GRACIELA PIÑEIRO
UN SISTEMA PRODUCTIVO QUE DAÑA EL AGUA, LA SALUD Y EL MEDIO AMBIENTE
por Sebastián González Vignoli
(La Juventud / 29-9-2017)
Graciela
Piñeiro es paleontóloga, doctora en Biología, investigadora y profesora de la
Facultad de Ciencias. En entrevista con La Juventud, la profesional explicó
detalles sobre el deterioro de la calidad del agua potable en nuestro país,
quiénes tienen responsabilidad en este tema y cómo podría mejorarse. Este año,
Piñeiro recibió el Premio Nacional a la Excelencia Ciudadana y fue nombrada
Ciudadana de Oro por el Centro Latinoamericano de Desarrollo.
Uruguay se caracterizaba por tener un
agua corriente de calidad, ¿Cómo se llegó a la situación actual donde el agua
de la canilla tiene mal olor, mal sabor, grandes cantidades de cloro y donde
algunos académicos recomiendan no tomarla?
Es verdad, el agua del Uruguay era de
primerísima calidad hace tan solo 20 años, tanto así que las bebidas producidas
en nuestro país tenían un sabor especial que las diferenciaba claramente de
otras de la misma marca producidas en otro país. Hoy en día, la calidad del
agua bruta de ríos y arroyos que son las principales fuentes de abastecimiento
para OSE, ya no es la misma. El agua superficial, así como también algunas aguas
subterráneas, contienen más partículas en suspensión (metales, materia
orgánica, medicamentos, detergentes, distintos compuestos químicos de la
estética personal, pesticidas, etc.), demandando el uso de mayor cantidad de
productos químicos para removerlas.
¿Qué responsabilidad tiene el
agronegocio y el monocultivo de soja transgénica en esta situación?
Gran parte de la responsabilidad. El
sistema productivo que se ha implantado en el país a partir de 2004-2005, pero
que se disparó exponencialmente en la temporada 2011-2012, ha sido determinante
para explicar el deterioro superlativo de las condiciones ambientales en el
medio rural y que repercuten directamente como factor social negativo en las
urbes. Fumigaciones brutales que acompañan al sistema de plantaciones por
siembra directa destruyen la riqueza del suelo. Esto provoca la necesidad de
aplicar excesivas cantidades de fertilizantes que escurren a las fuentes de
agua, incrementan los nutrientes y hacen que se produzcan floraciones de
cianobacterias, pasibles de liberar microcistinas. El agua debe ser purificada
con métodos no convencionales y esencialmente convencionales como la cloración,
pero utilizando mayores cantidades de químicos, aumentando así la posibilidad
de formación de compuestos muy peligrosos para la salud como los
trihalometanos. Estos compuestos, a su vez, también se están formando en el
agua bruta (incluyendo aquellas fuentes que son usadas para consumo humano) por
la aplicación de pesticidas organoclorados. La liberación de barros tóxicos
resultantes de la potabilización del agua en estas condiciones de deterioro,
también contribuye a empeorar la situación de las cuencas. Este sistema de
producción no solo le causa un daño económico muy importante al país en el
concepto de purificación del agua y de recuperación ambiental, sino también en
el deterioro de la salud humana y de los ecosistemas que sostienen la
preservación de nuestros principales recursos. Los antecedentes en otros
continentes y las realidades actuales de muchos países de América Latina que
han optado por este sistema productivo, mostrando un deterioro de la calidad de
vida y de la salud sumado a un aumento de la violencia, no se condicen con las
valoraciones que los gobiernos han hecho de él para justificar su permanencia.
La
falta de saneamiento en varias localidades de la cuenca del Río Santa
Lucía, ¿tiene alguna vinculación con la calidad del agua de ese cauce?
El saneamiento es importante, pero no
es vinculante con el deterioro de la calidad del agua. En el Uruguay siempre
hubo zonas rurales sin saneamiento y eso no afectaba la calidad del agua. El
deterioro del Santa Lucía, por ejemplo, es debido al tipo de producción
intensiva, ya sea agrícola o ganadera, que se permite realizar en la
cuenca.
