CATHERINE DENEUVE
EN EL PRINCIPIO, BUÑUEL
Por Luis Martínez
(EL MUNDO / 2-9-2014)
¿Sabe que está prohibido fumar en el
hotel? "El problema es que hay demasiadas cosas prohibidas. Si
me hubiera limitado a hacer lo que se suponía que debía hacer, a lo mejor usted
no estaría hablando conmigo", dice y expulsa el humo del cigarrillo por la
boca como sólo ella sabe hacerlo. A la antigua. Catherine
Deneuve (París, 1943) se maneja en las entrevistas con
autoridad. Se sabe perfectamente el papel de Deneuve.
Le gusta mentir o, mejor, adora
recibir cada pregunta más o menos aduladora con un gesto de desdén. "No
entiendo lo de diva. Míreme, qué ve. En efecto, una señora mayor que
trabaja. ¿Qué tengo de diva?", afirma a la vez que regaña. Eso
sí, mucho cuidado con darle la razón. Sólo las divas están autorizadas a hablar
mal de sí mismas. Y así. Otra calada.
A sus 70
años dice sentirse en forma y con ganas. "El pilates
ayuda", puntualiza. Y buena prueba de lo que dice no es sólo la película
recién presentada en el Festival de Venecia, '3 coeurs' (Tres corazones), sino la que aún se mantiene en cartel, 'En el
patio', y alguna más que vendrá. "En cuanto acabe aquí me iré a la India a
seguir con la promoción. Es cansador, sí, pero no me veo haciendo otra cosa.
Apoyar una película y aceptar entrevistas es parte del mismo compromiso. Me
siento muy responsable con lo que hago, con mi oficio", continúa. Firme.
Se diría que gélida. Deneuve.
“Sé cuánto se puede sufrir en esta profesión”
Su nuevo trabajo con Benoît Jacquot la convierte en pantalla en
la madre de Charlotte Gainsbourg y Chiara Mastroiani. Es decir, y en lo que respecta
a esta última, en la madre de la que, en efecto, es su hija. No es la primera
vez que lo hacen. Coincidieron en 'El tiempo recobrado' (1999), de Raoul Ruiz
-que también protagonizó Cristian, el hijo que tuvo con el director Roger
Vadim-, y juntas se las volvió a ver en 'Un cuento de Navidad', de Arnaud
Desplechin.
"Es extraño y agradable a la
vez, tanto para ella como para mí", recuerda. "Yo nunca esperé que
mis hijos se hicieran actores, porque llevo mucho tiempo actuando y sé cuánto
se puede sufrir en esta profesión. Quería protegerlos de ese sufrimiento".
La que habla, no en balde, entró en el cine por coincidencia; una famililar
casualidad. "Mi hermana trabajaba en el teatro, y el director de la obra
necesitaba a alguien que interpretara a su hermana, así que pensaron en mí. Me
gustó hacerlo, pero no estaba segura de si quería vivir de la interpretación.
No lo estuve hasta que conocí a Jacques Demy, y, en el rodaje de 'Los paraguas
de Cherburgo' (1964), me hizo sentir que era
imprescindible para él".
Un tiempo plagado de divas
Y desde entonces hasta ahora.
François Truffaut dijo de ella que bastaba contemplarla en
pantalla para encontrar la felicidad. No queda claro que
Truffaut tuviera que vérselas en el trance de entrevistarla. Se refería a una
mujer que ya, quiera ella o no, daba sus primeros pasos como diva. Los 60 (un
tiempo plagado de eso, de divas del cine francés como Jeanne Moreau, Brigitte
Bardot, Stéphane Audran, Anouk Aimée y Anna Karina) vieron sus mejores y quizá
totémicos trabajos.
Deneuve completó 28 películas y su
porte y sobriedad aristocráticos hicieron de ella la actriz
más-allá-de-la-realidad. La gélida Deneuve.
"Me desconcierta ese adjetivo. Es como si siempre hubiera hecho de dama de
llaves o de reina. En pantalla, he sido ciega, muda,
lisiada, asesina, vampira, madre adolescente, lesbiana, alcohólica,
ladrona. Me asombra que la gente me describa en esos términos, que se me
considere fría".
En
el principio, Buñuel
Sea como sea, sabe perfectamente que la culpa de todo la tuvo Luis
Buñuel. Fue su papel en 'Belle de jour', helador y opaco, la que la convirtió
en lo que ahora, no sin coquetería, rechaza. El juego siempre es el mismo: sólo
ella está autorizada a criticarse. Pero, mucho cuidado con darle la razón.
"Prefiero que se me asocie con 'Belle de Jour' o con Buñuel que con muchas
otras cosas, francamente", continúa y, esta vez sí, se permite una
sonrisa. Pero leve.
"Es una gran película. Para un
actor, es una gran suerte trabajar desde muy joven con directores muy
importantes, porque te da otra visión sobre el cine. Ser actor significa ser un instrumento para otra persona incluso
aunque eso signifique hacer cosas que no quieres hacer. Me gusta entregarme
completamente a los directores, ser manejada por ellos en diferentes
direcciones y que me hagan sentir insegura. Pienso que el peligro más grande
para un actor es quedarse atrapado en la imagen que, después de un tiempo,
cuando se te conoce y se te reconoce, el público y los medios tienden a crear
de ti". Queda claro.
