FREI BETTO
“EL SOCIALISMO ES EL NOMBRE POLÍTICO
DEL AMOR”
El pasado 29 de mayo, el teólogo de
la liberación brasileño Frei Betto visitó Argentina, invitado a una gira de
diálogos con el intelectual marxista Atilio Borón, por Buenos Aires, Rosario y
Santa Fe. Escritor y periodista, Frei Betto es uno de los más destacados
intelectuales de izquierda y analista político, constituyéndose en una
autoridad ética de Latinoamérica. Es una voz autorizada a la hora de tocar
ciertos temas, como educación popular y teología de la liberación, pero también
el poder popular y la relación de los movimientos sociales con los gobiernos
progresistas.
Aprovechando su paso por Buenos Aires, desde el Colectivo Frente
Unido-Investigación Independiente hemos sostenido un diálogo con él,
acompañados por periodistas que querían tener algunas impresiones. Los temas
fueron diversos: desde Camilo Torres Restrepo, la teología de la liberación, la
relación entre cristianismo y revolución y el papado de Francisco, pasando por
sus experiencias por el ‘socialismo real’, hasta la situación venezolana, el
proceso de paz en Colombia y la crisis de la izquierda latinoamericana.
La imagen de Camilo es paradigmática
y no va a perder fuerza nunca
¿Cómo define a Camilo Torres Restrepo y qué opina de su experiencia?
Yo creo que Camilo fue un hombre que hizo una opción evangélica radical
de estar al lado de los oprimidos, de los pobres, a través de un medio de lucha
posible en aquel momento, que era la lucha armada. Yo no pude conocer a Camilo,
pero conocí a François Houtart, un profesor suyo. También conocí a
su mamá [Isabel Restrepo], con ocasión de la Conferencia [del CELAM] de
Medellín (1968). Yo era periodista y la revista en la que trabajaba me envió
para hacer un seguimiento sobre la preparación de la Conferencia, entonces tuve
oportunidad de hablar con ella.
Ahora, pienso que el Ejército de Liberación Nacional (ELN)
cometió el error de poner armas en las manos de Camilo, de poner a Camilo como
combatiente. Hace tiempo pude hablar esto con su máximo dirigente, el
padre Manuel Pérez Martínez, al que conocí en Cuba. En este sentido, Carlos
Marighella fue más inteligente, porque no puso armas en nuestras
manos, porque yo fui guerrillero urbano. Marighella decía que un cura se
formaba en mucho tiempo y podía hacer trabajos en áreas que un guerrillero
civil -laico- no puede entrar, mientras que un guerrillero armado se forma en
poco tiempo.
Por otro lado, Camilo no tuvo la suerte que nosotros tuvimos en Brasil.
La Iglesia que se encontró Camilo tenía un corte horizontal: un episcopado muy
conservador y una parte del clero muy progresista. En Brasil, por suerte, el
corte fue vertical: había Cardenales y obispos de ambos lados: a favor y en
contra de la dictadura; entonces, no se rompió la unidad de la Iglesia y
ninguno de nosotros fue expulsado, excomulgado, rechazado… ¡nada! Había
gente que nos criticaba pero éramos apoyados por Cardenales y Obispos de la
Conferencia Episcopal.
¿Qué retoma la Teología de la Liberación de Camilo Torres?, ¿cuál es el
aporte que le hace Camilo a la Teología de la Liberación?
Camilo fue un precursor de la Teología de la Liberación, como Bartolomé
de las Casas y Juan XXIII. Fueron teólogos de la liberación avant la lettre, como dicen los
franceses. La Teología de la Liberación prácticamente nació dos años después de
la muerte de Camilo, sobre todo en la Conferencia de Medellín con la presencia
de Gustavo Gutiérrez. Ahí se elaboró el documento episcopal más progresista de
la historia de la Iglesia Católica de América Latina, sólo comparable con los
textos de Bartolomé de las Casas.
La Teoría de la Liberación reflexiona el contenido de la fe desde el
anhelo máximo de los oprimidos que es la liberación; entonces, se hace una
lectura de la Biblia en nuestras comunidades de base (en el campo, la ciudad,
la periferia, en las favelas) que es muy distinta de la lectura que se hace en
los seminarios, en las universidades o en Roma.
