BOB
DYLAN
“LA
TRANSFIGURACIÓN ES LO QUE TE PERMITE
ESCAPAR
DEL CAOS Y SOBREVOLARLO”
(reportaje recuperado de Rolling Stone)
PRIMERA ENTREGA
“Estoy
intentando explicar algo que no puede explicarse”, dice Bob Dylan. “Ayúdame”.
Es un día de verano, una hora antes del atardecer, y estamos sentados en el
patio trasero de un restaurante en Santa Mónica. Dylan va bastante abrigado
para el tiempo que hace en el sur de California: lleva una cazadora de cuero
abotonada por encima de una gruesa camiseta blanca. Además, un gorro de esquí
–negro en la parte inferior, blanco en la superior– bajado hasta las orejas y que
le tapa parte de la frente. Un mechón de pelo rizado entre pelirrojo y rubio,
claramente una peluca, sale de la gorra por encima de sus cejas. Tiene un vaso
de agua fría delante. En los 15 años que han pasado desde su disco de 1997, Time out of mind, Dylan –que tiene 71
años– ha disfrutado del mayor periodo de creatividad de toda su vida.
Su nuevo disco, Tempest, cuenta historias de finales mortales,
de agnosticismo moral y de bendición conseguida a través del sufrimiento,
culminando con el torbellino épico de 14 minutos sobre el Titanic, que mezcla hechos reales y fantasía, a la que sigue un
precioso y místico tema sobre su amistad con John Lennon. Aún así, es
improbable que Dylan consiga eclipsar la fama mundial de los discos que hizo en
la década de los 60, que le convirtieron en una fuerza mítica de aquella época.
Pero Dylan no siempre se ha sentido cómodo con los efectos de esa reputación.
En 1966, tras una serie de rompedoras y controvertidas actuaciones eléctricas, el
joven héroe huyó de su propio momento tras sufrir un accidente de moto en
Woodstock. La música con la que regresó, a finales de sonaba como si Dylan se hubiera
convertido en un hombre diferente. En realidad, comenta ahora, aquel era su
verdadero yo –o mejor dicho, era el hombre en quien se estaba convirtiendo–. Lo
que Bob Dylan cree es que sobrevivir a aquel radical punto de inflexión supuso una
transformación mayor de lo que nunca antes había contado. Aludió brevemente a
este incidente en su autobiografía de 2004, Crónicas, pero en esta entrevista el asunto
cobró nuevas dimensiones.
Hay momentos en los
que yo introducía nuevas preguntas y Dylan retomaba alguna anterior.
Continuamos la conversación durante muchos días, por teléfono o por escrito.
Dylan nunca intentó dar rodeos o ponerse en guardia a medida que avanzábamos.
Todo lo contrario:
se abrió resueltamente, sin disculpas. Bob Dylan como no le habías visto nunca.
¿Consideras que Tempest es un disco basado en
experiencias, como Time out of mind o Love and theft?
Tempest es como los demás: las canciones simplemente encajan. Sin embargo, no es
el disco que yo quería hacer. Tenía otro en la cabeza. Quería hacer algo más religioso.
Eso requiere mucha más concentración –coger un tema y desarrollarlo en un
disco– que el disco que he acabado haciendo, en el que todo fluye y tienes que
creer en que todo acabará teniendo sentido.
Sin embargo, parece
que se encuentra entre tus mejores obras, como Time out of mind, aunque es un disco menos introvertido.
Bueno, con Time out of mind empecé a hacer discos para el público
para el que tocaba noche tras noche, gente de diferentes ámbitos y edades.
Aquellas personas no tenían por qué escuchar canciones que yo compuse 30 años
antes con otros propósitos diferentes. Si iba a continuar, necesitaba nuevas
canciones, y tenía que escribirlas no necesariamente para hacer un disco, sino
para tocarlas para el público.
Las canciones de Time out of mind no estaban destinadas a que la
gente las escuchara en casa. Casi todas funcionaban por sí mismas, mientras que
antes, los discos podían ser mejores pero las canciones en sí no funcionaban.
Así que elegí quedarme con lo que hice a partir de Time out of mind en
lugar de con lo que hice en los 70 y en los 80, épocas en las que mis canciones
simplemente fueron peores.
