22/10/18




SAN JUAN DE LA CRUZ

CÁNTICO ESPIRITUAL

SEXAGESIMOSÉPTIMA ENTREGA

CANCIÓN 26

Detente, cierzo muerto:
ven, austro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.
.


DECLARACIÓN (1)


1 / Allende de lo dicho, podrías también la sequedad de espíritu ser causa de apagar en el alma esposa el jugo y suavidad interior de que arriba ha hablado. Y teniendo ella esto, hace dos cosas en esta canción: la primera es cerrar la puerta a la sequedad espiritual, teniendo cuidado en no descuidarse en la devoción para dejarla entrar; la segunda cosa que hace es invocar al Espíritu Santo, sustentándose en oración para que no sólo por ella se detenga afuera la sequedad, mas también sea causa para que se aumente por ella la devoción y ponga el alma las virtudes en ejercicio interior; todo a fin de que su Amado se goce y deleite más en ellas.


Detente, cierzo muerto.


2 / El cierzo es un viento frío y seco, y marchita las flores, y, porque la sequedad espiritual hace ese mismo efecto en el alma donde mora, la llama “cierzo”; y “muerto”, porque apaga y mata la suavidad y jugo espiritual; por el efecto que hace, la llama “cierzo muerto”. La causa de esta sequedad es no poder ya el alma con sus potencias hasta que la nueva y el Amado poniéndolas en ejercicio actual. Y, deseando la esposa conservarse en la suavidad de su amor, dice a la sequedad que se detenga; lo cual se ha de entender que este dicho es cuidado de hacer obras que la detengan, conservando y guardando el alma en las ocasiones.


Ve, austro, que recuerdas los amores.


3 / El austro es otro viento, que vulgarmente se llama abrego, Este es aire apacible, causa lluvias, y hace germinar las yerbas y plantas y abrir las flores y derramar su olor; tiene los efectos contrarios al cierzo. Y así, por este aire entiende aquí el alma al Espíritu Santo; el cual dice que recuerda los amores porque, cuando este divino aire embiste en el alma, de tal manera la inflama toda y regala y aviva y recuerda la voluntad y levanta los apetitos que antes estaban caídos y dormidos al amor de Dios, que se puede bien decir que recuerda los amores de Él y de ella.

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