rojas Mix en un trabajo suyo de 1986: "¿Quién
fue el primero en hablar de América latina? ¿Bilbao o Torres Caicedo? ¿Quién lo
escuchó de quién? o ¿A quién se lo escucharon ambos?".16 A esas
influencias no les asigna empero una relevancia gravitacional. En medio del
tráfico de las significaciones de la latinidad de entonces, según otro trabajo
suyo de 1991,17 la expresión
"la América latina" encontraría en Bilbao un alcance de sentido
singular, y significativamente se hallaría en él tanto su primer empleo como su
abandono posterior. Bilbao instala el nombre con motivo de la Intervención
norteamericana en Nicaragua en 1856 y, después, deja de emplearlo con motivo de
la Intervención francesa en México en 1862. Rojas Mix sugiere en ello una
influencia de La expedición de México (1862) de Edgar Quinet.
Pero entonces su uso, para Rojas Mix, en contra de la tesis de Ardao, no es un
uso simplemente esporádico o meramente ocasional. El desembarco de las tropas
francesas en México y la crítica al panlatinismo por Quinet opera, sin duda
alguna, un efecto en esa decisión: "Cuando lo abandona es porque ve que
sirve para legitimar el colonialismo francés", dice Rojas Mix. En Bilbao,
el nombre tendría una significación propia, y sería la misma que perduraría
hasta hoy, a saber, una significación decisivamente antiimperialista, y por eso
a Bilbao se debería "el hallazgo de América Latina" y "la
fundación del término en que hoy reconocemos nuestra identidad".18 El Post-Dictum
de la Iniciativa de la América aparece fechado el 24 de junio.
La conferencia había sido leída "el día 22 de junio de 1856, en París, en
presencia de treinta y tantos ciudadanos pertenecientes a casi todas las
Repúblicas del Sur", en el contexto de una reunión en protesta por la Intervención
norteamericana.19 Rojas Mix
especula sobre la asistencia, ciertamente probable, de Torres Caicedo a la
conferencia de Bilbao, y sobre una posible influencia ejercida por Bilbao sobre
el poema de Torres Caicedo que es tres meses posterior. "Hasta donde he
podido seguir su pista, el primero en emplear el apelativo fue el chileno
Bilbao", concluye Rojas Mix y "le siguió el colombiano Torres Caicedo".20
Frente a la recomendación de la Real
Academia Española en 1992 en el sentido de "la reinstalación en la
nomenclatura oficial de los términos Hispanoamérica e hispanoamericano",
"o los de Iberoamérica e iberoamericanos, siempre que se quiera aludir
también a los hermanos brasileños", y "se abandonen las voces ajenas
y equívocas de Latinoamérica y latinoamericano", Paul Estrade identifica
en 1994 el motivo de la recomendación académica en la tesis de Phelan y convoca
en su favor las investigaciones de Ardao y de Rojas Mix:
Hasta donde está averiguado, la expresión 'América Latina" se
inventó en 1856 para ser lanzada en son de reivindicación identitaria y de
manifiesto político. Surgió con motivo de la invasión de Nicaragua por los
mercenarios de William Walker, y como protesta contra la misma y también contra
la potencia que, bajo ese disfraz, trataba de llevar a cabo su gran designio
expansionista a expensas del Sur, después de haberlo logrado hacia el Oeste a
expensas de México. En París fue —eso sí, y no es casual— donde brotó el
término de "América Latina" del cerebro de unos latinoamericanos
conscientes del peligro del Norte, conscientes de la urgencia de la unión del
Sur, conscientes de la necesidad de un concepto definidor y unificador después
de decenios de indecisión en la América, antes española y aún sin nombre
genuino. El 22 de junio de 1856, en París, delante de más de treinta ciudadanos
de casi todas las repúblicas del Sur, en un acto de repudio a la agresión a
Nicaragua, el chileno Francisco Bilbao calificó de 'latina' a la América que
defendía y promovía y evocó 'la raza latino-americana', oponiéndolas clara y
únicamente a los Estados Unidos de América y al 'yankee'. Fechado en 26 de
septiembre de 1856 y motivado por la misma y prolongada agresión, el poema Las Dos Américas del colombiano,
exiliado también en París, José María Torres Caicedo, las enfrenta del todo:
"La raza de la América latina / Al frente tiene la sajona raza. / Enemiga