Aquel disco fue como
un punto de inflexión. Supuso el comienzo de una serie de piezas maestras. A
partir de entonces los discos se sostienen por sí solos.
Espero que sea así. Debería conectar con el público. Lo especial en ese
disco es que se mezclan lo nuevo y lo antiguo, y hay que conectar con ambos. Lo
antiguo sale y aparece lo nuevo, pero no hay ninguna línea divisoria.
Lo antiguo sigue sucediendo cuando lo nuevo entra en escena, a veces sin
que te des cuenta. Lo nuevo se solapa con los últimos coletazos de lo antiguo.
Esa es la dinámica a lo largo de la historia. Tarde o temprano, antes de que te
des cuenta, todo acaba siendo nuevo, y ¿qué pasó con lo antiguo? Es como un
truco de magia.
Igual que cuando hablábamos de los 60. Si hubieras vivido en la época,
sabrías que al principio de la década, hasta más o menos el 64 ó el 65 todo era
realmente los 50. Todo estaba basado en aquella época, aquella cultura, por lo
menos en América. Los nuevos 60 empezaron más o menos en el 66, y se asentaron
a finales de la década. Entonces, en la época de Woodstock, ya no quedaba nada
de los 50. En realidad, yo no formé parte de lo que se denomina como “los 60”.
¿Ni siquiera aunque
se te identifique tanto con ellos?
Evidentemente lo estuve, y tal vez sigo estándolo. Lo viví, pero no
podría identificarme con lo que pasaba. No significó
nada para mí. En aquella época yo tenía mi propia
familia. [Timothy] Leary y otros como él no habrían
durado ni un segundo en los primeros años de la
década. Y la Guerra de Vietnam tampoco fue algo que
me ayudara a conectar con el momento.
¿Alguna vez te ha preocupado que la gente
interprete tu obra de manera errónea? Por ejemplo, algunos vieron en Rainy day women un código para
colocarse.
No me sorprende que haya quien lo vea así. Pero esa
gente no conoce el libro Hechos de los apóstoles.
A veces
parece que te disgusta la época de los 60.
La década de los 50 fue una época mucho más
sencilla, por lo menos para mí. No experimenté la mayor parte de las cosas que
la gente de mi edad de ciudades y pueblos más grandes sí pudo experimentar. El
pueblo en el que crecí estaba totalmente apartado del centro de la cultura.
Estaba fuera de los márgenes del momento.
Tenías todo el pueblo para vagabundear, y no
existían sensaciones como la tristeza o la inseguridad. Simplemente había
bosques, cielo, ríos y corrientes, invierno, verano, primavera y otoño. La
cultura se basaba fundamentalmente en circos y carnavales, predicadores y
pilotos, espectáculos para leñadores y cómicos, bandas de música y demás.
Programas de radio excepcionales y música muy interesante. Todo esto, antes de
los supermercados, los centros comerciales, los multicines y todo lo demás. Ya
sabes, todo era mucho más fácil. Y cuando creces en aquel ambiente, eso se
queda dentro de ti. Después me marché, creo que a finales de los 50, pero vi y
sentí muchas cosas en los 50 que siguen vivas en mi interior y que me han hecho
como soy. Así que creo que los 50 acabaron más o menos en el 65. No tengo
ningún sentimiento de calidez especial por aquel periodo. ¿Por qué? Fueron días
crueles.
¿Por
qué? ¿Te supuso una gran agitación el estar en el centro de todo?
Sí, eso y otras cosas. Las cosas se empezaban a
corporativizar. Normalmente eso no me habría afectado, pero le estaba
sucediendo lo mismo a la música. Y yo sentía un amor genuino por la música.
Contemplé la muerte de lo que amaba.
Aun así
hay gente que opina que tu música reflejaba los 60. ¿Sucede lo mismo con tus
discos desde 1997?
Claro, mi música siempre habla sobre épocas
recientes. Pero no hay que olvidar que la naturaleza humana no está vinculada a
una época específica de la historia. Ese es el principio de todo. Mis canciones
son música personal; no comunal. No me gustaría que la gente cantara conmigo al
unísono. Me sonaría raro. No toco canciones de acampada. No recuerdo que nadie
cantara a la vez que Elvis, Carl Perkins o Little Richard. Lo que un músico
tiene que conseguir es que la gente sienta sus propias emociones. Un
intérprete, si consigue hacer lo que se supone que tiene que hacer, no siente
ninguna emoción. Simplemente posee una cierta alquimia.
¿No te
consideras una voz particularmente americana, por la forma en que tus canciones
hacen referencia o hablan sobre la historia del país?
Son históricas. Pero también biográficas y
geográficas. Representan una forma de pensar y un territorio en particular. Lo
que los demás piensen de mí es irrelevante. De la misma manera que yo, cuando
voy a ver una película, pongamos Cumbres borrascosas, no me pregunto
cómo es en realidad Lawrence Olivier. Cuando veo a un actor en el escenario, no
pienso en cómo es personalmente. Estoy allí porque quiero evadirme de mí mismo,
olvidar lo que me preocupa y lo que no me preocupa. El entretenimiento es un tipo
de deporte. [Dylan parece repentinamente emocionado]. Déjame que
te enseñe algo. Podría interesarte. Podría hacer que replantearas tu pregunta,
o pensar en alguna nueva [risas]. Te voy a enseñar algo. [Se levanta
y va a otra mesa].
¿Voy
contigo?
No, no, no, ya lo tengo. Creo que esto te puede
interesar. [Trae un desgastado libro de bolsillo]. ¿Ves este libro? ¿Has
oído hablar del escritor? [Me muestra La vida y época de Sonny Barger
y los Ángeles del Infierno].
Sí,
claro.
Él fue un ángel del infierno.
Él fue el ángel del infierno.
Mira quién es el autor. [Señala a los nombres de
los coautores, Keith Zimmerman y Kent Zimmerman]. ¿Le suenan esos
nombres? Le parecen conocidos, ¿verdad? Y usted se está preguntando:
“¿Qué tiene eso que ver conmigo?”. Pero le suenan familiares, ¿no? Y además
hay dos. ¿Dos? ¿Es que no es suficiente con uno? ¿Verdad? [Dylan se
sienta, sonriendo]. Voy a leer este párrafo. [Abre el libro por
una página marcada]. Lo voy a leer en voz alta para su grabadora.
“Uno de los primeros líderes de los Ángeles del Infierno de Berdoo [San
Bernardino] fue Bobby Zimmerman. En nuestra vuelta a casa del viaje de 1964 a
Bass Lake, Bobby conducía en su puesto de honor –delante, a la izquierda– cuando
el tubo de escape se cayó de su moto. Volviendo para recuperarlo, Bobby dio un
giro de 180 grados, para ir de la parte delantera del grupo a la trasera. En
ese mismo instante, un ángel del infierno de Richmond llamado Jack Egan estaba
adelantando posiciones desde el final del grupo hacia el principio. Iba
adelantando a una larga fila de motos en el momento exacto en que Bobby hizo el
giro. Jack arremetió contra Bobby y le mató al instante.
Llevamos el cuerpo sin vida de Bobby a un lado de la carretera. No pudimos
hacer nada salvo buscar ayuda en el pueblo”.
Pobre
Bobby.
Sí, pobre Bobby. ¿Sabe cómo se llama eso?
Transfiguración. ¿Ha oído hablar de ello alguna vez?
Sí.
Bueno, pues ahora mismo está viendo a alguien.
Que… ¿Se
ha transfigurado?
Sí, completamente. No soy como tú, ¿verdad? Tampoco
soy como él. No soy como los demás. Soy como otra persona que se haya
transfigurado. ¿A cuánta gente como esa o como yo conoces?
¿Con
transfiguración te refieres a haberte transformado? ¿O te refieres a la
transmigración, cuando el alma pasa a otro cuerpo?
No estamos hablando de la transmigración. Es otra cosa.
Tuve un accidente de moto en 1966. Y ya te he explicado la teoría sobre lo
nuevo y lo antiguo, ¿no? Ahora puedes unir ambos puntos de la forma como quieras.
