ESCRITOS DE HORACIO QUIROGA
CUADRAGESIMOQUINTA
ENTREGA
El caso Lugones – Herrera y Reissig
(*) (1)
Repetidas
veces se ha escrito, y con decidido afán de molestia, vuelto casi sistema que
la poesía de Leopoldo Lugones derivaba directamente de la de Julio Herrera y
Reissig. (1) Tanto se ha repetido, que para muchos jóvenes es ya un dogma esta
especie. Los cargos de imitación -y servil- pesan particularmente sobre la
construcción de los sonetos Los doce
gozos, y que Lugones insertó en su libro Los Crespúsculos del Jardín, dados a luz en 1905.
La
construcción gramatical e ideológica de dichos sonetos se encuentra realmente
reproducida o anticipada en otros tantos de Herrera y Reissig aparecidos, a su
vez, en su tomo Los peregrinos de piedra,
de fecha anterior al libro de Lugones. Pasma en verdad en unos y otros la
semejanza del tema, del giro oracional, del cuadro, de la disociación
descriptiva encaminada a evocar una unidad final del género puntillista; de
todo lo que, en suma, ha provisto de una persistente individualidad a los
célebres sonetos de ambos autores.
El
señor Blanco Fombona, reputado escritor venezolano, se ha constituido en el más
brioso paladín del cargo que pesa sobre Lugones. El señor Fombona no alude
solamente; poco sería esto para su carácter batallador. Nítida y cortante,
expone la comparación entre ambos poetas
en el prólogo que inicia una edición extranjera de Los peregrinos de piedra. Vale la pena -y creo que por última vez,
como se verá- transcribir las líneas del autor venezolano que se refieren a esta flagrante imitación.
Dice
el señor Blanco Fombona:
“En
1905 aparecía en Buenos Aires un libro de Leopoldo Lugones titulado Los crepúsculos del jardín. En ese
volumen puso en circulación Lugones, las novedades de Herrera y Reissig.
Herrera y Reissig fue para el Lugones de Los
crepúsculos del jardín lo que el Perugino para Rafael: fue tal vez más. Los
lectores de la Antología que publica
Santos pueden cotejar los sonetos de Herrera y Reissig con los sonetos de Los crepúsculos. Así descubrirán la
filiación de estos últimos. Por lo pronto, me serviré, para ilustrar mi
opinión, de algunos ejemplos:
“El
poeta de Montevideo escribió en El baño de
tres doncellas: Foloe, Safo y Ceres:
“…se
abrazan las ondas
que
críspanse con lúbricos espasmos masculinos.
“El
poeta de Buenos Aires empezó luego aquel hermosísimo soneto titulado Oceánida con este verso:
“El
mar, lleno de urgencias masculinas…
“Hay
un soneto de Herrera y Reissig titulado El
enojo. Empieza de este modo:
“Todo
fue así: sahumábase de lilas
y
de heliotropo el viento en tu ventana,
la
noche sonreía a tus pupilas
como
si fuera tu mejor hermana”
“Lugones
escribe:
“Sahumáronte
los pétalos de acacia…
“Y
en otro soneto:
“La
estrella, que conoce por hermanas
desde
el cielo a tus lágrimas tranquilas…
“La
imitación de procedimiento es constante, y se precisa más todavía en otros
poemas. Herrera termina su soneto Decoración
Heráldica con el terceto que transcribo:
“Buscó
el suplicio de tu regio yugo,
y
bajo el raso de tu pie verdugo
puse
mi esclavo corazón de alfombra.
“Y
Lugones concluye su lindo soneto En Color
Exótico con el terceto siguiente:
“Se
apagó en tu collar la última gema
y
sobre el broche de tu liga crema
crucifiqué
mi corazón mendigo.”
“Pero,
ejemplos sueltos no pueden dar idea. Lugones posee demasiado talento para
imitar mot à mot. Lo que ha imitado
en Herrera y Reissig es el procedimiento. El que quiera otros compare Los Crepúsculos del Jardín con Los peregrinos de piedra. Lo que fue novedad en Herrera y Reissig, se
convierte en procedimiento en Lugones:
a la originalidad virgínea del uruguayo sucede la simulación de originalidad en
al argentino. Herrera y Reissig y Lugones son contemporáneos. Las
coincidencias, principalmente de procedimiento, es decir esenciales, que se
observan sobre ambos pudieran algunos atribuirlas a imitación de Herrera y Reissig,
y no a imitación de Lugones, máxime cuando Lugones es poeta célebre, popular en
toda América, y el otro un desconocido. Sobrarán, pues, de seguro, quienes, en
su admiración al gran poeta de Buenos Aires, achacarán al desconocido Herrera y
Reissig la imitación y no al magnífico y popular poeta de Los crepúsculos del jardín. Conviene esclarecer el punto.
“La
imitación de Herrera y Reissig por Lugones podría probarse por razones
sociológicas, si no existieran las de orden cronológico… La razón cronológica,
más al alcance del vulgo, es concluyente…”
(*)
Publicado en El Hogar, Bs. As., año
21, nº 822, 17 de julio de 1925.
(1)
En su correspondencia con José María Fernández Saldaña, las menciones de
Horacio Quiroga a Herrera y Reissig son desdeñosas y hasta poco equitativas del
poeta uruguayo: “Me alegran mucho los homenajes póstumos a Herrera y Reissig,
aunque seguramente superiores al valer del aludido. Verdad es que no conozco su
producción desde 1903. Me lastimó el disparate de Darío atribuyendo a los
sonetos de Herrera gran influencia sobre los poetas jóvenes, siendo así que
nadie se resintió de ello, a no ser el propio Lugones imitado por aquel”, dice
en carta fechada el 8 de agosto de 1912, dos años después de la muerte de
Herrera y Reissig, donde indudablemente está el germen de la polémica que
desarrolla en este artículo.
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