CONFIESO QUE HE MORIDO
ISABELINO PENA detective de almas 3 /
4
primera
edición WEB
SEXTA
ENTREGA
UNO: FINAL EN EL OBELISCO (5)
(crímenes y milagros en el 83)
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Isabelino Pena bajó hasta
el primer macizo rocoso sin dejar de sostenerse el gacho hasta que tuvo que sacárselo. El Chueco de
Maracaná parece enlentejuelado por lascas de mejillones, pero lo que me hace
hincar es la espesura gloriosa de sus córneas. Después el detective se acercó a
la cabeza del cadáver apenas ensangrentado y tuvo que retroceder para vomitar.
-Chau, campeón -salgo a
localizar un patrullero o una seccional.
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Isabelino Pena colgó el
tubo del portero eléctrico y corrió a abrir la puerta.
-Qué hacés, hija
-murmuro, aunque es como si bufara: -¿Estás loca?
La muchacha-niña soltó
sus valijas mientras leía el cartel detectivesco y trató de no llorar. Y
después que nos encerramos para abrazarnos en paz ella juna los clavos y se
asusta:
-No me digas que vendiste
hasta la maternidad de Gurvich.
-Se remató a 500 dólares
antes que reventara la tablita y estoy hecho un bacán.
-Se nota. ¿Andás con
cálculos?
-Casi seguro. Pero la
mancha color yerba es el resto de un moretón, nomás. ¿Preparo un mate?
-Claro.
Entonces el viejo se
agachó para apretarse los párpados y ofrecer una especie de sonrisa de barro:
-¿No pudiste esperar a
que aclarar un poco más, carajo? ¿Había tanta necesidad de arriesgarse a morir
en la orilla?
-Tanta como la de hacerse
detective, don Pepe -me empoza con un gigantesco azul lluvioso Ma-Sa. -¿Tenés
algún caso?
-Ouais. Con asesinatos y
todo. Ahora te cuento bien.
-¿Puedo pasar a tu cuarto
o ya no vivís solo?
-Tengo dos visitantes
ilustrísimos.
-Okey, pero te advierto
que yo no quiero verlos ni saber quiénes son. Por favor. Hice un posgrado
denso.
-Mirá que esta patrulla
es de lujo.
-No me importa. ¿En qué
dormitorio puedo dejar las cosas?
-En el mediano.
Cuando Ma-Sa volvió del
baño contempló la cocina chiflando a través del triangulito que le cavó un
porrazo infantil entre las paletas:
-Opa. Limpiadora y todo.
-Mi clienta me paga la
investigación con un barrido / fregado / planchado semanal.
Y le reseño el misterio
de la estrellera y la muerte del Chueco y ella me mira como si yo fuera su Hijo
por primera vez en la vida.
-Mirá vos qué pomada. ¿Y
Abel sabe algo de esto?
-Abel anda peleando con
el fantasma del Cónsul de Lowry . Es un héroe parnasiano onda Ian Fleming,
nena.
-¿Y yo podría ser tu
secretaria?
-Fenomenal. Habría que ir
anotando los datos mínimos para esquematizar la posible novela. A la mierda.
-Qué pasó.
Isabelino Pena terminó el
primer mate observando al policía en bicicleta que acababa de emerger entre los
laureles y explicó:
-Ahí me viene otra
citación de Ricky Campbell. Bueno, mientras no me agarre el chucho en el
Departamento 6 tudo bem.
Y de golpe la miro como
si ella fuera la Esfinge elegida para cargar mis huesos.
23
Isabelino Pena sacó un Republicana
pero no lo prendió. Ahora me tiemblan las manos como a un vejiga.
-Así que lo encontró, nomás -se le afelinaron las
arrugas al mayor Campbell. -¿Y qué tenía que ver el Chueco con la guitarra
carolina?
-Aparentemente nada. Yo
venía de Casamar, ya te expliqué.
-Pero qué suerte tienen
los detectives, viejo.
-Viejos con los trapos,
Ricky. Y además ya había rastreando al Chueco en Maldonado, cuando le avisé a
la Moria que el medio hermano travesti volvió a morirse al Aparicio Saravia.
-¿La Lulú? No me joda
-transparenta un viborazo de lástima el facho vulnerable. -Con lo rica que
estaba. Ahora entiendo por qué desapareció la Moria.
-¿Desapareció?
-Ayer no la encontramos.
-¿Y Mariana?
-¿La hija? Debe haberse
quedado con Mimí. Esa pinturita es prácticamente del oficio. Pierda cuidado que
el abuelito se la morfó vuelta y vuelta antes de ir a la escuela, igual que a
la madre. ¿Qué le pasa, don Pepe?
-Nada. Un poco de bilis
-apelotonó el pañuelo para secarse la gabardina chorreada el detective. -¿Puedo
irme?
-Sí, jefe. Y no se olvide
que cualquier fato que le pesque al soretaje de Casamar puede servirme mucho. Y de paso higienizamos a la
comunidad. Aquí tiene mi tarjeta.
Me levanto eructando
reflujo como un tero y él clava la gran cabeza de pecas casi grises en el
portarretrato.
-Perdón -roncó desde la
puerta Isabelino Pena. -Una duda de principiante: ¿con qué habrán matado al
Chueco? ¿Cómo se le pueden haber chorreado los sesos en la frente de esa
manera?
-¿Sesos? -ni me mira
Ricky. -Era un balazo a caballo, nomás: con un gargajo arriba igual que un
huevo frito. Cómprese otros lentes, viejo.
24
Isabelino Pena se paró en
la ventana de la cocina a admirar el granizo que irisaba el jardín y resopló:
-Ahora sí que se
entreveró lindo el asunto. Tendría que darme una vuelta urgente por el Paso
Molino a acorralar al Willi. Ya estamos a fin de octubre y-
-Vos primero te das una
vuelta por el doctor -se encocora Ma-Sa. -Yo saco la orden hoy mismo. Y si
querés mañana vamos a ver a Leonardo Regusci: escuché por la 30 que lo
desproscriben.
-Ah. Me anoto -apareció
Peluca con una fuente envuelta en papel de diario. -Hace días que me volvieron
las ganas de ir al canto popular. Servite, corazón. Tortas fritas pasadas por
granizo.
Mi hija aplaude igual que
si estuviéramos en su baile de quince y yo me siento una cucaracha con dos
patas de menos.
-Perdoná la curiosidad
-se sacó el pañuelo de la cabeza color girasol la mujer. -¿Vos estás requerida?
-No. Ni estoy requerida
ni soy bolche. Pero tuve que rajarme porque cayó mi novio y otra gente de la
ujota que militaba conmigo en la facultad.
Entonces me es imposible
no ladrar:
-¿Pero cómo podés decir
que no sos bolche si seguís creyendo en la santa vanguardia soviética, mijita?
-No me digas mijita.
-¿Para qué hacés
posgrados junguianos si seguís reverenciando al Paraíso con Techo de Hierro que
inventó Satanalin? Por lo menos podrías moverte para fundar el Partido Arquetípico
de la Individuación o algo así.
La muchacha diminuta
terminó de comer una torta frita y le sonrió lacrimosamente a Peluca:
Muy rica. Muchas gracias.
Y no te olvides que este caballero que nos
impone su sabiduría es uno de los que se arruinó las tripas en El reenganche mientras se caía el mundo.
Yo voy hasta la sociedad a asacar la orden y vuelvo. Tratá de que no se zampe
una doble con fernet para desangustiarse y le dé el dengue místico.
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