16/10/17

MARCOS DURAÑONA

LÍRICA PARA PERDEDORES

(primera edición WEB elMontevideano Laboratorio de Artes / 1017)


CUARTA ENTREGA



XXXI

.

Quebrándome en el silencio
que dejó la mierda de tu amor.

Tu amor burgués
seco como rezo de perro.

Tu culpa enmascarada.




XXXII




Chorrea la lágrima del divino
por los montículos de tierra verde.

El heraldo de Eros no vino hoy por mí
en este baldío de troncos huecos.

El cielo despejado de los
cadenazos de lluvia
va a dejar rocío en el desamparo.




XXXIII




El gusto dulce de la derrota
me peina el alma
y cultiva en el desierto
un venenoso azul
de primavera.

Labios fruncidos y anillos sueltos
y una rica flor me parte el alma
hasta que nos perdono.




XXXIV




Una flor caída del desierto
atravesó mi cielo.




XXXV



El poema de la derrota
libera la pluma en este acto de bondad.

El sabor agrio del arpón sucio
y la victoriosa derrota
que se huele en mis dedos.

Parte del poeta podrido prefiere perderse
y el muerto de las sienes de oro
funda la frenética flauta de la duna ardiente.




XXXVI




Mareado me soporto contra el muro
y vomito el bicho.

Una flor caída de la luna
me hace amar el desierto.




XXXVII



Un cuervo blanco
cae al suelo
su sombra desaparece
y también gime por última vez.

Después el gato se relame y resopla
mientras la sangre forma una eterna catarata
en el ojo infantil del cuervo blanco.




XXXVIII




Cuando las puertas de fuego del cielo se abran
vas a ver llegar al jinete de plata
como una polvareda del mundo de plástico.

Pero cantando sobre los huesos.




XXXIX




La serpiente que lleva puesta una corona
me pide siseando que trague más tierra.

Se derrumban los caminos y el toro de oro
me pide que vuele
que me despegue las alas con dolor
y me caiga en el cielo.

Sin pedirle perdón.




XL


El diablo y la sombra


Los barrotes deberían deshacerse en átomos
para que puedas gritar “Freiheit”.

Pero nadie escucha cantar los huesos
que hay bajo el concreto y el piso de aceite.

Sólo yo los veo llorar
cuando el fulgor de las mandolinas


desata la belleza del silencio.

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