¿Qué productos nocivos para la salud
humana se encuentran hoy en el agua que sale por nuestras canillas?
El cloro gas es un descontaminante muy
efectivo del agua. Pero en el proceso de cloración y dependiendo de la cantidad
de materia orgánica presente en el agua, la temperatura y el pH entre otros
factores, se puede producir la generación de compuestos halogenados (trihalometanos)
que son peligrosos para la salud. Los trihalometanos son compuestos que se
forman cuando el agua con abundante contenido de materia orgánica recibe un
exceso de cloro. Esos compuestos son: dibromoclorometanos (CHCLBr2),
bromoformos (CHBr3), cloroformos (CHCL3), y diclorobromometanos (CHCL2Br). Si
la concentración de materia orgánica es mayor, se necesita aumentar la cantidad
de cloro para que la potabilización sea efectiva y por ende se aumenta también
la generación de trihalometanos. Sería interesante conocer la cantidad promedio
de trihalometanos que hay en el agua bruta existente alrededor de las plantas
de purificación, investigar su presencia en algunos ríos, o cañadas en
distintos puntos del país y compararlos con la cantidad de trihalometanos que
se encuentran en el agua tratada que sale de la canilla. Esos datos nos
permitirían inferir cuánto afecta el proceso de cloración a la propia fuente
que proporciona el agua a tratar, la cual muchas veces contiene el doble de la
cantidad de trihalometanos permitida. Esto puede deberse a que muchos ríos o
arroyos muestran altos índices de eutrofización y por tanto de materia orgánica
que puede reaccionar con el cloro que proviene de los agroquímicos
organoclorados que se usan abundantemente en el agro. Existen otras
metodologías para potabilizar el agua que son menos agresivas e incluso más
baratas como las plantas que usan membranas de bentonita y zeolita. Estas rocas
provienen de la diagénesis de cenizas volcánicas depositadas hace millones de años
y al ser parte de la familia de las arcillas, y al poseer una carga iónica
natural, retienen las partículas indeseadas del agua que escurre a través de
ellas mediante un fenómeno llamado adsorción. En el proceso, similar al que
caracteriza al uso de carbón activado, no hay incorporación de químicos al
agua. El carbón activado es un producto relativamente caro, mientras que las
bentonitas y zeolitas las tenemos disponibles en yacimientos de Uruguay.
¿Cómo pueden los hogares mejorar la
calidad del agua a un costo razonable?
El consumo del agua de OSE sigue siendo
la mejor solución, a pesar del contenido de cloro. La cloración elimina la
posible existencia de bacterias u otros microorganismos que podrían producir
daños en la salud. Pero como todo proceso químico, la cloración deja residuos
que también son nocivos y pueden producir efectos negativos en los
consumidores. Si en el hogar pueden usarse filtros de distinta naturaleza
mejorarían sustancialmente la calidad del agua, al eliminar las sustancias químicas
en suspensión que ella podría contener y que podrían, en algunos casos, afectar
la salud. En otros casos, dejar el agua en recipientes de vidrio por al menos
12 horas, mejora también la calidad del producto, dado que permite la remoción
del cloro, que al ser un gas, se disipa al paso de las horas.
¿El agua embotellada es buena solución
al problema de la mala calidad del agua corriente? ¿Los bidones traspasan
alguna sustancia química al agua?
El agua embotellada es el gran negocio
que ha surgido y se ha desarrollado de manera exponencial, a expensas de la
contaminación del agua. Si bien, para mucha gente es, se podría decir, un
alivio, no es obviamente una solución a largo plazo. Lo ideal es que el agua
esté disponible para la población en su estado más cercano a su naturaleza
original, si así fuera, el agua sería muchísimo más barata que lo que pagamos
hoy en día por un líquido que no sabemos bien qué es, dada la cantidad de
sustancias “extra” que contiene. La potabilización del agua embotellada es la
misma que la que se realiza en el agua del grifo, aunque con algunas variantes
que mejoran su sabor. Pero lo que puede variar es la composición de la fuente
original. Si el agua embotellada proviene de un manantial, puede poseer
condiciones físico-químicas diferentes de la que potabiliza OSE del Río Santa
Lucía, por lo cual, el producto final puede ser diferente. Para saber eso,
habría que tener la información sobre el estado del agua bruta (contenido de
materia orgánica y de otros compuestos y/o elementos químicos) en ambos casos
(agua de OSE y embotellada) y también del sistema de potabilización que se
aplica, para así, evaluar la calidad del agua resultante en cada caso. Respecto
del envase de plástico, los estudios que se han realizado indican que puede
haber incorporación de materiales plásticos hacia el contenido, sobre todo en
el caso de uso de policarbonatos en base a tereftalato de polietileno. Otros
estudios sugieren que aún así, las cantidades que se transfieren son muy
mínimas y se asegura que ellas no afectan a la salud, aún contando su
acumulación diaria. En mi opinión, el plástico es altamente contaminante para
el ambiente y por ende habría que dejar de producirlo. La exigencia a las
empresas de almacenamiento de alimentos en envases de vidrio, debería ser una
materia de preocupación gubernamental, pero la reducción de consumo de los
plásticos es una responsabilidad de cada uno de nosotros.
¿Es posible revertir este problema y
que Uruguay vuelva a tener agua corriente de calidad? ¿En qué plazo?
El tema pasa por evitar la
contaminación antes que nada, o sea, tomar las medidas correspondientes que
permitan proteger las fuentes de abastecimiento del grado de contaminación a las
que están sometidas hoy en día, no solo en Uruguay sino en general en toda la
cuenca del Río de la Plata. Lo que veo es que se hace el camino incorrecto en
permitir la contaminación y luego aplicar la cloración para poder llevar un
producto a los hogares que cumple en apariencia con las normas requeridas por
la OMS. Por supuesto que en el Uruguay se puede revertir el proceso de
deterioro de nuestra agua, reconvirtiendo las políticas de producción de
monocultivos contaminantes a un sistema de producción diversificada, orgánica y
en armonía con la naturaleza. El tiempo de recuperación puede ser variable,
pero de acuerdo a recientes casos que he podido observar, en los cuales se
produjo un retroceso importante de los monocultivos o su remoción completa (ej.
Laguna del Cisne, departamento de Canelones), la mejora de las condiciones
puede producirse relativamente rápido.
Esta situación del agua, ¿afecta
también a los animales?
La situación de deterioro del agua
afecta a todos los seres vivos. Cuando cuantificamos los daños de la
contaminación de las fuentes de agua dulce, no incluimos a los animales y
vegetales que son parte de los ecosistemas afectados; no tenemos muchos datos de
ello tampoco. Pero, por ejemplo, se ha notado un aumento de algunas afecciones
en animales domésticos, como por ejemplo las alergias y la aparición de tumores
en perros y gatos. Se debería estudiar la incidencia del agua con exceso de
cloro que esos animales beben en la aparición de estas enfermedades, y calibrar
también el efecto de la ingesta de productos transgénicos que contienen la
mayoría de los alimentos secos que nos ofrece el mercado para nuestras
mascotas. Los efectos del consumo de organismos genéticamente modificados (OGM)
no han sido totalmente comprobados según algunos especialistas, a pesar que
algunos estudios han mostrado claramente su responsabilidad en la aparición de
tumores cancerígenos en mamíferos. En el Uruguay, no es posible realizar
estudios de trazabilidad, o sea un seguimiento de los efectos que puede
producir en nuestra salud o en la de nuestras mascotas el consumo de OGM, dado
que no se legisla a favor del etiquetado obligatorio de los alimentos. El
preconcepto que se ha introducido en la opinión pública es que si fueran malos,
ya estaríamos muertos porque hace más de veinte años que se comercializan.
Pero, ese concepto es casi un slogan empresarial; es lógico que si nos mataran
de inmediato, ya no serían rentables. Respecto de la toxicidad que puede
representar el agua bruta contaminada con distintos residuos químicos de la
agricultura y actualmente también de la ganadería, es que ella favorece la
proliferación de floraciones de cianobacterias generadoras de toxinas (microcistinas).
Los animales de cría beben de esa agua y enferman hasta morir. Se han reportado
muchos casos de ganado vacuno y también ovino que han muerto al beber el agua
de los arroyos o ríos con un alto grado de eutrofización y eventual presencia
de microcistinas, representando una pérdida económica para el productor y para
el país. El Uruguay es un país geográficamente pequeño, pero siempre se destacó
por su idiosincrasia de respeto al medioambiente y a los derechos humanos.
Recuperar esta cualidad de grandeza implicará sin duda, mantener el distintivo
de “Uruguay Natural” que nos promociona en el mundo.
¿Qué opinión tiene Ud. sobre la Ley de
Riego que promueve el Poder Ejecutivo y que ya tiene media sanción?
La reforma que se propone realizar a la
ley de riego existente, plantea básicamente el almacenamiento de agua por
represamiento y micro-represamiento de nuestros cursos de agua superficiales en
usufructo de la producción agrícola fundamentalmente, y ganadera intensivas. En
mi opinión, además de tener en cuenta que un grupo calificado de científicos
uruguayos, especializados en el estudio de ambientes límnicos ya advirtió a las
autoridades sobre la inconveniencia del represamiento de nuestros cursos de
agua superficiales, habría que preguntarse qué tipo de productores podrían
tener problemas de acceso al riego en un país pequeño como el Uruguay, cuyo
territorio es abundantemente regado por ríos, arroyos, cañadas, contando con un
régimen de lluvias absolutamente suficiente y aún exaltado como el que tenemos
ahora. Si los defensores de esta enmienda a la ley de riego buscan favorecer a
los que producen commodities (grandes extensiones de monocultivos de semillas
transgénicas, incluida la forestación), es posible que el agua que se necesite
para el “riego” deba ser mayor que lo normal, dado que deben contar con miles
de litros para disolver los agroquímicos que aplican en esos cultivos, varias
veces en cada temporada. Pero estos “productores” están asegurados contra las
posibles inclemencias meteorológicas, ya sea por sequías o por inundaciones y
difícilmente les falte agua de lluvia para obtener el máximo de producción que
les aseguraron con la compra del paquete tecnológico. Si eventualmente se
presentaran casos excepcionales que ameriten una acción que no esté contemplada
en la reglamentación actual, se pueden estudiar las formas de socorro por parte
del Estado, siempre y cuando la solución no perjudique la sustentabilidad
del/los cursos de agua. Otro aspecto que impacta negativamente de esta
propuesta de ley que lamentablemente, ya mereció un apoyo de parte de los
senadores de la República sin siquiera analizar el llamado de alerta que
responsablemente se emitió desde la Academia, es que una vez represada, la
gestión de esa agua, que es de todos, se pondrá en una subasta y pronto tendrá
otros dueños que no son el pueblo uruguayo. Cabe entonces imaginar que el
destino que los “inversores” le darán al agua será el más conveniente a sus
intereses empresariales, los que seguramente, no serán los de ayudar a pequeños
productores, por ejemplo, de frutas y verduras, que valientemente aún siguen
produciendo y son los que verdaderamente alimentan a la población. A pesar de
ello y representando una gran paradoja, esos pequeños productores de alimentos
viven con lo justo si los comparamos con los que producen insecticidas (ej.
maíz transgénico y en general organismos genéticamente modificados). Si como se
afirma desde algunos sectores, nuestra agua ya se comercializa por concepto de
riego y otros, sin que al Estado le entre el canon correspondiente, pues que se
investiguen esos hechos y se realicen controles más exhaustivos y si es
necesario, que se revise la reglamentación vigente para encontrar la forma de
evitar y/o penalizar esas malas prácticas. Lo que está mal, no se puede
“enmendar” con algo que está peor, hay que buscar la forma de solucionarlo. Por
los motivos que he expresado y por muchos más inconvenientes que podrían
aparecer en el futuro, estoy en contra de esta reforma de la ley de riego que
propone el gobierno y apoyan los parlamentarios de la Cámara Alta, así como
también de todas las leyes que impliquen o impulsen la pérdida de soberanía
sobre nuestros más preciados bienes.
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