Transfiguración: puedes aprender sobre ello en la iglesia católica, en los
viejos libros místicos, es un concepto real. Ha sucedido desde siempre. Nadie
sabe a quién le ha pasado ni por qué. Pero hay pruebas de ello por todos
sitios. No es algo que se pueda pensar o soñar. No es como conjurar una
realidad, ni como la reencarnación –o como cuando crees que eres alguien del
pasado pero no tienes pruebas de ello. No tiene nada que ver con el pasado o el
futuro. Así que cuando haces algunas de tus preguntas, se las haces a una
persona que ya no existe. Pero la gente comete ese error conmigo
constantemente. He vivido mucho. ¿Has oído hablar del libro Nadie conoce
mi historia? Es sobre Joseph Smith, el profeta mormón. El título podría
referirse a mí mismo.
La transfiguración es lo que te permite escapar del
caos y sobrevolarlo. Así es como aún puedo hacer lo que hago, componer las
canciones que canto y continuar con mi vida.
¿Cuando
dices que estoy hablando de una personaque está muerta, te refieres al motero
Bobby Zimmerman o a Bob Dylan?
¡Bob Dylan está aquí! Estás hablando con él.
Entonces
la transfiguración es…
Es lo que sea que es. No podrías regresar y
encontrar a Bobby en un millón de años. Ni tú ni nadie en la faz de la tierra.
Se ha ido. Si pudiera, volvería atrás. Me gustaría volver atrás. En este
momento, me encantaría regresar y encontrarle, y ofrecerle una mano. Y decirle
que tiene un amigo. Pero no puedo. Se ha ido. Ya no existe.
Entonces,
cuando hablas de transfiguración…
Sólo sé lo que te estoy contando. Lo demás tienes
que hacerlo tú, trabajar y descubrir de qué se trata.
Estoy
tratando de determinar en quién o cómo te has transfigurado.
Te lo acabo de mostrar. Lee el libro.
¿Es él a
quien tienes en la cabeza? ¿Qué conexión tienes con ese Bobby Zimmerman aparte
del nombre?
No lo tengo en la cabeza. Yo no escribí ese libro.
No me lo inventé. No lo soñé. No te estoy diciendo que anoche tuve un sueño.
¿Recuerdas la canción Last night I had the strangest dream? Tampoco
la compuse yo.
Te estoy enseñando un libro que ha sido escrito y publicado.
Y me refiero a todos los puntos de conexión: motos, Bobby Zimmerman, Keith y
Kent Zimmerman, 1964, 1966. Y hay muchos más. Si averiguaras algo sobre la
familia de aquel tipo, encontrarías muchos más. Solamente te lo cuento. Ve a su
tumba.
¿Cuándo
descubriste ese libro?
Bueno… ¿Cuándo lo descubrí? Alguien me lo dio hace
unos años. Conocí a Sonny Barger en los 60, pero no demasiado bien. Era amigo
de Jerry García. Tal vez lo vi en alguna librería y el librero me lo puso en la
mano. Pero empecé a leerlo, y creía que estaba leyendo sobre Sonny, pero llegué
a esa parte en la que me di cuenta de que ya no hablaba de él. Ni siquiera me
había parado a mirar los nombres de los autores antes, y también fue algo
sobrecogedor. Un año después, fui a una biblioteca en Roma y encontré un libro
sobre la transfiguración, porque no es algo sobre lo que oigas hablar todos los
días, se encuentra en el ámbito de lo místico, y, aun sin ser una autoridad en la materia, descubrí las cosas que te hacen diferente.
Siempre he sido diferente a los demás, pero este libro
me explicó el porqué. Hay determinadas personas que son distintas. Hablemos del
término “par”. Siempre me he preguntado: ¿Quiénes son mis pares? Cuando recibí
la Medalla de la Libertad empecé a pensar en ello. ¿Quiénes serán? Y de repente
todo se aclaró. Mis pares son Aretha Franklin, Duke Elllington, B.B. King, John
Glenn, Madeleine Albright, Pat Summitt, Toni.
Has
descrito lo que haces como una llamada, no como una carrera.
Todo el mundo ha sentido la llamada, ¿no? Algunos
la habrán sentido con más fuerza y otros con menos. Todo el mundo es llamado,
pero hay sólo unos pocos elegidos. Hay un montón de cosas que distraen a la gente,
así que puede que nunca encuentren su yo verdadero. Mucha gente nunca lo
consigue.
¿Cómo
describirías la tuya?
