ENCUENTRO
CON LA SOMBRA
(El poder del lado oscuro de la
naturaleza humana)
Carl
G. Jung / Joseph Campbell.
ll
/ Marie-Louise von Franz / Robert Bly / Ken Wilber / Nathaniel Branden / Sam
Keen / Larry Dossey / Rollo May
/ M. Scott Peck / James Hillman / John Bradshaw y otros.
Edición
a cargo de Connie Zweig y Jeremia Abrams.
CIENTOCTAGÉSIMOTERCERA
ENTREGA
DÉCIMA PARTE
RECUPERAR NUESTRO LADO OSCURO
MEDIANTE LA INTUICIÓN, EL ARTE Y EL RITUAL
43: ASUMIR EL YO ENAJENADO
Nathaniel Branden (1)
Es
psicólogo y ejerce en la ciudad de Los Angeles. Entre sus libros cabe destacar The Disowned Yo; How to Raise Your Yo-Esteem y The Psychology of Romantic Love.
¿Cómo
puede una persona desconectarse de tal manera de su propia experiencia
emocional que llegue a ser incapaz de sentir el significado de las cosas?
Comencemos
diciendo que la mayoría de los padres enseñan
a sus hijos a reprimir los sentimientos. Veamos algunos ejemplos: cuando un
niño tropieza y se queja su padre suele reprenderle ásperamente con el
argumento de que “los hombres no lloran”; cuando una niña odia a su hermano o
siente rechazo por algún pariente mayor su madre suele decirle: “Odiar es algo
terrible. En realidad tú no sientes odio”; cuando un niño entra corriendo en
casa, pletórico de entusiasmo y alegría, suele encontrarse con un padre enojado
que le recrimina con acritud: “¿Qué te ocurre? ¿Por qué haces tanto ruido?” Los
padres emocionalmente distantes e inhibidos suelen criar hijos igualmente
distantes e inhibidos. Y ello no sólo a consecuencia de sus manifestaciones
verbales abiertas sino también mediante el ejemplo tácito que les ofrecen ya
que con su propia conducta están enseñando a su hijo lo que es “correcto”,
“apropiado”, “socialmente aceptable”, etcétera. En especial, resulta
particularmente nefasta la influencia de aquellos padres que tratan de inculcar
a sus hijos una determinada enseñanza religiosa porque suelen inducirles
conceptos tan erróneos y perniciosos como que hay “malos pensamientos”, “malas
emociones”, etcétera, imbuyéndoles así de un miedo moral hacia su propia vida
interior.
De
este modo, un niño puede verse abocado a concluir que sus sentimientos son
potencialmente tan peligrosos que, en ocasiones, es aconsejable negarlos y, en
fin, que de un modo u otro, debe “controlarlos”.
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