MARCOS MUNDSTOCK
“MIENTRAS SIGAMOS CON BUENA SALUD, LA IDEA ES
MANTENERNOS”
por Andrés Rodríguez
(EL PAÍS /
14-3-2016)
“El show debe
continuar", decía la canción de la banda británica Queen. Es la filosofía
y decisión que adoptó el grupo argentino de humor y música Les Luthiers, según afirma
Marcos Mundstock (Santa Fe, Argentina, 1942), uno de sus integrantes y
cofundador. Después del doloroso
fallecimiento en agosto de 2015 de Daniel Rabinovich, miembro de la
agrupación desde su fundación y un “hermano querido” para sus compañeros, los
humoristas se automedicaron con la
mejor medicina y lo que mejor se les da: hacer reír.
En septiembre de
2017 cumplirán 50 años de trayectoria y de momento “no quieren colgar los
botines”, le prometieron a
Rabinovich que no pararían. Se sienten bien y con energía, al igual
que el legendario Johan Sebastian Mastropiero, su compositor de cabecera,
“cómplice” y personaje ficticio mencionado en muchas de sus escenificaciones.
Después de oficializar la incorporación el año pasado de Martín O'Connor y
Horacio Turano (reemplazantes estables de Les Luthiers), continúan de gira con
el espectáculo ¡Chist! (2011),
una antología con algunas de sus mejores obras, que los llevará por Barcelona
en marzo y por México en abril.
Con tantos años de carrera y tantas composiciones
¿Qué criterios se siguen para la recopilación de obras notables?
Básicamente la
primera premisa es que salga un show muy potente y de calidad. Las obras las
elegimos por el momento en que la hicimos, por el recuerdo nuestro, por el del
gusto que nos da hacerlas. Otro es que sea un show equilibrado, tenga cosas
variadas, escenas más teatrales, más musicales, que estén repartidas entre los
integrantes para que tengamos el mismo protagonismo en lo posible. Tratamos de
buscarle una hilación a todo el espectáculo. En el caso de ¡Chist! es perfecta, porque a lo largo del
espectáculo se va repitiendo el número de los políticos corruptos que modifican
el himno nacional, ese número le da la columna vertebral al espectáculo.
“Siempre nos gustó el
humor atemporal, el que no se vincula con lo local”
Con el paso de los años las escenificaciones van
mutando ¿Cuál es el secreto para que estas no pierdan la esencia?
Yo diría que es un
mérito que hemos descubierto a lo largo de los años. Buscamos, desde un
principio, que tuvieran que ver con un humor abstracto y con situaciones que le
pasa a la gente. Siempre nos gustó ese tipo de humor atemporal y que no se
vincula con lo local, ni con complicidades del momento, ni en una cosa de
actualidad rabiosa.
¿Cómo fue volver a subir a un escenario después del
fallecimiento de Daniel Rabinovich?
Fue muy duro. Él
era un hermano querido, además era una figura básica en el espectáculo. Era
gracioso, era muy buen músico y se nos murió un hermano con el cual
trabajábamos. Imagínate el dolor que implica todo eso. Durante un año,
empezamos a trabajar sin él con reemplazantes al principio de su enfermedad [un
infarto que lo dejó fuera en muchas presentaciones]. Afrontamos la dificultad
de adaptarse a dos actores distintos y, cuando murió, fue afrontar el dolor de
que era un camino sin retorno. El hecho de habernos acostumbrado a trabajar sin
él ayudó un poco con la tristeza.
¿Cómo ha sido la respuesta de la gente a la
ausencia de Rabinovich?
El espectáculo se
hace exactamente igual: con cada palabra, con cada coma, con cada actuación y
con cada nota musical. Las risas del público son también puntuales y cumplen
exactamente en los mismos sitios donde estaban en el espectáculo cuando estaba
Daniel. Es como ver la misma obra de teatro con la misma producción, pero uno
de los actores ha cambiado para el gran público. Hay gente que nos dice que no
puede venir a ver a Les Luthiers por
el dolor que les causa vernos sin él. Todo pasó por el instante en el que
decidimos seguir trabajando, eso nos tomó un tiempo. Él quería que siguiéramos
trabajando. Una vez tomada la decisión de seguir, te acordás de él hasta en los
camerinos, cinco minutos antes de salir a escena. Salís, te ponés a hacer tu
trabajo, el público te devuelve con carcajadas y eso es una situación de
felicidad que no ha cambiado.