¿La mía? No muy diferente a la de los demás.
Algunos se sienten llamados a ser unos buenos marineros. Otros a trillar bien
la tierra. Algunos a ser buenos amigos. Tienes que ser el mejor haciendo eso
para lo que has sido llamado. Lo que sea que hagas. Tienes que ser el mejor, y
tener muchas habilidades. Se trata de confianza, no arrogancia.
Tienes que saber que eres el mejor
independientemente de lo que te diga la gente. Y que permanecerás, de una u
otra forma, más tiempo que los demás. Tienes que sentirlo en tu interior.
Algunos
de nosotros pensamos que fuiste llamado a ser alguien que ha intentado ser el
mejor testigo del mundo en el que vivió y de la historia que construyó ese
mundo.
La historia es algo raro, ¿no? Porque puede
cambiarse. El pasado puede cambiarse y ser utilizado por motivos propagandísticos.
Las cosas que nos han contado que pasaron puede que nunca hayan sucedido. Las
cosas que nos han contado que no pasaron podrían haber pasado. Los periódicos
lo hacen continuamente; y los libros de historia. Todo el mundo cambia el
pasado a su manera. Es algo habitual, ¿sabes? Siempre vemos las cosas de una
forma en la que nunca sucedieron, o como queremos verlas. No podemos cambiar el
presente ni el futuro. Sólo el pasado, y no paramos de hacerlo.
Suele
decirse: “La historia ha sido escrita por los vencedores”.
Absolutamente. Y luego está Henry Ford. A él no le importó
la historia.
Pero sí
a ti. En Crónicas, escribiste sobre
tu interés en la historia de la Guerra Civil. Dijiste que el espíritu de
división en aquella época te sirvió de plantilla para su propia obra.
Escribiste sobre tu lectura de los acontecimientos.
Leer, pongamos, los recuerdos del general Grant no es lo mismo que leer
la historia de la Guerra Civil según
Shelby Foote. Los informes no se
parecen en nada. Grant se encuentra allí
abajo. Shelby Foote no se encontraba allí. Ni ninguno de los tipos que recrean los años la Guerra Civil. Grant estuvo allí, pero estaba
en otro sitio dirigiendo al
ejército. Él sólo escribió sobre ello cuando acabó. Si quieres saber cómo fue, sólo tienes que leer los periódicos de la época de ambos
bandos. Verás cosas que no te
creerás. Hay demasiado material en el que
bucear, pero no se parece en nada a lo que te dicen los libros. Es mucho más horrible y odioso. No parece haber nada
heroico ni honorable en ello. Fue un
suicidio. Cuatro años de saqueos, botines
y asesinatos a la americana. Es increíble lo que se puede encontrar en esos artículos de periódico. Medios como el Pittsburgh Gazette, en
el que se les advertía a los
trabajadores que si los estados sureños vencían llenarían las fábricas de mano de obra esclava
y pondrían fin a nuestro modo de vida. Hay muchos tipos de cosas como esa, y eso
incluso antes del primer disparo.
Pero
también había reivindicaciones y rumores del Sur sobre el Norte…
Morrison, Jasper Johns, Martha Graham, Sidney
Poitier. Ese tipo de gente, gente distinta, igual que yo. Y me siento orgulloso
de estar entre ellos. Uno no escribe las canciones que yo escribo siendo un
cantautor convencional. Y no creo que nadie vuelva a escribir nada parecido, de la misma forma que nadie
escribirá canciones como las de Hank Williams o Irving Berlin. Eso por
descontado. Creo que llevé las cosas a otro nivel porque tenía que hacerlo.
Porque estuve obligado a ello. Hay que redefinir las cosas constantemente porque
todo se expande en tu interior. La vida siempre encuentra la forma de
extenderse.
¿Por qué
sientes la necesidad constante de reorganizar las cosas?
Porque esa es la naturaleza de la existencia. Nada
permanece quieto por mucho tiempo. Los árboles crecen, las hojas se caen, los
ríos se secan y las flores se marchitan. Nacen nuevos niños cada día. La vida
nunca para.
¿Eso tiene
que ver con lo que las giras significan para ti?
Las giras son como tú quieras que sean. ¿Qué tienen
de raro? ¿Los conciertos? Si es así, que alguien me lo explique. Willie
[Nelson] lleva años dando conciertos, y nadie le pregunta por qué lo sigue haciendo.