mortal que ya amenaza / Su libertad destruir y su pendón". Por aquellas
fechas, nadie en el mundo usaba tal denominación, ni siquiera en Francia entre
los adeptos de la "latinidad" incipiente.21
Estrade volvió al asunto en 1998. Esta
vez para inclinarse, pensando en la consolidación del nombre, por la figuración
de Torres Caicedo: "el más consecuente promotor de la nomenclatura América
Latina", dice.22
También en 1998, Mónica Quijada abordó
la cuestión por el lado del éxito y de la difusión del nombre América
Latina", con el propósito, dice, de "devolver el papel protagónico a
los principales actores de ese proceso", oponiéndose así a la tesis que
ella misma llama imperialista de Phelan.23 Desde esta
perspectiva, la instalación y la consolidación del nombre respondería, en
parte, al interés de esos actores por inscribirse en el proceso de
modernización occidental decimonónico, y respondería, en parte, pero sobre
todo, al interés de constituirse como un conglomerado geopolítico suficiente
para hacer frente a los expansionismos norteamericano y europeo sobre América
del Sur. Con esta clave de lectura, Quijada resitúa la figuración de Torres
Caicedo en la línea de Ardao y pasa casi por alto el rol de Bilbao que había
destacado antes Rojas Mix.
Desde otra perspectiva, tendiente a
debilitar las tesis de Ardao y de Rojas Mix, ese mismo año de 1998, Vicente
Romero reconsideró la influencia sobre Bilbao de Lamennais e hizo gravitar
sobre él el sentido suyo de la latinidad. Ese sentido sería el que pone en
circulación el Comité Latino de París, que había fundado y lideraba el propio
Lamennais, y el que se encontraría además en dos cartas de Lamennais, una de
las cuales es la carta que dirige a Bilbao el 5 de diciembre de 1853. En esta carta
y en el Manifiesto del Comité aparecería un sentido espiritual de la latinidad,
en oposición al materialismo del mundo anglosajón, y sería éste el sentido que
actuaría en la obra de Bilbao.
Es en ese molde latino de Lamennais que
el chileno Francisco Bilbao formulará, rápidamente, "la 'latinidad' de su
continente", dice Romero. Frente a la tesis de fondo que compartirían
Ardao y Rojas Mix, para Romero resultaba "demasiado optimista, pues ella
afirma la existencia de una 'identidad' y de una 'conciencia'
latinoamericanas", "nos situamos", dice Romero, "como
franco tiradores escépticos".24
Esta tesis optimista, sin embargo,
refleja, según nosotros, información insuficiente. Dice Romero:
Es Lamennais el que pretende hacer de
esta oposición [latino/sajón] el principio que oriente la obra y la acción de
Bilbao en América, como también es él quien, por intermedio de una carta
fechada en los primeros días de diciembre de 1853, propondrá a su discípulo, junto
al "catolicismo social", su nueva visión, y le insta a actuar para
levantar "un contrapeso" latino en ese continente: "Tenga por
seguro que no hay nada que esperar de la América española mientras esta siga
sometida a un clero imbuido de las más detestables doctrinas, de una ignorancia
sin límites, corrompido y corruptor. La Providencia la ha destinado a formar el
contrapeso de la raza anglosajona, que representa y representará siempre a las
fuerzas ciegas de la materia en el Nuevo Mundo. Esta bella misión, sólo la
podrá cumplir desprendiéndose de los lazos de la teocracia, uniéndose y
confundiéndose con las otras dos naciones latinas, la nación italiana y la
nación francesa. [...] Usted puede apreciar, en el pequeño folleto que acompaña
a esta carta, como ha comenzado a realizarse esta unión. Ella responde a la
naturaleza, a la necesidad, por ello se realizará. Trabaje en esta obra, y que
Dios bendiga vuestros esfuerzos". Antes de la recepción de esta carta, no
se encuentra en Bilbao la oposición sajón/latino como principio de acción. Era
"igualitario", espiritualista y un puente lo unía a la civilización
sajona: su espíritu casi puritano de libertad. Es después de la recepción de
esta carta que encontramos en sus escritos algunas referencias al problema de
las diferencias y oposiciones entre las civilizaciones sajona y latina. En
especial en su Mensaje del proscrito a la nación chilena (1854).
Dos años más tarde, Bilbao vuelve sobre este problema en su conferencia en
París Iniciativa de la América. Idea de un Congreso Federal de las
Repúblicas empleando entonces las fórmulas hoy día consagradas.25
La aparente evidencia que propone esta lectura
puede disolverse si la confrontamos con la siguiente observación. Romero
consulta las Obras Completas de Francisco Bilbao en la edición
de Manuel Bilbao, un volumen de 300 páginas que reúne los escritos de Bilbao
entre mediados de 1851 y fines de 1853, y que no incluye La revolución
en Chile y los mensajes del proscrito (Lima, 1853). Esta ausencia es
decisiva, puesto que Romero no puede advertir que la oposición latino/sajón en
Bilbao es algo anterior. Ella remonta, mirando ese volumen, al primero de sus
artículos tras su huída de Chile en julio de 1851, titulado La
definición, originalmente publicado en el diario El Comercio de
Lima el 17 de septiembre de 1851, y se encuentra con posterioridad en Necesidad
de una nación, originalmente publicado en la Revista Independiente de
Lima a fines de diciembre de 1853. Es seguro que a estos escritos a los que se
refiere el propio Bilbao en su carta de respuesta a Lamennais cuando dice:
"El pensamiento de vuestra carta ha venido a imprimir la autoridad de vuestra
palabra a la obra que he ejecutado en este país. Sucedía que yo había escrito
en el mismo sentido." 26 Antes de la
carta, pues, Bilbao había escrito en la misma dirección, "en el mismo
sentido", dice. Lo que hay todavía que comprender es justo en ese sentido,
anterior a la carta y el mismo de la carta. También para nosotros la carta de
Lamennais es gravitante, le otorgamos el carácter de hito en su virtud, pero es
insegura, para nosotros, la tesis de un rol funcionario en el empleo de la
expresión.
Para Walter Mignolo, en años recientes,
"América" es la invención europea de la primera modernidad, como
"América Latina" lo es la de la segunda modernidad. La primera
corresponde a la etapa colonial, como la segunda a una segunda forma de
colonialidad. Dice Mignolo: "La 'idea' de América Latina es la triste
celebración por parte de las élites criollas de su inclusión en la modernidad,
cuando en realidad se hundieron cada vez más en la lógica de la
colonialidad".27 En el nuevo
escenario global, después del declive de España como potencia imperial,
determinado por el conflicto entre Inglaterra y Francia como imperialismos
rivales, y Rusia insinuándose en esa rivalidad, la intelectualidad criolla
hispanoamericana emancipada habría buscado un amparo ante la avanzada de Estados
Unidos sobre América del Sur y la habría encontrado, creído encontrarla, en la
ideología francesa de la latinidad. Para Mignolo, entonces, América Latina no
es sólo un nombre que designe una entidad ni expresa la conciencia de una
identidad. Para Mignolo, América Latina constituye un "proyecto
político". Y es, en relación a ese proyecto que resulta interesante, a
diferencia de Torres Caicedo, la posición de Bilbao. Tomando una hebra del
texto de Rojas Mix, dice Mignolo:
Ubicado en la encrucijada de una nueva subjetividad disidente y una
reconfiguración del orden mundial, Bilbao fue crítico de las ambiciones
imperiales de Europa, Estados Unidos y Rusia, y en especial de las de Francia,
que incursionaba en territorio mexicano y pretendía controlar a 'América
Latina' luego de la salida de España y la focalización de Inglaterra en Asia y
África. [...] Así, la discontinuidad de Bilbao inaugura una perspectiva crítica
que tiene el potencial de dejar al descubierto la omnipresente rearticulación
de la colonialidad del poder durante el siglo XIX por medio del concepto de
latinidad.28
Notas
1 Buenos Aires,
Imp. y Lit. de J. A. Bernheim, 1857. La revista fue fundada, dirigida y en gran
parte redactada por Francisco Bilbao. La imagen reproducida figura en la
portada.
2 Edmundo
O'Gorman, La invención de América, 3ª ed., México, FCE, 2006.
3 John Leddy Phelan, "Pan-Latinism, french
Intervention in Mexico (1861-1867) and the genesis of the Idea of Latin
America", en Conciencia y autenticidad históricas. Escritos en homenaje
a Edmundo O'Gorman, México, UNAM, 1968, pp. 279-298.
