ANTONIN
ARTAUD
EL
TEATRO Y SU DOBLE
Traducción de Enrique Alonso y Francisco Abelenda
DECIMOQUINTA ENTREGA
1
EL
TEATRO Y LA PESTE (11)
Como la peste, el
teatro es una formidable invocación a los poderes que llevan al espíritu, por
medio del ejemplo, a la fuente misma de sus conflictos. Y el ejemplo pasional
de Ford, evidentemente, no es sino el símbolo de una tarea superior y
absolutamente esencial.
La aterrorizante
aparición del Mal que en los misterios de Eleusis ocurría en su forma
verdaderamente revelada, corresponde a la hora oscura de algunas tragedias
antiguas que todo verdadero teatro debe recobrar.
El teatro esencial se
asemeja a la peste, no porque sea también contagioso sino porque, como ella, es
la revelación, la manifestación, la exteriorización de un fondo de crueldad
latente, y por él se localizan en un individuo o en un pueblo todas las posibilidades
perversas del espíritu.
Como la peste, el
teatro es el tiempo del mal, el triunfo de las fuerzas oscuras, alimentadas
hasta la extinción por una fuerza más profunda aun.
Hay en él, como en la
peste, una especie de sol extraño, una luz de intensidad anormal, donde parece
que lo difícil, y aun lo imposible, se transforman de pronto en nuestro
elemento normal. Y los rayos de ese sol extraño iluminan la Annabella de Ford, como iluminan todo
teatro verdaderamente válido. Annabella se
parece a la libertad de la peste cuando, poco a poco, de escalón en escalón, el
agonizante infla su personaje, y el sobreviviente se transforma lentamente en
un ser enorme y abrumador.
Podemos decir ahora que
toda verdadera libertad es oscura, y se confunde infaliblemente con la libertad
del sexo, que es también oscura, aunque no sepamos muy bien por qué. Pues hace
mucho tiempo que Eros platónico, el sentido genésico, la libertad de la vida,
desaparecieron bajo el barniz sombrío de la libido, que hoy se identifica con
todo lo sucio, abyecto, infamante del hecho de vivir y de precipitarse hacia la
vida con un vigor natural e impuro, y una fuerza siempre renovada.
Por eso todos los
grandes Mitos son oscuros, y es imposible imaginar, excepto en una atmósfera de
matanza, de tortura, de sangre derramada, esas fábulas magníficas que relatan a
la multitud la primera división sexual y la primera matanza de esencias que
aparecieron en la creación.
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