Mira, vas a sitios diferentes y te suceden cosas que nunca te sucederían si te
quedaras en casa. Y además tocas música para gente –todo tipo de gente, de
todas las nacionalidades y en todos los países. Pregunta a cualquier artista que
se dedique a esto, y todos te dirán lo mismo. Que les encanta hacer esto, algo
que le importa a la gente. Es como cualquier otro trabajo, solo que diferente.
Aun así
estuviste mucho tiempo, de 1966 a 1974, sin hacer giras. ¿Siempre supiste que
retomarías los conciertos en directo como algo esencial en tu carrera?
Sé que me olvidé de ello, pero volví a hacerlo de
nuevo. Las cosas cambian. Además, hay artistas que no salen a la carretera. A
lo mejor van a Las Vegas y se quedan allí una temporada. Esa es una manera de
hacerlo, quién sabe, tal vez acabe haciéndolo yo también. Hay muchas otras
formas peores de acabar. Siempre ha sido así para todo el mundo que se dedica a
esto, mirando incluso atrás, a los tiempos remotos. El circo pasaba por la
ciudad, se iba y tú querías huir con ellos. Eso pasaba. No vas viajando hasta
que llegas a la meta, donde te dan un reloj de oro y una palmadita en la
espalda. No funciona así. La gente no suele jubilarse. Se van difuminando. Se
quedan sin vapor. La gente deja de interesarse por ellos.
¿Qué
opinas de Bruce Springsteen? ¿Y de U2?
Quiero a Bruce como a un hermano. Es un poderoso intérprete;
como ningún otro. Me preocupo mucho por él. U2 es una fuerza a tener en cuenta.
Bono tiene una energía con efectos de largo alcance, y a veces, él mismo es su
propia tempestad.
Miles
Davis consideraba que el mejor momento para escuchar música era cuando estaba
siendo interpretada, el momento en el que la música está verdaderamente
viva. ¿Tienes una visión similar?
Sí, exactamente el mismo punto de vista que el de Miles.
Solíamos hablar sobre eso. Las canciones no están vivas en el estudio. Tocas lo
mejor que puedes, pero siempre falta algo. Lo que falta es el público. Sinatra
solía grabar discos así, llevando a gente al estudio como público. Le ayudaba a
meterse más en los temas.
¿Entonces
un concierto te satisface plenamente?
Si no te sientes realizado de otras formas, la
interpretación no te hará feliz. Es algo que tienes que aprender a hacer. Si
sigues haciéndolo vas mejorando y así continuas. Y si no mejoras, entonces
déjalo. ¿Es una forma de vida plenamente satisfactoria? Bueno, ¿qué forma de
vida lo es? Ninguna, si tu alma no se ha redimido.
También hay muchas, sobre los derechos de los
estados y la lealtad a nuestro estado. Pero no tenían sentido. Los estados
sureños ya tenían derechos. A veces incluso más que los estados norteños. El
Norte sólo quería que frenaran la esclavitud, ni siquiera que acabaran con
ella; sólo que no la exportaran. No trataba de llevarse a los esclavos. Sólo
querían que la esclavitud dejara de extenderse. Ese era el único derecho contra
el que se luchaba. La esclavitud no proporcionaba salarios a los trabajadores.
Si aquel sistema económico se extendía, la gente del Norte se levantaría en
armas. Había mucho temor a que la esclavitud se extendiera.
¿Observas
algunos paralelismos entre la América de 1860 y la de la actualidad?
Mmm… no sabría explicarlo. Es como si… los Estados Unidos
hubieran ardido y se hubieran destruido sólo por la esclavitud. El país nunca
iba a rendirse. Tenía que autodestruirse. El sistema al completo tenía que ser
extirpado por la fuerza. Muchas muertes. ¿Unas 500.000 personas? Demasiada
destrucción para acabar con la esclavitud. Y de eso se trataba todo.
Este país tiene un serio problema con el tema del color.
