EL ZEN DE SUZUKI (DAISETSU TEITARÔ SUZUKI)
por Daniel Millet Gil
(Buddhistdoor)
Puede decirse sin hipérbole qué nadie ha hecho más por dar a conocer el
zen a Occidente, y dar forma a la comprensión occidental de esta antigua
tradición budista, que el estudioso japonés Daisetsu Teitarō Suzuki
(1870-1966), mejor conocido como D. T. Suzuki. Por más de seis décadas, este
prolífico autor trabajó incansablemente en fomentar y diseminar el conocimiento
y la práctica del zen, mediante una plétora de libros y ensayos, y como
traductor de literatura budista en chino, japonés y sánscrito. Tanto la
influencia de Suzuki en la interpretación del zen en el Oeste, como su impacto
en la cultura popular moderna han sido formidables. Figuras prominentes en la
historia intelectual del siglo pasado, como Arnold J. Toynbee, Carl Gustav
Jung, Thomas Merton, Aldous Huxley, Erich Fromm y Karen Horney, fueron
fascinados por esta persona modesta pero carismática que francamente creía
estar presentando la genuina expresión del zen.
Al mismo tiempo, Suzuki no está exento de críticas. En una retahíla de
artículos académicos y libros publicados desde la década de los 1980s, ha sido
duramente criticado por su representación del zen. Durante décadas, Suzuki
presentó el budismo zen a un público occidental que no estaba familiarizado con
esta tradición budista y, por lo tanto, no estaba facultado para evaluar
críticamente lo que se les estaba transmitiendo. Sólo recientemente ha podido
saberse que la visión que Suzuki ofrecía era una interpretación que nos solo
distaba del chan/zen clásico, sino que incluso era peculiar dentro de la
reforma y modernización de budismo que había surgido de la era Meiji
(1868-1912).
Esta, a menudo devastadora, crítica a la obra de D. T. Suzuki no es
ampliamente conocida fuera del mundo académico. Este desconocimiento, junto a
la enorme importancia y continuada popularidad de la obra de Suzuki, son
razones suficientes para que nos detengamos, aunque sea brevemente, a
considerar a este seminal autor. Veremos cómo a pesar de las críticas
esgrimidas, la contribución de Suzuki a la transmisión del zen al Oeste le
avala un lugar relevante en la historia intelectual del siglo XX.
«El Zen de Suzuki»
Por toda su fama, a medida que progresaban los estudios budistas se hizo
patente que el zen que Suzuki había brindado a Occidente era «un cierto tipo de
discurso», un modo de budismo modernista, que estaba en gran medida en
desacuerdo con la ortodoxia de la era pre-Meiji. También quedó claro que Suzuki
entendía que su visión era acertada, y no ideológicamente impulsada. Desde los
1990’s, Suzuki recibió críticas muy severas procedentes de varios campos. La
erudición moderna, principalmente el trabajo de John R. McRae, Bernard Faure,
Robert Sharf y Victor Sōgen Hori y otros críticos, descubrió una gran brecha
entre el chan chino y el zen japonés clásicos y lo que vino a llamarse «El Zen
de Suzuki» que empezó a ser objeto de rechazo y deconstrucción. Veamos
seguidamente algunas de estas críticas.
Una primera serie de acusaciones tiene que ver con un supuesto apoyo
ideológico de Suzuki al militarismo imperial japonés y una defensa a ultranza
de los aspectos más chauvinistas de la cultura japonesa. En 1997, el autor
norteamericano y sacerdote en la secta Sōtō Zen, Brian Daizen Victoria, publicó
el libro Zen at War, en el que acusaba a la comunidad del
budismo zen japones de complicidad con el imperialismo militarista nipón desde
la Restauración Meiji hasta después de la segunda guerra mundial. En
particular, Victoria criticó a Suzuki por su defensa del bushido («el camino de la guerra»), y su trato con
los líderes del ejército imperial durante la segunda guerra mundial. Aunque
tardíamente, Kemmyō Taira Satō, un erudito sacerdote Shin, escribió una
acertada defensa de Suzuki, pero la reputación de Suzuki ya había quedado en
entredicho.
La descripción que Suzuki hace del zen no es la del budismo chan de la
época clásica (dinastía Tang), sino una visión que se sitúa en una
comprensión modernista mucho más amplia del budismo que surgió de la era Meiji.
Este es llamado «nuevo budismo» (shin bukkyo), con el
que el «Zen de Suzuki» comparte muchos rasgos: la acomodación del budismo a
formas occidentales de la modernidad; el descartar aspectos irracionales del
budismo y enfatizar los elementos lógicos; y presentar el zen como una
filosofía en lugar de religión. En esta visión, el zen es un método que está
libre de ataduras a sistemas religiosos o filosóficos específicos. Algunos
estudiosos, entre ellos McMahan, identifican el «Zen de Suzuki» a partir de la
década de 1930, como una modalidad del «nuevo budismo.»
Suzuki decía estar mostrado la «esencia» del zen, un «zen puro»,
«depurado», del cual se había descartado elementos prolijos o nimios, tales
como sus aspectos institucionales, populares, jerárquicos, ritualistas y
mágicos. En un libro publicado en 1991, Bernard Faure demostró que lejos de ser
superficiales o banales, los aspectos populares, ceremoniales, jerárquicos del
budismo zen, o incluso sus elementos mágicos o devocionales, tales como el
culto a reliquias, deidades, la momificación de maestros, la interpretación de
sueños, y el ritualismo, forman parte del chan/zen tal como ha sido
tradicionalmente practicado en China y Japón. Suzuki presenta pues un zen
descarnado, abstraído de su contexto histórico-social, evadiendo su realidad.
Según Faure, la retórica iconoclasta, y de inmediatez del zen constituyen una
postura para atraer poder y patrocinio.
Suzuki afirmaba que «el zen no es una religión ni una filosofía, sino el
espíritu de toda religión y filosofía», una experiencia mística universal
presente en todas las religiones. O, mejor dicho, «el espíritu o esencia que
sustenta todas las religiones».* El zen de Suzuki implica pues una forma de
perenialismo inclusivista budista supuestamente superior a formulaciones en
otras religiones. Para Suzuki, el zen es un fenómeno único en la historia del
misticismo.
Según Suzuki, la experiencia última del budismo zen es la misma que la
experiencia última cristiana, aunque a posteriori las interpretaciones
difieren. Y, como método, el zen puede llevar a esa experiencia cristiana. Los
cristianos pueden practicar el zen para mejorar su práctica cristiana. Esta
interpretación Suzuki influenció el desarrollo del zen cristiano como
movimiento («Christian Zen») Pero, resulta obvio que la interpretación que
Suzuki hace de los dogmas y símbolos cristianos está lejos de ser ortodoxa, y
su conocimiento de teología cristiana era superficial y a menudo erróneo.
Corless mostró que Suzuki conocía mucho menos sobre la teología cristiana de lo
que cabía esperar. Sorprendentemente, Suzuki produjo estudios comparativos
entre el zen y el cristianismo que tuvieron una gran influencia en autores como
Thomas Merton.
.
Las críticas no quedan aquí. Otros han censurado a Suzuki por carecer de
las credenciales necesarias para presentar y enseñar el zen tal como lo hizo, y
estar falto de alguna organización zen que le respaldara en sus aserciones. En
la imaginación del lector, Suzuki aparece como el maestro zen (roshi) perfectamente iluminado. Pero él siempre fue un
estudioso laico, se formó fuera de órdenes monacales tradicionales y nunca
recibió la transmisión del dharma. Sharf, en particular, lo criticó por no
disponer de sanción institucional formal, como tampoco la tuvieron otros muchos
populizadores del budismo zen en Occidente en el siglo XX. Esto puede
parecer inocuo, pero, como Sharf bien apunta, «debemos ser cautelosos antes de
aceptar acríticamente su (de Suzuki) afirmación de que el zen es una especie de
gnosis espiritual no sectaria.»**
Faure aduce que la interpretación suzukiana del budismo zen es
«sectaria» y «partidista». Suzuki presentó el zen de la escuela Rinzai como «el
zen» en sí y hace pocas referencias a la escuela Sōtō, contra la cual muestra
una clara parcialidad y prejuicio. Los kōans y el
despertar súbito (satori) son privilegiados frente a
la meditación sentada (zazen) y el entendimiento del
despertar como un proceso gradual. Para Suzuki, el zen de Dōgen es demasiado
pasivo, quietista, gradualista e intelectualista. Esta parcialidad es una de
las mayores influencias de Suzuki, ya que fue como Occidente ha entendido el
zen hasta décadas recientes.
