LA DENSIFICACIÓN URBANA Y SUS LÍMITES: UNA VISIÓN DESDE LA CIUDAD DE MÉXICO
por Alejandro de Coss
(NEXOS / 25-4-2017)
“Todos estos focos
de epidemia, esos agujeros y sótanos inmundos, en los cuales el modo de
producción capitalista encierra a nuestros obreros noche tras noche, no son
liquidados, sino solamente desplazados”.
(Engels, [1875]
1995)
Densificación, ¿para qué?
Las ciudades
mexicanas han crecido de forma desordenada. Un recorrido visual por las zonas
metropolitanas del país da cuenta de esto. Asentamientos informales proliferan,
cubriendo planicies y serranías. El resultado son ciudades catastróficas, cuyo crecimiento exponencial somete a
los servicios públicos a crecientes presiones que no siempre pueden procesar.
Este modelo de ciudad, además, incrementa el uso de combustibles, favorece la
urbanización de zonas que prestan servicios ambientales y genera dinámicas de
exclusión entre los centros y las periferias.
Algunos números son
útiles para dar una mejor imagen del problema. Por ejemplo, Fundación IDEA reporta que,
entre 1980 y 2010, la superficie de la Zona Metropolitana de la Ciudad de
México (ZMVM) creció en 257%. En contraste, su población aumentó en un 42%.
Otro caso clave es el de Cancún. Entre 2005 y 2010 su superficie creció en 110%
y su población sólo un 16% (Fundación IDEA, 2014).
La densificación es
un concepto y propuesta de política pública que ha sido promovido por
gobiernos, expertos y organismos internacionales como una solución al problema
de dispersión de las ciudades. Densificar quiere decir, en breve, utilizar de
forma más intensiva el suelo urbano.
Algunas medidas que
caracterizan a los planes de densificación son la construcción de viviendas
verticales, incluyendo la conversión de predios que se denominan subutilizados
(un ejemplo sería un estacionamiento en una zona central de la ciudad o un
edificio pequeño en una zona con calles amplias) y la creación de usos de suelo
mixto, que mezclan comercios con viviendas.
Los promotores de la
densificación señalan que estas medidas pueden disminuir la dispersión
poblacional, reducir el tiempo de transporte, hacer a las ciudades más
eficientes y sustentables, y generar desarrollo urbano (Fundación IDEA, 2014).
La mayoría coinciden, además, en que la clave para una densificación exitosa es
la existencia de políticas públicas que la guíen en el objetivo de construir
ciudades más justas y sustentables.
Mi argumento aquí
es distinto: para entender cómo se densifica una ciudad hay que preguntarse
quién densifica y para qué. En la Ciudad de México, la densificación sigue una
lógica de mercado que, en su éxito, sienta las bases para su futuro fracaso y
la necesidad de otra reconversión del espacio con el objetivo final de acumular
capital.
¿Quién densifica en la Ciudad de México?
Los datos son
opacos, pero las evidencias son muchas. La Ciudad de México está en medio de
un boom inmobiliario. Los grandes beneficiarios de este
proceso son las desarrolladoras que levantan grandes edificios en las zonas
centrales de la capital. El boom ocurre en el marco de
políticas públicas de densificación, como el Bando Dos y la Normas 26, 30 y 31.
A grandes rasgos, el objetivo de esta normatividad era generar incentivos para
que los actores privados construyeran más y con mayor densidad en la zona
central de la Ciudad de México (Fundación IDEA, 2014, págs. 70-72)
Desde el 2000,
cuando el Bando Dos fue promulgado, hasta hoy, las polémicas por estas
políticas son numerosas. En el centro se encuentran dos argumentos
complementarios. El primero, que las políticas de densificación están
siendo benéficas para una minoría (los
desarrolladores) en detrimento de la vida urbana. El segundo, que las normas operan
constantemente a favor de los desarrolladores y que, cuando no es así, la corrupción permite ignorarlas
por completo.
Detrás de estos
argumentos está la lógica de producción del espacio guiada por el mercado. En
la Ciudad de México, el suelo urbano funciona crecientemente como un bien
financiero (Harvey, 1985), en el que la especulación sobre el valor futuro de
los desarrollos inmobiliarios guía la inversión privada. El motor de la
especulación es la existencia de una brecha en las rentas que se obtienen
actualmente del uso de un terreno particular y el que se podría obtener del
mismo espacio una vez que sea transformado por el capital privado (Smith,
1996).
Las normas que
mencioné antes guían la acción de los actores privados en esta lógica. La
densificación de la ciudad central es una forma para acelerar y orientar los
procesos de transformación del espacio. El incentivo para los desarrolladores
es la posibilidad de construir más unidades en terrenos que antes estaban
destinados a vivienda unifamiliar u otros usos menos densos. Con cortapisas
débiles, que permiten ignorar o manipular los requerimientos de vivienda
social, lo que existe es una carrera por construir más con rendimientos que también
aumentan. A ello se suma la casi inexistente presencia del estado en la
producción de vivienda social y la desvinculación del tema de vivienda del de
desarrollo urbano en la planeación y normatividad gubernamental.
En muchos casos,
estos desarrollos verticales no constituyen una densificación residencial, sino
la especulación para usos empresariales y mercantiles. Estos desarrollos, y los
de uso residencial, se benefician de la existencia de redes de infraestructura
de transporte y servicios públicos. Los nuevos rascacielos y edificios
aprovechan el espacio construido, sin que existan formas de recuperar esa
inversión pública. El único intento reciente, la captura de plusvalías, fue derrotado por
una extraña alianza de desarrolladores, vecinos que a
menudo se les oponen y un sector de la izquierda partidista de la capital.