Es una distracción. La gente se tira al cuello de los demás simplemente porque
tienen la piel de otro color. Es la victoria de la locura, algo que frenaría a cualquier país; o
a cualquier vecindario. Los negros saben que hubo blancos que no querían
renunciar a la esclavitud, que si salían victoriosos ellos continuarían bajo el
yugo, y no pueden fingir que no lo saben. Los negros pueden sentir si en tus
venas fluye sangre de esclavista o del Klan. Y eso sucede hoy en día. Igual que
los judíos pueden sentir la sangre nazi y los serbios la croata.
Dudo que América consiga librarse alguna vez de esta
estigmatización. Es un país construido sobre las espaldas de los esclavos.
¿Sabes a lo que me refiero? Porque se remonta a mucho tiempo atrás. Tiene que ver
con las raíces. Si se hubiera renunciado a la esclavitud de una forma más
pacífica, América sería ahora un país mucho más avanzado. No sé a quién se le
ocurrió el término “causa perdida”, no hay nada heroico en las causas perdidas.
No existe tal cosa, aunque haya mucha gente que siga creyéndoselo.
¿Esperabas
o imaginabas que la elección del presidente Obama significaría un atisbo de
cambio, o incluso su constatación?
No tengo ninguna opinión al respecto. Si uno quiere
cambiar tiene que cambiar desde el corazón.
Desde la
elección, ha habido muchas reacciones en su contra.
Lo mismo sucedió con Bush, ¿no? Y con Clinton, y antes
con Jimmy Carter. Mire lo que le hicieron a Kennedy. Cualquiera que se haga con
el puesto va a pasar una temporada dura.
¿No
crees que parte de dicha reacción surge del mismo tipo de resonancia racial de
la que hablabas?
No lo sé. No lo sé, pero no creo que tenga nada que
ver. No tengo ni idea de lo que dicen a su favor o en su contra. Ni idea. No sé
si es algo profundo o superficial.
¿Eres
consciente de que se le ha catalogado de antiamericano y socialista?
No se le puede prestar atención a ese tipo de
argumentos, como si fueran nuevos. Eisenhower fue acusado de antiamericano. ¿Y
no fue Nixon un socialista? Sólo hay que ver lo que hizo en China. Dirán cosas
malas también del siguiente.
Entonces,
no crees que parte de la reacción en contra de Obama tenga que ver con el hecho
de que una persona de color se haya convertido en presidente de los Estados
Unidos.
¿Quieres que te repita lo que le acabo de decir,
palabra por palabra? ¿A qué te refieres? La gente estaba entusiasmada con el
tipo cuando salió elegido. Así que, ¿de qué hablamos? ¿Quiénes son esas
personas que cambiaron de opinión? Habla con ellos. ¿Por qué cambiaron de opinión?
¿Por qué le votaron? Deberían haber votado a otro sabiendo que acabaría
decepcionándoles.
Lo que
quiero decir es que, tal vez, en la fiera oposición que se le ha hecho a Obama,
puede haber algún resentimiento latente por motivos de raza.
¿Estás hablando sobre la prensa? No conozco
personalmente a nadie que esté diciendo las cosas a las que haces referencia. La
prensa dice todo tipo de cosas. No sé que estarán diciendo. Ni por qué lo dirán. De todas formas no
deberías creer en lo que leas en la prensa.
¿Tú
votas?
Mmm…
¿Crees
que deberíamos votar?
Claro, ¿por qué no votar? Respeto el proceso
electoral. Todo el mundo debería tener el derecho a voto. Vivimos en una
democracia. ¿Qué quieres que te diga? Votar es algo bueno.
Sentía
curiosidad por tu voto.
[Sonriendo] ¿Perdón?
¿Cuál
fue tu opinión sobre Obama después de haberle conocido?
¿Que qué opino sobre él? Me gusta. Pero le está
preguntando a la persona equivocada. ¿Sabe a quién debería preguntárselo? A su
esposa. La suya es la única opinión que importa. Además, solamente le he visto
unas cuantas veces. Me refiero a que… ¿Qué quieres que te diga? Le encanta la
música. Y hablar con la gente. Viste bien. ¿Qué coño quieres que te diga?
Tú eres
testigo del presente, opinas sobre los problemas nacionales. Por ejemplo, ¿te
has sentido decepcionado por la resistencia con la que se ha encontrado el presidente?
¿Te gustaría que saliera reelegido?