Suzuki fue también censurado por enfatizar la experiencia personal
interior y el despertar (satori) en lugar del
ritual, doctrinas y prácticas, y la vida monacal. Sharf explicó que el énfasis
en la experiencia interna tiene, finalmente, un aspecto político, al
descalificar a aquellos que carecen de la misma para evaluar la esencia del
zen.
En 1953, el estudioso chino Hu Shih acuso a Suzuki de haber representado
erróneamente el zen ignorando su historia y mostrando un zen
descontextualizado, donde totalmente se descartan sus aspectos históricos en
favor de prestar más atención a esa experiencia ahistórica del despertar, en
una posición esencialista. Se ha dicho igualmente que Suzuki transmitió a
Occidente una imagen romantizada, idealizada del budismo zen. Se ha hablado
incluso de un «orientalismo invertido». Una imagen no puramente académica, sino
subjetiva, distorsionada, ideológica y proselitista, mostrando el zen no solo
como superior a otras escuelas budistas, sino superior a todas las otras
religiones que implica una superioridad de la cultura japonesa.
Conclusión
No han faltado algunos autores que han salido en defensa de Suzuki
basándose, principalmente, en la naturaleza de la práctica/experiencia del zen
vis a vis una visión crítica académica. Pero, por la mayor parte, «El Zen de
Suzuki» está gravemente descalificado. La gran pregunta que muchos se formulan
entonces es: ¿Cómo es posible que durante tantas décadas el zen de Suzuki haya
sido la forma mayoritaria de entender el zen? A esto Faure responde: «A pesar
de toda su retórica, el éxito de la obra de Suzuki no estuvo relacionado con
sus cualidades literarias o filosóficas; fue más bien el resultado de una
coyuntura histórica que provocó la aparición en Occidente de una modalidad
positiva del discurso orientalista, que encontró en la imagen del zen promovida
por Suzuki un objeto particularmente apropiado.»*** La visión distorsionada del
zen que Suzuki inadvertidamente dio ha tenido enorme influencia en Occidente y,
muy probablemente, ha contribuido a la desvinculación de la meditación zen de
su contexto budista. No obstante, para muchos, entre ellos el autor de estas
líneas, Suzuki fue la puerta que condujo al zen y a él le debemos nuestro
descubrimiento.
*D. T.
Suzuki, An Introduction to Zen Buddhism (New York: Grove
Press, 1964), 33.
** John P.
Keenan, «The Limits of Thomas Merton’s Understanding of Buddhism» in Merton and Buddhism: Wisdom, Emptiness, and Everyday Mind,
ed. Bonnie Bowman Thurston (Louisville: Fons Vitae, 2007), 121.
*** Bernard
Faure, «Rise of Zen Orientalism» Chan Insights and Oversights,
54
.
Obras de D.T. Suzuki sobre el zen
– ¿Qué es el Zen? Editorial Losada: Madrid,
2006.
– Introducción al budismo Zen. Editorial Kier: Buenos
Aires, 2005 [9ª edición].
– Manual de budismo Zen. Editorial Kier: Buenos Aires,
2003 [4ª edición].
– El Zen y la cultura Japonesa. Ediciones Paidos Ibérica:
Barcelona, 1996 [3ª impresión].
Critica
Faure,
Bernard, Chan Insights and Oversights: An Epistemological Critique of the
Chan Tradition, Princeton, NJ: Princeton University Press, 1996.
Faure,
Bernard. The Rhetoric of Immediacy: A Cultural Critique of Chan/Zen
Buddhism. NJ: Princeton University Press, 1991.
Sharf, Robert
H. (1993), «The Zen of Japanese Nationalism», History of Religions,
33 (1): 1–43.
Victoria, Brian
Daizen (2006), Zen at war (2nd ed.), Lanham
e.a.: Rowman & Littlefield Publishers, Inc.
Video:
A Zen Life: D.T. Suzuki: The Man Who Introduced Zen Buddhism to the West. A documentary film by Michael Goldberg. 80 minutes, 2006.
NTSC DVD. Japan Inter-Culture Foundation.
Suzuki Museum
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