LECCIONES
DE VIDA
ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER
SEXAGÉSIMA ENTREGA
8
/ LA LECCIÓN DEL MIEDO (1)
DK (1)
Christopher
Landon, hijo del difunto actor Michael Landon, tenía dieciséis años cuando, en
1991, su padre murió. Christopher nos habló del efecto que causó en él y en sus
miedos la muerte de su padre.
“Como
es de esperar, su muerte me causó un gran impacto. Me acuerdo del pasado con
mucha nostalgia. Mi padre eras brillante, encantador y divertido. Hay muchos
aspectos de él que el público ignora y que eran parte de la persona completa
que yo conocía.
“Su
muerte fue el acontecimiento más importante de mi vida. Me cambió como persona.
De niño yo era muy introvertido, tímido e inseguro. Cuando se crece junto a
alguien de tanta relevancia, uno vive siempre a su sombra. Un día, esa sombra
desapareció.
“Muchos
de mis miedos se desvanecieron tras la muerte de mi padre, y aquello me hizo
pensar en la muerte en general. Cuando quieres a alguien y esa persona muere,
estableces tu primera relación con la muerte. Te acercas a ella, y después le
tienes menos miedo porque has estado a su lado. Yo estaba con mi padre en el
momento de su muerte. Toqué la muerte y ella me tocó a mí. Ahora es algo real
para mí, algo tangible. Y también menos aterrador. Todo me resulta menos
terrible. No tengo miedo a las mismas cosas que temía antes de que mi padre
falleciera. En el pasado tenía mucho miedo a volar, me ponía realmente
nervioso. Mi padre se reía de mi miedo. Después de su muerte, aquel miedo y
muchos otros desaparecieron. Sin ser consciente de ello empecé a actuar de una
forma más espontánea; era más asertivo y hacía cosas que nunca había hecho con
anterioridad.
“Antes,
cuando me encontraba ante una disyuntiva, cuando tenía una oportunidad de
arriesgarme y avanzar, me echaba hacia atrás. Tenía miedo de fracasar y parecer
un idiota, así que hacía caso omiso de la oportunidad que se me presentaba.
“Cuando
mi padre falleció, me enfrenté a la muerte y me di cuenta de que nunca sabemos
cuándo vamos a morir y que tenemos que afrontar todos los retos con este
pensamiento. Empecé a sentirme más cómodo conmigo mismo. Ya no tenía miedo de
mi propia persona, de quién era y quién podía ser, de modo que me arriesgué e
hice cosas. No me puse a saltar desde los aviones ni nada tan drástico como
eso, pero dejé mi casa y me fui a estudiar a Inglaterra. Abandonar la comodidad
y la seguridad de mi hogar constituyó un gran paso para mí. Ahora he aprendido
a lanzarme a la vida y ver qué es lo que ocurre. Aquello fue un gran avance
para mí. Y creo con firmeza que, de algún modo, el dolor significa crecimiento.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario