14/2/19


JAMES GEORGE FRAZER

LA RAMA DORADA

Magia y religión


VIGESIMOSEGUNDA ENTREGA


CAPÍTULO III MAGIA (1)


SACERDOTALES (2)


SIMPATÉTICA *


2. MAGIA HOMEOPÁTICA O IMITATIVA (12)


Entre los indios Thompson de la Columna Británica, cuando los hombres se dirigían al teatro de la guerra, sus mujeres bailaban a intervalos frecuentes; estas danzas aseguraban el éxito de la expedición, según su creencia. Las bailarinas esgrimían sus cuchillos, arrojaban hacia adelante palos largos de aguzada punta o blandían repetidamente palos con ganchos hacia atrás y adelante. Tirar los palos hacia adelante era simbólico de herir o rechazar al enemigo y tirar de ellos hacia atrás simbolizaba sacar del peligro a sus guerreros. El gancho del arpón se adaptaba perfectamente para servir como aparato salvavidas. Las mujeres siempre dirigían las puntas de los arpones hacia el país enemigo. Se pintaban las caras de rojo y cantaban mientras bailaban, orando para que las armas defendiesen a sus maridos y los ayudasen a matar a los enemigos. En las puntas de sus palos llevaban pegado plumón de águila. Cuando terminaba el baile ocultaban las armas. Si una mujer cuyo marido estaba en la guerra creía ver pelo o un trozo de cuero cabelludo en su arma cuando la sacaba después, sabía que su marido había matado a un enemigo. Pero si lo que creía ver era una mancha de sangre, sabía que su marido estaba herido o muerto. Cuando los hombres de la tribu yuki de California estaban en expedición guerrera, sus mujeres en casa no dormían; bailaban sin cesar, formando un círculo, cantando y agitando ramitas con hojas. Decían que mientras pudiesen bailar no se cansarían sus maridos. Cuando iban a la guerra los indios haida de las islas de la Reina Carlota, las mujeres de la casa se levantaban muy temprano por la mañana y fingían hacer la guerra atacando a sus hijitos y simulando tomarlos esclavos. Así suponían que ayudaban a sus hombres a hacer lo mismo. Si una mujer cometía adulterio estando el marido en la guerra, probablemente este estaría muerto. Durante diez noches todas las mujeres se acostaban en sus casas con la cabeza orientada hacia el punto de la brújula cuya dirección tomaron las canoas de guerra al alejarse. Después cambiaban a la dirección opuesta, suponiendo que los guerreros navegaban ya de regreso. En Masset, las mujeres haida danzaban y entonaban cantos guerreros todo el tiempo que sus maridos estaban en la guerra, y mantenían en cierto orden todas sus cosas alrededor. Creían que una mujer podría causar la muerte de su marido si no observaba estas costumbres. Si una partida de indios Caribes del Orinoco había marchado por el sendero de la guerra, los amigos que quedaban en la aldea acostumbraban calcular lo más aproximadamente posible el momento exacto en que los guerreros ausentes avanzaban para atacar al enemigo: entonces cogían a dos muchachos, los tendían desnudos sobre un banco y les daban la más severa azotaina, que los jóvenes recibían sin una sola queja, soportando el dolor por habérseles enseñado desde la niñez que de la constancia y entereza que mantuvieran en la cruel prueba dependían el valor y el éxito de sus camaradas en la batalla, de lo que se hallaban firmemente convencidos.


Entre los muchos usos beneficiosos que una ingenuidad equivocada ha aplicado a la ley de la magia homeopática o imitativa está la de hacer que los árboles y las plantas den sus frutos a su debido tiempo. En Turingia, cuando un hombre siembra lino, lleva la simiente a sus espaldas en un saco largo que le llega desde los hombros a las corvas y camina a grandes pasos, de tal modo que el saco se bambolea de un lado a otro. Creen que esto será la causa de que el lino, ya crecido, ondule a la brisa. En el interior de Sumatra, son las mujeres las que siembran el arroz, y cuando lo hacen llevan el pelo suelto por la espalda con objeto de que el arroz crezca espeso y de cañas largas. De igual modo, en el antiguo México tenían un festival en honor de la diosa del maíz, “la madre de la cabellera larga”, como la llamaban. Empezaban “cuando la planta había llegado a su completo desarrollo y las fibras brotaban por la punta de la mazorca verde indicando que el grano estaba ya completamente formado. Durante esta fiesta las mujeres llevaban suelto su largo pelo, y lo sacudían y lo agitaban en los bailes, acto principal del ceremonial que tenía por objeto que el penacho del maíz creciese con la misma profusión y que el grano fuese correspondientemente grande y lleno y así la gente conseguiría fruto en abundancia”. En muchas partes de Europa, bailar o brincar son modos homeopáticos apropiados para conseguir que los sembradores crezcan mucho. Así, en el Franco-Condado dicen que se debe bailar en el Carnaval para hacer que el cáñamo crezca muy alto.

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