¡He sobrevivido a muchos presidentes! ¡Y tú
también! Algunos son reelegidos y otros no. La reelección no implica ser un
gran presidente. A veces el tipo del que te deshaces es el tipo que desearías
que volviera.
He
sacado el tema en parte por algo que dijiste la noche de su elección: “Parece
que las cosas van a cambiar”. ¿Sientes que el cambio que anticipó no acabó
sucediendo?
¿Puedes repetirlo de nuevo? No sé lo que dije.
Fue la
noche de las elecciones de 2008. En el escenario de la universidad de
Minnesota, al presentar a tu banda señalaste al bajista y dijiste: “Tony
Garnier, llevando el pin de Obama. Le gusta pensar que esta es una época de un
nuevo comienzo. La era de la luz. Yo nací en 1941, el año en que Pearl Harbor
fue bombardeado. Siempre he vivido en un mundo de oscuridad desde entonces.
Parece que las cosas van a cambiar ahora”.
No recuerdo lo que dije o no. En cuanto a Tony, sí,
puede que llevara un pin de Obama y tal vez yo dijera algunas cosas entonces
porque en aquel momento tenían sentido. Tal vez dije que parecía que las cosas podrían
cambiar. Y tal vez cambiaron. No creo que predijera cómo iban a cambiar, pero
aquello que dije, lo dije para la gente en aquella sala aquella noche. ¿Sabes a
lo que me refiero? No lo grabé en un disco para que sonara siempre. ¿O acaso me
bajé al centro de la ciudad a dar un discurso? Fue en el escenario. Vale, en el escenario. No sé lo que quise decir. A
veces se dicen cosas sin saber qué quieres decir. Pero eres sincero cuando lo
dices. Me encantaría que las cosas hubieran cambiado. Es todo lo que puedo
decir en cuanto a aquello que dije. No voy a negar lo que dije, pero quisiera
pensar que las cosas han cambiado.
Tengo la
impresión, cuando hablamos, de que eres reacio a hablar demasiado sobre el
presidente o sobre la forma en la que se le ha criticado.
Bueno, le he dicho lo que he podido.
En ese
caso, volvamos a Tempest. ¿Qué puedes
contar sobre tu proceso de composición en la actualidad?
Puedo componer un tema en una habitación repleta de
gente. La inspiración puede llegarte en cualquier lugar. Es algo mágico. Me sobrepasa.
¿Y sobre
tu labor de productor? ¿Cómo describirías el sonido que has intentado capturar
en este disco?
El sonido está unido a la canción. De un modo muy especial.
Alguien me dijo que Justin Bieber nunca podría cantar estos temas. Y yo le dije
que yo tampoco era capaz de cantar los suyos. Y esa persona me dijo: “Cariño,
doy gracias por ello”. Hay una considerable cantidad de mortalidad, sobre todo
en los tres últimos temas, Tin angel, Tempest y Roll on John. Gente que sufre finales duros. La gente en Frankie
and Johnny, Stagger Lee y El Paso también sufre duros finales, y
definitivamente así acaba una de mis canciones preferidas, Delia [ésta y
las anteriores son canciones tradicionales norteramericanas]. Puedo nombrarle
un centenar de canciones en las que todo acaba en tragedia. Recibe el nombre de
tradición, y es algo de gran riqueza. Tradicional, con T mayúscula. Tal vez la
gente necesite una forma simplista de identificar algo, si no consiguen
entenderlo correctamente, utilizar alguna palabra que puedan entender, como muerte,
y entonces piensan: “Ah, estas canciones tratan de la muerte. Dylan, ¿no es
viejo? Debe de estar pensando ya en ello”. ¿Sabe cómo llamo a esa gentuza? Idiotas
que no tienen ni idea de lo que hablan. Que busquen otro a quien molestar. Hay
muchas canciones sobre la muerte. Seguro que sabes que en el folk casi
todos los teman tratan sobre ello. Todo el mundo las canta. La muerte es una
parte de la vida. Cuanto antes lo aprendas, mejor para ti. Esa es la única
forma de mirarlo. En cuanto a intentar llegar a un consenso sobre el
significado de mis canciones, creo que es una tontería. No puedo confirmar o
desmentir lo que otras personas creen que quiero decir.
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