“Somos unos privilegiados por el oficio
de hacer reír a la gente”
Este nuevo ciclo incluye una selección de éxitos
que se ríen de la música más insulsa y a la vez comercial ¿Cuál es la fórmula
para lograr una cohesión perfecta entre música y humor?
La hemos ido
aprendiendo empíricamente, sobre la práctica, viendo los resultados,
aprendiendo de nuestras propias dificultades, de nuestros errores y de nuestros
aciertos en tantos años. Tenemos los colores de una paleta que van desde el
humor verbal puro hasta la parodia musical pura. Cuando se presenta una
situación, naturalmente surge la decisión de cuánto de parodia de texto y
cuánto de parodia musical tenemos que incluir. Una vez elegido el tema y la
historia que vamos a contar, los ingredientes los pide el asunto en sí.
Cuando se habla de Les Luthiers, se hace una referencia inmediata al término “humor
inteligente”. ¿Consideran correcto ese apelativo?
Sí, nos gusta esa
definición, además nos honra. Le agregaría ingenioso, elaborado y cuidadoso.
Recurre a cosas un poco más elaboradas que el humorismo común, desde la
bofetada, hasta el que tiene contenido sexual. Lo nuestro hace los mismos
chistes combinando y oponiendo ciertas ideas. Ese es un par de escalones por
encima del humor muy elemental, pero tampoco llega a ser un humor literario,
por decirlo así, aunque también tenemos elementos de ese tipo.
“Hay gente que no viene a vernos por el
dolor de no ver a Rabinovich”
Parecería que la incorporación de Martín O'Connor y
Horacio Turano les ha dado un nuevo aire ¿Cómo ha cambiado la dinámica del
grupo?
Ha facilitado
ciertas cosas. Se reparten la calidad del canto en géneros. Martín es un
cantante lírico que, por ejemplo, en el sketch La hija de Escipión, luce sus cualidades de su hermosa voz y
Horacio se luce cantando en El bolero de
los celos. Tenemos una paleta más ancha de recursos teniéndolos a los dos.
En septiembre del año siguiente se cumplen 50 años
del grupo. ¿Cómo ha visto todo este tiempo en los escenarios?
Estamos agradecidos
y nos consideramos unos privilegiados por tener el oficio de hacer reír a la
gente. Cuando uno lo puede hacer, y es aceptado por el público, es una
verdadera bendición.
Carlos Núñez, otro de los integrantes, decía en una
entrevista que cuando llegué el aniversario de Les Luthiers sería, para él, momento de retirarse ¿Tienen definida
una fecha para “colgar los botines”?
No, mientras
sigamos con buena salud, la idea es mantenernos. Es lo mejor que sabemos hacer
y lo que más nos divierte y lo que más nos gratifica. Por el momento estamos
tratando de convencerlo que no se retire, pero si él cumple con ese deseo
propio, si se siente muy cansado y quiere retirarse en 2017, ojalá que los
demás podamos seguir, que estemos en condiciones y con las ganas que tenemos
ahora. Con la incorporación de Horacio y Martín al equipo principal, hemos
tomado otros dos reemplazantes que cubren lo que hacían ellos antes, que son
excelentes también.
Les Luthiers es el principal difusor de la obra de Johan
Sebastian Mastropiero, alma mater del grupo, ¿Qué opina él acerca de la idea de
seguir?
Mastropiero está
feliz, porque es una asociación ilícita la que tenemos con él, ya que no podría
vivir sin nosotros y nosotros hemos hecho gran parte de nuestra carrera gracias
a él. Así que asociación ilícita, simbiosis perversa, pueden llamarlo como quieran.
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