ENCUENTRO CON LA SOMBRA
(El poder del lado oscuro de la
naturaleza humana)
Carl
G. Jung / Joseph Campbe.
ll
/ Marie-Louise von Franz / Robert Bly / Ken Wilber / Nathaniel Branden / Sam
Keen / Larry Dossey / Rollo May
/ M. Scott Peck / James Hillman / John Bradshaw y otros.
Edición a cargo de Connie Zweig y
Jeremia Abrams.
CIENTOSEXAGESIMOQUINTA
ENTREGA
NOVENA PARTE
EL TRABAJO CON LA SOMBRA: CÓMO
ILUMINAR LA OSCURIDAD
MEDIANTE LA TERAPIA, LOS RELATOS Y
LOS SUEÑOS
39: A PROPÓSITO DEL HOMBRE DE
MEDIANA EDAD (2)
Daniel J. Levinson (2)
Esta
toma de conciencia nos lleva a comprender más profundamente el papel que juega
la destructividad en nuestra propia vida y en los asuntos humanos en general.
La mayor parte de este trabajo, sin embargo, es inconsciente e implica, sobre
todo, la reelaboración de los sentimientos y experiencias dolorosas. Hay
quienes articulan sus nuevos conocimientos verbalmente, otros, en cambio, lo
expresan estéticamente a través de la música, la pintura o la poesía pero la
mayoría, no obstante, se limita a vivir su propia vida. En cualquier caso, sin
embargo, nos veremos obligados a reconocer nuestra culpabilidad y nuestro dolor
como víctimas y villanos de la interminable historia de la crueldad del hombre consigo mismo. Si
el peso de la culpa y el sufrimiento es excesivo seremos incapaces de
superarlos y nos veremos obligados a seguir creyendo que la destructividad no
existe y, por tanto, nuestra capacidad de crear, amar y afirmar la vida se verá
seriamente perjudicada.
También
es necesario que reconozcamos y asumamos nuestra propia capacidad destructiva
ya que, aunque no alberguemos ningún tipo de hostilidad, nuestras acciones a
veces resultan dolorosas para nuestros semejantes. Como padres, por ejemplo,
podemos castigar a nuestros hijos con la mejor de las intenciones y la peor de
las consecuencias; nuestra relación amorosa, por su parte, puede enfriarse
repentinamente, perder todo sentido y llevarnos a cortar la relación a pesar
del abandono y la traición que puede experimentar nuestra pareja; nuestra
profesión, por su parte, puede obligarnos a despedir a personas honradas pero
incompetentes, dañando su autoestima y sus aspiraciones. No existe ninguna
acción que sea totalmente inofensiva y debemos ser muy conscientes de que, a pesar
de querer hacer el bien, necesariamente haremos daño y, en algunos casos,
provocaremos más mal que bien.
Pero
no resulta fácil admitir que podemos ser destructivos sin quererlo y todavía
resulta más difícil aceptar que podemos sentir impulsos destructivos hacia
otras personas (incluidos nuestros seres más queridos). Pero hay ocasiones en
que los seres humanos sentimos odio y rechazo, en las que nos gustaría
abandonar o atacar a nuestros seres queridos porque nos resultan
insoportablemente crueles, despreciables, mezquinos y hasta dominantes. A veces
sentimos sentimos amargura y rabia sin saber cuál es su origen ni hacia quién
va dirigida. Sea como fuere, sin embargo, deberemos tomar conciencia de que, en
ocasiones, tenemos la intención deliberada de causar daño a nuestros seres
queridos y de que, en ciertos casos, llevamos esas intenciones a la práctica.
Quienes
rondan la cuarentena difieren
notablemente en su predisposición a reconocer y asumir su propia
destructividad. Hay quienes ni siquiera reconocen que pueden haber dañado a alguien
y que rechazan, incluso, haberlo deseado alguna vez; otros, por el contrario,
se sienten tan culpables que son incapaces de considerar el problema de una
manera desapasionada y distante; otros, en cambio, son relativamente
conscientes de la ambivalencia de sus sentimientos y reconocen, por tanto, que
pueden sentir amor y odio, al mismo tiempo, por la misma persona. En cualquiera
de los casos, sin embargo, el proceso de crecimiento nos conduce a tomar más conciencia de nosotros mismos y asumir
cada vez más nuestra propia responsabilidad.
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