4 Ibid., p.
473.
5 Arturo
Ardao, El origen de la idea y el nombre de Améica Latina, Caracas,
Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, 1980, p. 60.
6 Ibid., pp.
81-82.
7 Arturo Ardao,
"Panamericanismo y latinoamericanismo", en Leopoldo Zea
[coord.], América Latiría en sus ideas,México, Buenos Aires,
Madrid, UNESCO/Siglo XXI, 1986, p. 159.
8 A Century of Latin-American Thought, Harvard,
Harvard University Press, 1944.
9 El
pensamiento latinoamericano de un siglo, trad. de María Teresa Chávez,
México, Limusa-Wiley, 1966.
10 Dos etapas
del pensamiento en Hispanoamérica, México, El Colegio de México, 1949.
11 El
pensamiento latinoamericano, 3ª ed., México, Pormaca, 1965, Barcelona,
Ariel, 1976.
12 "Francisco
Bilbao's Ley de Historia in Relation to the Doctrines of
Sarmiento and Lamennais", Philosophy and Phenomenological
Research, vol. 20, núm. 4, junio de 1960, pp. 487-502. Véase traducción de
Rodrigo Naranjo en Archivos de Filosofía, núms. 6-7, 2011-2012.
13 Three Chilean
Thinkers: Bilbao, Letelier, Molina, Waterloo, Ontario, McGill
University Press, 1975.
14 "Francisco
Bilbao, Chilean Disciple of Lamennais", en Journal of the History
of Ideas, vol. 41, núm. 3, julio-septiembre de 1980, pp. 487-496. Véase traducción de
Rodrigo Naranjo en La Cañada, núm. 3, 2012. En www.revistalacañada.cl.
15 "Francisco
Bilbao: un disciple de Lamennais, Michelet et Quinet en Amerique du Sud",
en número especial deCahiers Mennaisiens, núms. 14-15, Brest,
Société des Amis de Lamennais, 1982.
16 "Bilbao y
el hallazgo de América Latina: unión continental, socialista y
libertaria...", en Caravelle, Cahiers du Monde Hispanique et
Luso-Brésilien, núm. 46, Université de Toulouse-Le Mirail, 1986.
17 "Francisco
Bilbao y el hallazgo de América Latina", en Los cien nombres de
América, Barcelona, Lumen, 1991, pp. 343-356.
18 Ibid.,
p. 346.
19 Iniciativa
de la América. Idea de un Congreso Federal de las Repúblicas, París,
Imprenta de D'Aubusson y Kugelmann, 1856, p. 3.
20 Rojas
Mix, op. cit., pp. 343 y 344.
21 "Observaciones
a Don Manuel Alvar y demás académicos sobre el uso legítimo del concepto de
América Latina", en Rabada, núm. 13, Huelva, 1994, pp. 79
y 80.
22 "Del
invento de 'América Latina' en París por latinoamericanos (1856-1889)", en
Jacques Maurice y Marie-Claire Zimmermann [comp.], París y el mundo
ibérico e iberoamericano, Actas del XXVIII Congreso de la Sociedad de
Hispanistas Franceses (S.H.F.) (París, 21, 22 y 23 de marzo, 1997), Nanterre,
Université París X, 1998, pp. 179-188.
23 "Sobre el
origen y la difusión del nombre 'América latina' (o una variación heterodoxa en
torno al tema de la construcción social de la verdad)", en Revista
de Indias, vol. LVIII, núm. 214, 1998, pp. 595-616.
24 Vicente Romero,
"Du nominal 'latin' pour l'Autre Amérique. Notes sur le naissance et le
sens du nom 'L'Amerique latine' autour des années 1850", en HSAL, núm.
7, primer semestre, 1998, pp. 57-86. Hay traducción de Alejandro Madrid Zan,
en Archivos de Filosofía, núms. 1-5, 2009-2010, pp. 393-422.
25 Vicente Romero,
"Del nominal 'latino' para la Otra América. Notas sobre el nacimiento y el
sentido del nombre 'la América latina' en torno a los años 1850", pp. 412-413.
26 Carta de Bilbao
a Lamennais, 30 de abril, 1854.
27 Walter
Mignolo, La idea de América Latina, Barcelona, Gedisa, 2005,
p. 81.
28 Ibid.,
p. 93.
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