BEING THE RICARDOS: EL ÚLTIMO RETO DE NICOLE KIDMAN
por Gonzalo Valdivia
(LA TERCERA / 24-12-2021)
Recién
estrenada en Amazon Prime Video, la película de Aaron Sorkin demandó una de las
preparaciones más arduas para la intérprete de origen australiano, quien se
pone en la piel de la legendaria Lucille Ball durante los turbulentos días en
que protagonizaba la sitcom I Love Lucy. Culto participó en una
conferencia en donde la actriz profundizó en el proceso y en por qué la
estrella que encarna en la ficción fue “la primera de su especie”.
La cosecha de Nicole Kidman durante el último año y medio incluye dos
protagónicos en series (The undoing, Nine
perfect strangers) y un secundario en un musical estrenado en Netflix (El
baile). Su volumen de lanzamientos en tiempos Covid crece a cuatro títulos
con la película Being the Ricardos, un proyecto con el que se
entusiasmó en plena pandemia debido a la pluma que había detrás de la historia,
antes que por la naturaleza del rol que le tocaría interpretar. “Inicialmente,
cuando dije que sí, no me di cuenta qué era lo que estaba aceptando”, señala. Seducida por el guión
autoría del reputado Aaron Sorkin (La red social, The newsroom),
a los días la actriz intentó comenzar a trabajar en la voz de su personaje,
abriendo una serie de dudas en torno al reto. “No estaba a mi alcance”, dice.
“Y pensé: oh, no, qué he hecho, ojalá tuviera el talento para hacer esto, pero
no lo tengo”.
Su tarea consistía en encarnar a la mítica actriz Lucille Ball a sus 40
años, en 1952, la época en que justo se estaban creado los textos y realizando
las grabaciones de la segunda temporada de I love Lucy, el mayor
éxito de su carrera. El filme con dirección y guión de Sorkin –disponible en
Amazon Prime Video– se detiene en la trastienda de la recordada sitcom,
que revolucionó la TV por ser la primera en usar tres cámaras, y en el
matrimonio de la estrella con el cubano-estadounidense Desi Arnaz (Javier
Bardem), su esposo en la vida real y en la ficción, donde cada uno se ponía en
la piel de Lucy y Ricky Ricardo.
En una conferencia en la que participó Culto, Kidman
recuerda cómo el director de El juicio de los 7 de Chicago reaccionó
a los miedos que la abrumaban al acercarse a la cadencia y timbre de su papel.
“Me envió un correo electrónico que
básicamente decía: ‘Lo tienes. Solo tendrás que ir día tras día. No quiero
ninguna interpretación. Quiero que hagas el trabajo que sé que puedes hacer,
que sé que harás. Y quiero que no te asustes porque creo que puedes hacerlo’”.
El interior del personaje, explica la actriz, ya estaba construido, porque
“podía identificarme con ella, sentirla, estaba muy bellamente escrita”.
Aunque la cinta se sostiene en la ficción para condensar en una sola
semana un puñado de hitos, gran parte de las vivencias de Ball que se aprecian
en la película sucedieron en la realidad. Fue acusada de comunista en un
momento álgido de la Guerra Fría, luchó férreamente ante los ejecutivos para
que su embarazo fuera incluido en el segundo ciclo de I love Lucy y
tempranamente padeció los males de la industria, tras el exitoso estreno
de The big street (1942), junto a Henry Fonda.
También vivió con intensidad las mieles y los sinsabores de su relación
con Arnaz, amalgamados en el plano profesional bajo el alero de su compañía
Desilu Productions. “La exquisita complejidad del guión”, plantea Javier Bardem
en la misma instancia, “es que realmente va a diferentes lugares sin abandonar
ninguno. Junta muchos aspectos de ellos como matrimonio, como pareja, como
artistas, como colegas, y todo está muy bien armado”.
“Ella fue la primera de su especie; ella es única. Lo que hace la
película es abrir el telón. No es la serie I love Lucy. Se trata de
cómo se hizo y quién era esa persona con ese genio y cuál era su historia y su
vida”, apunta Kidman sobre el papel que le podría dar su quinta nominación a
los Oscar. “Al avanzar y retroceder, (el guión) puede mostrarte la esencia de
quién era esta mujer y quiénes eran estas personas. Eso es lo que tenía de
inusual, en realidad. No era una película biográfica”.
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