QUINCUAGESIMOSEGUNDA ENTREGA
TÚNEL
FINAL: INTERMEZZO GIOCOSO
3
Primera
carambola
Acabábamos de entrar
por turno al túnel final: a mí me había tocado viajar al Paso Molino y
recuperar la fuerza del brazo izquierdo para hacerla una especie de transfusión-trasplante
al Jesús puntaesteño. Y funcionó enseguida. Ahora veíamos a Manolo despedir a
Felisberto y a la Hortensia con el brazo derecho recauchutado, y cuando se
apagó el destellador que irradiaba los viajes laberínticos el detective chistó
con sequedad de tahúr:
-Descónfio, doña Yema.
-Coño -se sirvió más
caballito la diosa. -Estos intelectuales no creen ni en Maracaná. Vas a ver que
cuando aparezca el superchoma se terminó el desastre.
-Bueno, pero tenga la
delicadeza de echarnos nafta a todos -rezongó Isabelino Pena, tropezándose con
una máquina de escribir dinosáurica.
-Gracias, capitán
-dije, frente al chorro de oro curvado sobre mi vaso. -Le puedo asegurar que
usted conoce las penurias de Nuestra Señora la Celeste tanto como el Negrazo
Jefe.
-Se cagó la comparsa:
el paladín de la justicia ya está medio mamado. PERO SILENCIO TODO EL MUNDO,
QUE AHÍ SALE MANOLETE!!!! -puso a hacer equilibrio el vaso sobre su gigantesco
escote Yemanjá del Mar Dulce.
Manolo
emerge del túnel contoneándose pero todos observamos al ángel de ceguera
fosforecente que agoniza sentado bajo las cañerías: ahora tiene un brazo
resurrecto (gracias a mi via crucis) y en posición de sostener la paloma
robada. Entonces Manolo se le acerca sin soltar la carpeta donde guarda los
biromazos y se frota el otro húmero con suavidad, hasta que el guardián del ORO
muestra sus dientes verdes y su mano derecha se alza desde la mugre pero parece
no encontrar nada -ni siquiera invisible-. para acariciar.
-Tranquilo, ángel.
Tranquilo -se incorporó eléctricamente el detective. -Después que la quedaste por ser vos mismo el Padre no te
abandona ni aunque te haya tocado vivir en el Uruguay.
Nos miramos con Manolo.
-¿Y ustedes qué se
creían? -carcajeó Yemanjá con ruindad cabaretera. -¿Yo dije en algún momento que la paloma iba a aparecer si le
recauchutaban los brazos al tilingo? ¿Dije así? ¿O les batí que tenían que tenían que recauchutarle los
brazos al tilingo para que la paloma apareciera, per-fe-ti-si-mos i-nectos?
-Eco -apoyó el vaso en
el suelo Isabelino Pena, y escarbó en su pantalón de dril para desapelotonar
por centésima vez un pañuelo brumoso. -Falta una carambola, todavía. Ahora
falta liberar al NUEVO EÓN que el Maligno Criollo mandó encerrar adentro de la
caja fuerte. Y ahí se acabó la joda.
El hombrecito se
interrumpió para descerrajar un tableteo de estornudos que divirtieron hasta el
llanto a la diosa y después sacó el retrato de la infanta solisense y jadeó:
-Ahora soy yo el que
cierra los ojos y pide que pongas a prueba a Álvaro Pierri, madre del mundo.
Rápido. Mirá que ya tenemos los kinotos atragantados de cuerpear tus fiscales.
Nos volvimos a mirar
con Manolo.
Y
en un chasquear de dedos vemos aparecer a Álvaro corriendo por el túnel: usa
frac y lleva la guitarra en la mano, y al enfrentarse al cachivacherío del
sótano se ordena la melena ya canosa y sonríe:
-Opa,
vo. ¿Qué es este despelote?
-El
subsuelo del futuro Museo Espínola Gómez
-le explica el detective. -Lo que necesitamos es que toques la “Canción del
ladrón”. Nada más.
-Okey
-informa Álvaro, escrutando como un espectador de ping-pong a la diosa del mar
y al Jesús puntaesteño. -Mientras pueda seguir actuando en Salzburgo dentro de
diez minutos no hay problema ninguno.
-Te
sobra el tiempo.
-¿Y
qué onda? ¿Toco de parado, nomás?
-De
parado es gustoso -se seca los corpúsculos de nácar Yemanjá, revoleando la
lengua. -Apoyá el pie en la escalera como los payadores, mijito. Y chupás lo
que tenés que chaparle a la cueva y topún: listo el polvo.
Entonces
escuchamos la canción catalana arreglada por Llobet y en cuestión de segundos
vemos a Ojos de Plata salir de la caja fuerte a través de la pared: ahora no
tiene sexo definido, y flota floralmente sobre el hilo melódico con la más dimensión palomar en la mano. Y
cuando el crucificado recupera el perfil ya visible del ORO y empieza a
acariciarlo el sótano se inunda de una PAX mozartiana y nos evaporamos.
4
Segunda
carambola
Estábamos cenando
ñoquis caseros en el club de billar Los Charrúas y el Viejo preguntó:
-¿Y vos cómo adivinaste
que yo había tenido una pesadilla con alguien que estaba preso de verdad ahí adentro?
-Porque tenemos suerte -retrucó
el detective, contrabandeándome una seña del dos. -¿Vos acaso no adivinaste que
la mejor de las calificaciones posibles para nuestra estadía terrena entre el
pre-nacimiento y la vida eterna es la de Intermezzo
giocoso?
Yo no les di mucha
pelota porque estaba calculando si me alcanzaba para pedir otra jarra de
rosado. Y recé mentalmente: Suficiente
será con que ganes tu sesgo de luz para la tribu.
-Mirá: no me empecé a
hinchar con los firuleteos teológicos -simuló fastidiarse Manolo. -Intermezzo giocoso es el nombre que
lleva esta serie de divertimentos estacionada entre mis obras polifocalísticas
y los próximos cuadros con aquel mismo enfoque. Y chau pinela, pibe.
-Mozo: arrime otra
fonte, por favor -hice una seña, ya sintiéndome invenciblemente instalado en la
heredad azul que construyó mi padre. -Quisiera que brindáramos por el avance de
la Sacratísima Humanidad hacia la PERFECCIÓN DEL REINO, señores.
-Bueno. Voy a acompañarte
a brindar con un dedido acostado -me cacheteó la calva Manolo. -Che, ¿y por qué
no terminás el libro haciéndome perder de vista igual que Chaplin? A patacón
por cuadra, nomás. Y aparte podés poner que me gustaría ir recitando la poesía
más profunda y sencilla que se escribió en la historia del hombre: Y tú Dios por quien todos vemos / y que ves
las almas / dinos si todos un día / hemos de verte la cara. Pero no vayas a
poner Dios con minúscula como los batllistas cuadrados, loco. Mirá que el viejo
Machado tenía vuelo de verdad.
-Ah: yo liquidaría el
cronotopo brindando por esta última carambola -sugirió el detective.
-Hecho -me entusiasmé.
1993 / 98
No hay comentarios:
Publicar un comentario