Camilo, como Fray Tito [Fray Tito de Alencar Lima], mi colega que murió
a consecuencia de la tortura, o como Monseñor Óscar Romero (ahora en proceso de
canonización y reconocimiento de su santidad), refuerza el carácter de la Teología
de la Liberación. La sangre de todos ellos nos alimenta en el trabajo
desde la fe del pueblo.
¿Considera que la opción armada de Camilo lo aleja del Evangelio o lo
pone en contradicción?
De ninguna manera. Está en el Evangelio que, cuando lo iban a arrestar,
Jesús preguntó a sus apóstoles cuántas espadas tenían. Cuando supo que tenían
dos recomendó no utilizarlas, por sabiduría, porque en esas condiciones no se
podían enfrentar a tantos soldados1. Es decir, los discípulos
estaban armados, tenían dos espadas, si fuese hoy tendrían revólveres y
fusiles.
En la teología de la Iglesia no hay una sacralización del pacifismo
extremo. El oprimido siempre tiene derecho a la auto-defensa. La vida es un
don de Dios, entonces se pueden usar armas para defender la vida propia y la
del pueblo, si está oprimido por un tirano. Es un principio que se llama ‘Tiranicidio’
y consiste en lo siguiente: cuando uno no tiene ninguna vía democrática para cambiar
el poder tiránico, entonces, lo mejor es matar al tirano antes que el tirano
mate a todo el pueblo.
Dicho principio fue introducido en la teología clásica de la Iglesia
Católica por San Agustín, consolidado por Santo Tomás y subrayado y reafirmado
en la Encíclica “Populorum Progressio” de Pablo VI, el primer Papa que visitó
Colombia, en el marco de la Conferencia de Medellín. Entonces, Camilo
inspirado por este principio fue a la guerrilla rural en un momento en que
Colombia no tenía condiciones de vías democráticas.
Ahora que parece que la lucha armada en Colombia está llegando a su
fin, ¿cree que por ello la imagen de Camilo caerá en desuso o perderá fuerza?
La imagen de Camilo es una imagen paradigmática y no va a perder
fuerza nunca, como el Che, Chico Mendes, Marighella, porque son personas que
han dado un testimonio de vida y marcaron un momento crucial de la historia. Se
pueden olvidar por un tiempo, pero después va a venir gente que los rescate.
Eso ha pasado con muchos revolucionarios en la historia de América Latina. Hace
algunos años nadie conocía a Bartolomé de las Casas y hoy hay muchos libros
sobre él y su trabajo, el primer gran defensor de los derechos humanos en
América Latina, defensor de los derechos de los indígenas y los negros en un
momento en que todavía se discutía si los indígenas tenían o no tenían alma.
Creo que no hay posibilidades para que Camilo caiga en el olvido.
El socialismo es el nombre político
del amor
¿Cómo analiza la relación entre fe y política?
Pienso que la gente que pretenda desvincular cualquiera de las dos está equivocada.
La gente que piensa así debería leer “Fidel y la religión”, una entrevista que
le hice al Comandante en 1985, que “quita el prejuicio de los comunistas y el
miedo de los cristianos”, como decía un obispo cubano.
La izquierda en América Latina y en el mundo cometió el grave error de
hacer una lectura no dialéctica de la frase de Marx “la religión es el opio del
pueblo”, porque la misma frase enseguida dice que “la religión es el grito de
los oprimidos, el corazón de un mundo sin corazón”, etc., etc.
Marx escribe algo que tiene carácter dialéctico, pero la gente sólo ha leído
una parte, y con eso han perdido muchas posibilidades de trabajo popular, sobre
todo en América Latina donde la gente es muy religiosa2.
Yo le he dicho a la izquierda mexicana, que es muy anticlerical por
razones históricas: “ustedes no van a ninguna parte mientras la Compañera
[Virgen de] Guadalupe no esté del lado de ustedes”. Lo mismo pasa en Brasil con
la Compañera [Virgen de] Aparecida y en Cuba con la Compañera Virgen [de la
Caridad] del Cobre. Fidel tuvo la sabiduría de hacer una promesa a su mamá que
era muy católica de que vencida la guerra y sobrevivido, ellos entregaban sus
armas a la Virgen del Cobre. Yo visité el santuario. Ahora las armas están en
el museo.
