CARLOS
CASTANEDA
LAS
ENSEÑANZAS DE DON JUAN
(Una
forma yaqui de conocimiento)
CUADRAGESIMOCUARTA
ENTREGA
PRIMERA
PARTE
“LAS
ENSEÑANZAS”
IV
(11)
Martes,
3 de julio, 1962
-Creo que Mescalito
casi te ha aceptado -dijo don Juan.
-¿Por qué dice usted
que casi me ha aceptado, don Juan?
-No te mató, ni
siquiera te hizo daño. Te dio un buen susto, pero no uno malo de verdad. Si no
te hubiera aceptado para nada, se te habría aparecido monstruoso y lleno de
ira. Algunas gentes han aprendido lo que significa el horror al encontrárselo y
no ser aceptadas.
-Si es tan terrible,
¿por qué no me lo dijo usted antes de llevarme al campo?
-No tienes valor
suficiente para buscarlo a propósito. Pensé que era mejor que no lo supieses.
-¡Pero pude haber
muerto, don Juan!
-Sí, pudiste. Pero yo
estaba seguro de que te iba a ir bien. Una vez jugó contigo. No te hizo daño.
Pensé que también esta vez tendría compasión de ti.
Le pregunté si
realmente pensaba que Mescalito me había tenido compasión. La experiencia había
sido aterradora; yo sentía casi haber muerto de susto.
Dijo que Mescalito fue
de lo más bondadoso conmigo, me enseñó una escena que era una respuesta a una
pregunta. Don Juan dijo que Mescalito me había dado una lección. Le pregunté
cuál era la lección y qué significaba. Dijo que sería imposible responder a esa
pregunta porque yo había tenido demasiado miedo para saber exactamente qué le preguntaba a Mescalito.
Don Juan sondeó mi
memoria con respecto a lo que había dicho Mescalito antes de que él me enseñara
la escena en su mano. Pero yo no podía acordarme. Todo cuanto recordaba era
haber caído de rodillas a “confesarle mis pecados”.
Don Juan no pareció tener
interés en hablar más de eso. Le pregunté:
-¿Puede enseñarme la
letra de las canciones que usted cantaba?
-No, no puedo. Esas palabras
son mías, las palabras que el protector mismo me enseñó. Las canciones son mis
canciones. No puedo decir cuáles son.
-¿Por qué no puede
decirme, don Juan?
-Porque esas canciones
son un lazo entre el protector y yo. Estoy seguro de que algún día él te
enseñará tus propias canciones. Espera hasta entonces, y nunca jamás copies ni
preguntes las canciones que pertenecen a otra gente.
-¿Cuál es el nombre que
usted pronunció? ¿Puede decirme eso, don Juan?
-No. Su nombre nunca
puede pronunciarse más que para llamarlo.
-¿Y si yo quiero
llamarlo?
-Si algún día te
acepta, te dirá su nombre. Ese nombre para que tú solo lo uses, ya sea para
llamarlo en voz alta o para decírtelo en silencio a ti mismo. A lo mejor te
dirá que su nombre es José. Quién sabe.
-¿Por qué es malo usar
su nombre para hablar de él?
-Ya viste sus ojos,
¿no? Con el protector no se juega. ¡Por eso no puedo explicarme el hecho de que
escogiera jugar contigo!
-¿Cómo puede ser él un
protector si también hace mal a la gente?
-La respuesta es muy
sencilla. Mescalito es un protector porque está a la disposición de cualquiera
que lo busque.
-Pero, ¿no es cierto
que todo el mundo está a la disposición de cualquiera que lo busque?
-No, eso no es cierto. Los
poderes aliados sólo están a disposición de los brujos, pero cualquiera puede
disponer de Mescalito.
-Pero entonces ¿por qué
daña a cierta gente?
-No a todos les gusta
Mescalito, pero todos lo buscan con la idea de sacar provecho sin trabajar.
Naturalmente, su encuentro con él siempre es horrendo.
-¿Qué ocurre cuando
acepta por entero a alguien?
-Se le aparece como un
hombre, o como una luz. Cuando alguien ha ganado esta clase de aceptación,
Mescalito es constante. Ya no vuelve a cambiar después. A lo mejor cuando te lo
encuentres de nuevo será una luz, y algún día puede llevarte a volar y
revelarte todos sus secretos.
-¿Qué tengo que hacer
para llegar a ese punto, don Juan?
-Tienes que ser un
hombre fuerte, y tu vida tiene que ser verdadera.
-¿Qué es una vida
verdadera?
-Una vida que se vive
con la certeza nítida de estar viviéndola; una vida buena, fuerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario