25/6/19




GARDEL: EL ALMA QUE CANTA

HUGO GARCÍA ROBLES



SEGUNDA ENTREGA



El hombre preciso en el momento indicado



Es posible detectar en la historia momentos en los cuales una suma de circunstancias está anunciando que algo nuevo se va a producir, cuando todavía no ha llegado. Como consecuencia, esta situación de víspera se advierte cuando lo inédito ocurre y la víspera cumple su anuncio. De modo que la novedad ilumina, como si retrocediera, el momento previo a su llegada. Es decir, la inminencia que preludiaba, de manera oculta, su venida.


En el orden de la música, la obra de Beethoven es conclusión y desarrollo de lo que Mozart no pudo terminar por su temprana muerte. ¿Cómo no asociar al Réquiem y su dramático comienzo en re menor al inicio de la Novena Sinfonía? ¡Cuánto de beethoveniano “avant la lettre” asoma en los conciertos para piano en do y re menor de Mozart!


El maestro Carlos Vega en “Estudios para los orígenes del tango argentino”, según la edición preparada por Coriún Aharonián, examina el ascenso de Gardel a la universalidad desde sus orígenes, considerando los “antecedentes, la época y la circunstancia de su florecimiento”.


Afiliado a la tesis de la nacionalidad francesa del cantor supone que como cantante primerizo -virtud que supone por la precocidad que adorna a todos los dotados- absorbe los estímulos del entorno bonaerense. Señala varios hechos: el centenario de 1910, la reacción nacionalista ante el peso de la inmigración. En el inventario de hechos que es preciso tener en cuenta no omite el “Martín Fierro” de José Hernández. Siguen los distintos textos que conciernen a la figura recurrente y arquetípica del gaucho perseguido: la novela “Juan Moreira” de Eduardo Gutiérrez que se proyecta hacia el teatro bajo el mismo nombre, con el baile del Pericón incluido. Agrega que muchos otros gauchos valientes y acosados, invaden los escenarios y el picadero del circo. Se suman las sociedades nativistas con “El fogón” de Montevideo (“a la cabeza”, acota Vega, reconociendo la importancia de la institución), la lista de esos personajes criollos es larga pero es imposible omitir el “Santos Vega” de Rafael Obligado.


Gardel en el Mercado del Abasto (“o en otro cualquiera del Plata”, agrega Vega), la valentía de los gauchos revivía en los “guapos” de la orilla, la forma poética de la décima se escuchaba en los estilos, las payadas se dirimían cantando o con cuchillos (la muerte del negro en el “Martín Fierro” es ejemplo de ello) y el repertorio musical se expandía hacia zambas, vidalitas, cifras.


Gardel cantó esas especies como es notorio en las grabaciones del dúo que hizo con José Razzano o en el cuarteto previo con Salinas y Martino. Pero también como solista y lo hizo como nadie. Se vistió de gaucho para satisfacer fuera de fronteras el lugar común del pintoresquismo y en las orillas del Río de la Plata porque la emblemática figura del jinete no ha dejado de galopar desde los tiempos de la Independencia.

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