LA VUELTA DE DON VERÍDICO
VIGESIMOSEGUNDA
ENTREGA
LOBIZÓN MUY DESPROLIJO
Hombre informal pa
lobizón, aura que dice, Delicado Cadena.
Lo que tenía, era que se
le hacía lobizón cualquier día e la semana.
Tanto se emperraba un
jueves, adelantau, como se le hacía ternero un sábado, atrasau. Con los
horarios no tanto, pero pa los días y los animales lo más desordenau que se ha
visto en lobizones.
Pa los ruidos lo mesmo.
De repente se le hacía lobizón ternero, y dentraba a las casas ladrando y
meneando la cola. En el pago le habían perdido el rispeto por eso. Porque pa
todo hay que tener una conducta, ¿no?
Una noche, Delicado
Cadena cayó al boliche El Resorte cuando ya faltaba poco pa terminar el lunes.
Cualquier abombau sabe que los lunes los lobizones tienen franco.
En el boliche taban la
Duvija, el tape Olmedo, el Aperiá, Arterio Pupitre, el pardo Santiago y
Capitulo Manija, de timba corrida.
Tallaba el Aperiá, y el
tape Olmedo había perdido hasta las ganas de fumar en un monte crudo.
Se allega Delicado
Contrera al boliche, y antes de entrar sintió como un chucho. Se dio cuenta taba pa hacerse lobizón y se aguantó
junto la palenque. No sabía en qué bicho se diba a convertir.
-Si me hago perro -pensó-
me quedo por un rincón y me entretengo, aunque más mejor sería gato, porque de
arriba del mostrador se bombea bien el juego
Adentro seguía la timba,
y en una el tape Olmedo rasca el bolsillo y pega el grito:
-¡Me juego a ese siete
toda la plata que tengo! -y plantó un peso arriba del naipe. El siete todavía
está corriendo y el tape quedó sin un cobre.
Al rato, el Aperiá barrió
con todo y se acabó el juego. Terminan la botella e caña y salen pa fuera.
Salen así, el tape mira pa este lau del palenque y ve un caballo atado con un
cinto e cuero. Sabedor el tape de que todos habían llegado de a pie, lo paró al
Aperiá y le dijo:
-Mire don Aperiá: usté me
ha ganau hasta la goluntá, pero si fuera gustoso e darme un desquite le juego
todo lo que me queda; le voy a una carta ese flete que tengo palenquiau frente
a sus vistas.
El Aperiá se le arrima al
caballo, lo mira bien, le palmea el pescuezo, le revisa los dientes y dice:
-Amarillos los tiene.
¿Fuma este flete?
-No lo tengo visto.
-Y mate, ¿toma?
-Conmigo al menos, no…
¿por?
-Le hallo cara conocida.
-Caballo es caballo.
Parecido e cara son todos.
Dentran de nuevo al
boliche, el Aperiá baraja, pone cartas en la mesa, y el tape Olmedo se juega el
flete a una sota contra un cinco. La rueda e mirones se cerró pa que no se
escapara el misterio, hasta que uno pegó el grito: “¡El cinco pa todo el mundo!”.
El tape había perdido el caballo. Apenas si comentó:
-Ta bien. Cuando viene de
perder se pierde. Es ley.
El Aperiá sale, le hace
un medio bozal al flete, monta de un salto, invita a los demás a subir
enancados y salió al trote corto a llevar a cada cual a su rancho. El flete,
medio reventado, pegó un relincho. El Aperiá comentó:
-Relincho conocido le
hallo, ¿no?
Diba llegando el Aperiá a
su rancho, cuando dentro a clarear. Fue entonces que Delicado Cadena va y se
vuelve crestiano, pero como no era hombre e dejar a naides de a pie, igual lo
arrimó hasta las casas.
Le salió cobrando cien
pesos el viaje. El Aperiá no dijo nada. Era plata dulce.
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