“Hago cine con
pasión”
-¿Qué es lo que a fecha de hoy le motiva más de su trabajo?
-Hacer películas. Tan sencillo. La sensación de comunidad que se crea en
cada rodaje es algo que no se puede comparar con nada. Me gusta. Hago cine por
pasión por el cine, por el cine como profesión, como forma de vida.
-¿Ha pensado en retirarse alguna vez?
-No.
Y ese monosílabo deja un silencio con
el que disfrutar. Sabe que a los que entrevistan les molestan los silencios. Sabe cómo hacer sufrir, aunque sólo sea un poco, al que tiene
delante. Cumplida la penitencia, sigue y confiesa que se esfuerza
día a día por mantener intacta su pasión por su trabajo.
“Vivo muy normalmente”
"Soy una gran aficionada al
cine. Es algo muy importante en mi vida. Cuando tenga la impresión de que los
personajes que se me ofrecen ya no son interesantes, lo dejaré. Pero he estado
haciendo esto toda mi vida, no es fácil considerar esa posibilidad. Además,
creo que me he mantenido lejos de los aspectos de esta profesión que no me
gustan. Vivo muy normalmente, salgo con amigos, vamos al cine, hago cola,
vamos a restaurantes. Mientras no estoy trabajando, no ejerzo
de actriz. De hecho, confieso que cuando alguien invade mi espacio privado para
recordarme que lo soy puedo ser una persona algo desagradable".
-¿Cuál es la última película que le ha impresionado?
-'Winter sleep'. Me parece increíble.
La respuesta es inmediata. No le hace falta pensar como a los políticos sorprendidos por una
pregunta que no esperaban. Se refiere, para situarnos, a la última
Palma de Oro firmada por el director turco Nuri Bilge Ceylan. Es decir, lo
contrario al cine para pasar la tarde. Lejos del arquetipo de mujer frívola
dedicada únicamente a su indudable belleza.
“Fumo. Como de todo y trasnocho”
¿Quiere acaso que hablemos de lo que
hago para mantenerme bien?... Pues no crea que me cuido. Como bastante
chocolate, que me encanta, y como he dicho practico pilates a diario. Pero no
me privo de nada. Fumo, como de todo y trasnocho. Me considero una persona
noctámbula. Nunca cuenten conmigo para antes del mediodía",
comenta de tirón.
Se diría que sin respirar. Llegados a
este punto se para y, por una vez, facilita la labor al que hace las preguntas.
"Una actriz tiene que poder fruncir el entrecejo".
Y aquí se zanjó el tema de la cirujía. "Tengo claro que el aspecto físico
es importante. Sé que si no tuviera el aspecto que tengo, nunca me habría
dedicado a hacer películas. Envejecer no es agradable para nadie, y menos aún
para quien, como yo, depende de su imagen. Pero no es un drama".
“Fumar me ayuda a
recordar”
-¿Cuándo sabe una actriz que está envejeciendo?
-Bueno, no sólo una actriz. Cualquiera. Yo lo noto sobre todo porque veo
que a mi alrededor falta mucha gente. Y eso me vuelve muy melancólica. Antes me
preguntaba por el tabaco. Pues le diré que una de las cosas por las que me
gusta fumar es porque me recuerda muchos momentos, muchas personas. Me ayuda a
pensar y a recordar. Y eso me vuelve melancólica.
Y dicho lo cual, añade: "Pero no soy nostálgica". Sea como sea, y quizá
contradictoriamente, sabe que el cine que se hace ahora no es el mismo con el
que ella creció. "El cine ya no es lo que fue",
sentencia. "Antes el cine era algo muy exclusivo. Te sentías parte de un
colectivo, de una gente muy particular, especial. Ahora ya no es así. No sé si
es por la televisión, o por internet, o porque ahora mismo cualquiera con
talento o no puede hacer una película. El caso es que ya no es lo mismo. Pero
no me lamento", concluye.
Todos los sueños
caben en su cuerpo
-De toda su carrera, ¿se quedaría con una película en particular?
-'Las señoritas de Rochefort '(Jacques Demy, 1967), sin duda. Fue una
experiencia fantástica con mi hermana. Y, de hecho, es el mejor y último
recuerdo que guardo de ella [falleció el mismo año del estreno de la cinta en
un accidente de tráfico].
Para cuando acaba la entrevista se
hace imposible dejar de ver a través de Deneuve mucho más. Repasar su filmografía produce vértigo y hasta un ligero picor de
ojos. Es el humo. Desde los citados Buñuel y Truffaut a Polanski,
por citar los evidentes, todos los sueños posibles caben en el cuerpo (antes
menudo, ahora contundente) de esta mujer que fuma. Porque Deneuve fuma. Pero no
lo hace por vicio ni siquiera por gusto, en su caso fumar es una manera de
mirar el mundo. Con filtro mentolado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario