JULIO
CÉSAR CASTRO (JUCECA)
LA
VUELTA DE DON VERÍDICO
SÉPTIMA ENTREGA
LOTERÍA
DE NOCHE BUENA
Hombre que supo tener
problema pa la Noche Güena, aura que dice, el tape Olmedo.
Pa la tardecita, ya
medio entonau, arrancó pal boliche El Resorte con mate amargo, termo debajo de un
brazo y botella e vino en el otro. Pa cebar era un lío. Cuando quiso acordar
cebaba el mate con vino, y se empinaba el termo. Lo vino a mamar el mate
amargo. “¡Yerba y pico!”, decía.
En el boliche taban la
Duvija, Sinembargo Menes, el viejo Sosa, el pardo Santiago, El Aperiá y
Casinada Visto, meta festejar con vino.
La Duvija, que pa las
fiestas se ponía medio delicadota en materia e bebida, había dejado el tinto.
Taba pal clarete.
La nochecita se venía
ganando por entre las rendijas del boliche, como si la tiraran a puñados,
cuando la Duvija salió conque pa festejar como la gente se había traído una
lotería e cartones. El Aperiá, muy buscavida, le dijo si no sería gustoa e
darle bolilla. Ella se mandó una caída de ojos que casi se queda dormida.
El pardo Santiago dijo
que la noche no era pa estar jugando por plata, y que más bien convenía jugar
por el vino y de fiau. El ambo un vaso e vino, ambo junto dos vasos y así hasta
la damajuana.
Se sentaron todos
alrededor de una mesa. Damajuana al costau.
Antes de empezar,
Casinada Visto gritó “¡Ambo junto!” y se le pegó a la Duvija. No se armó lío de
casualidá.
Horas jugando y corría
el vino que era un lujo. Con el clarete, la Duvija se había puesto medio
diabla; cuando cantaban los otros hacía manito abajo e la mesa. Cuando cantaba
ella hacía rodillita.
El tape Olmedo se dio
cuenta e cómo venía la cosa. Pero muy mamau el hombre, chambón pa orientarse,
le agarró la mano a Sinembargo Menes.
No se armó lío de
casualidá.
La Duvija andaba tan
mal, que ni cantando ella pasaba del cuaterno. Distinto del Aperiá que pa la
segunda bolilla que cantaban ya gritaba terno. Ligero el hombre pa hacer
trampa, obligó a que el pardo Santiago dijera:
-Aquí vamo a tener que
dentrar a revisar los cartone, porque el que anda más dispacio agarra
avestruces de a pie.
-¡Tamo entre
caballeros!- dijo el Aperiá y se apuntó un puñado de máices.
En una güelta la Duvija
pegó el grito:
-¡Basta pa mí!
Fue una de sacar manos
de abajo e la mesa que asustaba.
El lío fue pa la
madrugada, cuando fue a cantar el tape Olmedo, mamau por unanimidá, y agarró la
bolsa al revés.
Pasaron la Navidá
juntando bolillas.
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