Hay que decir esto: la religión es como la política, sirve para oprimir
o sirve para liberar. Usted no puede tener prejuicios a una manifestación
sociológica como la política, la religión, la institución familiar. Hay que
analizar en qué medida sirve o no sirve a la opresión y al enemigo, sobre todo
cuando esto se constituye en un valor ontológico para el pueblo como pasa en
América Latina. Pregúntenle a un campesino colombiano, brasilero o argentino:
“¿cómo mira el mundo y la vida?”. La respuesta seguramente va a ser en
categorías religiosas. Es decir: en América Latina la puerta de la
razón es el corazón y la llave del corazón es la fe. La gente tiene fe y se
mueve por la fe.
La Teología de la Liberación procura rescatar el aspecto liberador de la
fe, a ejemplo de Jesús. Mucha gente me ha preguntado: “¿por qué te metes en
política?”. ¡Porque soy discípulo de un prisionero político! Que yo sepa
Jesús no murió de hepatitis en la cama ni por haberse caído de un camello en
una esquina de Jerusalén. Jesús fue preso, juzgado y torturado por dos poderes
políticos (el romano y el judaico) y condenado a la pena de muerte de los
romanos en la época, que era la cruz. Ahora, si Jesús era un hombre tan
espiritual, tan bueno y tan santo, ¿por qué lo mataron de esa manera?
Porque hizo una predicación política: hablaba del reino de Dios dentro del
reino del César. Hable usted del socialismo en la sociedad capitalista. ¡Es lo
mismo! Hablar de otro reino dentro del reino del César es como hoy hablar de
“Otro mundo posible”… La gente de derecha nos mira como comunistas,
terroristas, en fin. Esa es la cosa.
¿Cuál es la actualidad de la relación entre cristianismo y revolución?
El tema de la relación entre cristianismo y revolución está resuelto. La
última vez que se trabajó este tema fue en la revolución sandinista y creo que
la entrevista con Fidel fue la consolidación de que no hay incompatibilidad
entre cristianismo y revolución, porque el cristianismo en su origen es una
propuesta de un nuevo proyecto civilizatorio. Esta es la razón por la que
asesinaron a Jesús. Él no vino a fundar una iglesia ni una religión sino un
nuevo modelo de sociedad basado en dos principios: el amor en las relaciones
personales y compartir los bienes en las relaciones sociales. El
socialismo es el nombre político del amor porque se trata de compartir los
bienes de la tierra y los frutos del trabajo humano con toda la sociedad, para
crear una sola familia, donde todos tengan los mismos derechos y oportunidades.
Aquellos que dicen que hay incompatibilidad entre cristianismo y
revolución son los mismos que creen que hay compatibilidad total entre
cristianismo y capitalismo, o son fundamentalistas marxistas. Hay
incompatibilidad entre cristianismo y capitalismo y entre cristianismo y un
marxismo extremo (ortodoxo) como el de Pol Pot en Camboya o el de Stalin en
Rusia.
La tradición comunista puso debajo de la alfombra un librito de Engels que
se llama “Cristianismo primitivo”3. Allí plantea que los primeros
cristianos fueron los primeros revolucionarios y los pone como ejemplo para el
movimiento comunista. Uno puede advertir, entonces, que ya en la cabeza de
Engels no había esa contradicción. Así mismo, cuando Lenin fue consultado sobre
la gente que en el partido era creyente, dijo: “Bueno, lo que importa es que
sean revolucionarios”. Yo me sorprendo que en Cuba muchos comunistas no sepan
que este libro existe.
Sin embargo, los comunistas brasileros del partido de Prestes cometieron
el equívoco de implementar un formulario de inscripción al Partido donde el obrero
debía declararse ateo. ¡Es una tontería! Uno puede ser revolucionario,
como Camilo y tantos otros, y tener su fe cristiana, incluso ser revolucionario
como consecuencia de su fe.
¿Qué relación puede establecer entre la Teología de la Liberación y el
Papa Francisco?
No ha habido en la historia otro Papa que haya hecho tantas críticas y
tan profundas al capitalismo como él, pero es muy inteligente y jamás utiliza
la palabra capitalismo. Además, eso de convocar tres encuentros
mundiales con movimientos sociales no lo hizo ningún otro Papa y
ninguna Conferencia Episcopal. El Papa Francisco está enteramente identificado
con las tesis de la Teología de la Liberación, pero no necesita decir la
palabra “Teología de la Liberación”, porque lo importante es su defensa de los
pobres y los refugiados, y la consigna de las tres ‘T’ (trabajo, techo y
tierra). Eso es lo que importa, el contenido y la coherencia en sus propuestas,
y no sacar consignas. Esto crea mucho revuelo dentro y fuera de la Iglesia, por
eso hay Cardenales que no tienen ningún reparo en acusarlo de comunista, o que
está desviando la doctrina católica, o lo acusan directamente de ser un
militante de la Teología de la Liberación. Esto es bueno para nosotros, porque
ya no estamos tan solos como algún tiempo atrás.
¿Qué experiencias y lecciones podemos tomar del llamado ‘Socialismo
real’ y de la caída del muro de Berlín?
Yo tuve mucho contacto y experiencias con el mundo socialista, 33 años
de trabajo que reuní en el libro “Paraíso perdido. Viajes por el mundo
socialista”. Cuando la cosa se estaba viniendo abajo me invitaron para que
ayudara a arreglar los errores que se habían cometido, pero eran muchos y no
había más tiempo. Todo se vino abajo y yo vi, literalmente, caer el muro de
Berlín.
Las estructuras políticas de Europa del Este se desvincularon del
pueblo, dejaron de tener raíces populares y el socialismo se descaracterizó
muchísimo, se perdió el apoyo del pueblo y la gente estaba cansada. Por eso todo
se cayó como un castillo de naipes. Gorbachov hizo un gesto y todo se deshizo.
¿Dónde estaba la gente que defendía el socialismo con grandes manifestaciones?
Yo tuve mucho contacto con gente que fue muy revolucionaria, muy marxista. Yo
me pregunto: ¿toda esta gente está luchando para volver al socialismo o se
acomodó en el capitalismo y están satisfechos? Yo creo lo segundo, porque no
era una cuestión ideológica, era una cosa más simple: vives en un país
socialista y tienes un buen empleo, entonces vas a defender el socialismo para
defender el empleo, pero no había una convicción. Esta gente nunca tuvo un
compromiso ontológico con el pueblo, con la gente pobre.
¿Por qué Estados Unidos atacó a Irak, Afganistán, Libia y Siria y no a
Cuba? Porque se necesitaban hacer guerras para derrocar gobiernos. En Cuba no
se puede, ellos aprendieron desde Vietnam y Bahía Cochinos que no se
pueden derrocar pueblos.
¿Por qué gran parte de la izquierda marxista se derrumbó con el muro de
Berlín? Porque era una izquierda teórica, más preocupada por ocupar funciones
de poder que en liberar al pueblo, y que no tenía contacto con el pueblo. Se
trataba de una izquierda académica, universitaria, que entró en crisis.
¡Después de la caída del muro de Berlín quedaron pocos!
“La izquierda debe volver al trabajo
de base”
¿Cómo ve la situación de Colombia?
La situación de Colombia es muy difícil. Es la primera vez en la
historia que un pueblo ha votado por la guerra, a pesar de todo, incluida la
intervención y bendición del Papa Francisco. Si Uribe vuelve no habrá
ningún diálogo y la guerra seguirá, por supervivencia de los grupos
guerrilleros y no porque ellos quieran seguir, ellos saben que hay que
encontrar la paz y transformarse en fuerzas políticas amplias. Habría que
analizar dónde estuvieron las fallas. Quizás, [Juan Manuel] Santos no supo
conducir la cosa, aclarando detalladamente al pueblo de Colombia lo que pasaba
en [la mesa de negociaciones de] La Habana, entonces la gente no estaba
suficientemente informada cotidianamente de los pasos que se daban.
Ante la situación dramática que vive Venezuela, ¿no estaríamos entrando
en una etapa en que la única salida sea la confrontación armada?
En mi evaluación estamos muy lejos de eso. La lucha armada hoy sólo
interesa a dos sectores: fabricantes de armas y extrema derecha. Aun
hay muchas vías democráticas de lucha que hay que agotar y sería una tontería
hacer una opción armada. Quien
tiene que decir primero que va a usar las armas es la derecha, ¡siempre! La
izquierda siempre toma las armas en auto-defensa y no para atacar si hay una
vía democrática. Es el principio que yo adopto.
En Venezuela, [el presidente Nicolás] Maduro está convocando una nueva
Asamblea Constituyente. Yo espero que no sea Maduro el primero en hacer un
llamado a las armas. Sería una tontería, un error, que el gobierno de Venezuela
vaya a las armas cuando aun hay espacios democráticos a pesar de las
dificultades. Ahora es un momento muy delicado en el que hay que pensar en
alternativas de movilización popular constantes y fortalecer los movimientos
sociales. Esto es lo fundamental.
Sin embargo, viene una pregunta: ¿será que hubo un trabajo político de
formación de núcleos populares que le permitiera a la gente tener protagonismo
histórico como hubo en Cuba? El pueblo cubano pasó los peores momentos en el llamado
‘período especial’ y resistió porque tenía formación política y no se sentía
distanciado del gobierno. Este es el desafío que se le pone a Venezuela: si no
forma la conciencia política del pueblo, es muy difícil que ese pueblo mantenga
y sostenga la Revolución Bolivariana.
¿Cuál es su análisis de la crisis de la izquierda continental?
No hay que poner toda la culpa en el enemigo, sino evaluar y hacer una
autocrítica de los errores que hemos cometido. Yo creo que
la izquierda primero debe mirarse al espejo la cara de vergüenza y volver al
trabajo de base. Vive llena de consignas, de teorías, de análisis, de libros, y
nadie quiere ir al pobre, al campesino y al obrero y hacer ese trabajo difícil,
cansador, que está ahí, con una metodología enseñada por Paulo Freire, por ahí
es que tenemos que ir.
En el caso brasilero, nosotros estuvimos trece años en el
gobierno y no hicimos un trabajo de base ni un trabajo de alfabetización
política del pueblo. Al revés, hicimos un trabajo de facilitar al pueblo el
acceso a los bienes de consumo y creamos más una nación consumista que
ciudadanos protagonistas políticos. Estamos pagando el precio de las
semillas equivocadas que hemos plantado. Yo venía advirtiendo esto desde 2004
cuando publiqué “La mosca azul”. Lamentablemente el PT [Partido dos
Trabalhadores] hasta ahora no hizo autocrítica, ni se posicionó delante de sus
militantes apresados. Va tener que decir que ellos son inocentes y salir a
defenderlos a toda costa. Y a los corruptos hay que expulsarlos porque ‘quien
calla, otorga’… ¡y la gente no es tonta!
1. Mt, 26: 51-57; Mc, 14: 46-59; Lc. 22: 49-53
2. “Si uno lee el ensayo completo, aparece claramente que el punto de
vista de Marx debe más a la postura de izquierda neo-hegeliana –que veía la
religión como la alienación de la esencia humana– que a la filosofía de la
Ilustración –que simplemente la denunciaba como una conspiración clerical. De
hecho, cuando Marx escribió el pasaje mencionado era aún un discípulo de
Feuerbach y un neo-hegeliano. Su análisis de la religión era, por consiguiente,
“pre-marxista”, sin referencia a las clases y ahistórico. Pero tenía una
cualidad dialéctica, codiciando el carácter contradictorio de la “angustia”
religiosa: a la vez una legitimación de condiciones existentes y una protesta
contra estas”. Löwy, Michael. “Marxismo y religión: ¿opio del pueblo?” (p.
281-282). En: BORÓN, Atilio et. Al. (Comps.) (2006). La teoría marxista hoy.
Buenos Aires, Argentina: Clacso, pp. 281-296.
3. Publicado originalmente como aportes en la revista Die Neue Zeit,
Vol. I (1894/1895) págs. 4-13 y 36-43. Su título original era: “Contribución a
la historia del cristianismo primitivo”. Versión digital: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1894/crist-prim.htm
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