Encima de eso, las
políticas de densificación guiadas por la plusvalía se engarzan con dinámicas
de valorización de vecindarios que están relacionadas con los gustos estéticos
de la ciudad. La llamada gentrificación, que es el desplazamiento de
poblaciones de menores ingresos por unas con más poder adquisitivo, con
transformaciones en las características de los comercios de la zona, se
entrelaza con la densificación. A menudo, los desarrolladores siguen a los
gentrificadores, transformando el espacio en una búsqueda incesante de más
capital. Una búsqueda que, en su éxito, va generando las condiciones de su
eventual fracaso.
Los límites de la densificación y el capital
Aquí me he referido
a una forma particular de densificar. Sin duda no es la única, pero es la que
está presente hoy en la Ciudad de México. Esta densificación es un vehículo
para que el capital transforme el espacio, generando rendimientos a largo plazo
en beneficio de sus propietarios. Es la contracara de los procesos de
suburbanización de los 60 y 70, cuando el capital salió de las ciudades
centrales, encontrando lugares para realizarse en las periferias. Estos
procesos cíclicos son los que David Harvey (Harvey, 1985; 2013) llama “ajustes
espaciales” (spatial fix).
El caso de la
densificación como respuesta a la suburbanización es un ajuste espacial
materializado en la ciudad. La ciudad suburbana, dispersa, alcanzó sus límites
por varias razones. Entre ellas se encuentran la saturación de vías de
comunicación y la carga excesiva a servicios públicos como el agua, el
alcantarillado o el transporte masivo. Los tiempos de transporte actúan
en detrimento de los
rendimientos del capital y las inversiones en infraestructura que los gobiernos
deben realizar para cubrir zonas cada vez más amplias son muy altas o
simplemente inalcanzables.
Además, la ciudad
dispersa no favorece la acumulación rápida. En modelos dispersos, la
autoconstrucción es abundante, la producción de nuevos espacios es menos
dinámica y ya no ofrece la posibilidad de generar emibooms como el que vemos
hoy. La densificación es una respuesta que pone en las manos de los privados la
producción del espacio, a ritmos crecientes, con rentas potenciales que siempre
aumentan, en un proceso que se autoalimenta y se expande verticalmente.
Sin embargo, lo que
es hoy solución será algún día problema. La lógica de acumulación que gobierna
a esta forma de densificación crea al menos tres contradicciones
interrelacionadas. La primera es que, al no existir ninguna medida para que los
desarrolladores privados contribuyan en la producción pública del espacio, las
infraestructuras de las que hoy se aprovechan serán pronto insuficientes. El
transporte público, la red hidráulica o los servicios de recolección de basura,
sin inversión, serán incapaces de sostener poblaciones crecientes. El viejo
esquema de privatización de la ganancia y socialización de las pérdidas está
operando aquí.
La segunda es que,
en la medida en la cual la lógica de desarrollo urbano continúa siendo una de
expansión, la demanda de recursos naturales aumenta. Este crecimiento es,
además, desigual. Las zonas densas requieren más servicios y parte del valor de
la tierra es la garantía de acceso que existe. Así, no sólo se sobrecargan
infraestructuras ya existentes, sino que las nuevas inversiones se dirigirán a
estas mismas zonas. Esto puede actuar en detrimento de zonas marginadas,
profundizando dinámicas de desigualdad socio-espacial.
La última
contradicción es, precisamente, la de la profundización de la desigualdad. La
densificación se plantea como una solución a este problema porque asume que el
mercado podrá ofrecer suelo costeable a las poblaciones hoy dispersas. Sin
embargo, en un escenario de brechas en las rentas, especulación y boom,
los costos aumentan y las posibilidades de habitar la ciudad central
disminuyen. En 2016 se vendieron tan solo 487 unidades de vivienda
social, frente a 4,087 de alto valor; los números no son aislados, sino parte
de una tendencia histórica. Así, las zonas periféricas continuarán siendo la
residencia de poblaciones que a menudo deben desplazarse a la ciudad central,
en transportes públicos insuficientes y saturados. Además, al desplazar
poblaciones centrales a la periferia en la búsqueda de realizar las brechas en
las rentas, pueden generar nuevas marginalidades. Una ciudad densa, así, puede
ser una de un centro rico y una periferia pobre.
Alejandro
De Coss es maestro en
sociología por la London School of Economics, donde actualmente cursa un
doctorado en la misma disciplina.
Bibliografía
Engels, F. ([1875]
1995). The Housing Question. Co-operative Publishing Society of
Foreign Workers.
Fundación IDEA.
(2014). México Compacto: Las condiciones para la densificación urbana
inteligente en México. Ciudad de México: Fundación IDEA – Senado de la
República – SIMO Consulting.
Harvey, D.
(1985). The Urbanisation of Capital. Oxford: Blackwell.
Harvey, D. (1989).
From Managerialism to Entrepeneuralism: the Transformation of Urban Governance
in Late Capitalism. Geografiska Annaler. Series B, Human Geography,
Vol. 71, No. 1, 3-17.
Harvey, D.
(2013). Rebel Cities: From the Right to the City to the Urban
Revolution. Londres: Verso Books.
Smith, N.
(1996). The New Urban Frontier: Gentrification and the Revanchist City.
Londres: Routledge.
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