JOHN DONNE (1572 – 1631)
DEVOCIONES
(versión y prólogo de Alberto Girri)
DECIMOCTAVA ENTREGA
XX
Id agunt
Bajo estos indicios de materia
digerida, proceden a purgar
Aunque la deliberación parece consistir más bien de partes espirituales seguidas
de acción, sin embargo la acción es el espíritu y el alma de las
deliberaciones. Las deliberaciones no siempre se definen en resoluciones; no
podemos siempre decir: “Esto fue concluido”; las acciones siempre se resuelven
en efectos; no podemos decir: “Esto fue hecho.” Las leyes poseen su reverencia,
y su majestad, cuando vemos al juez en su tribunal ejecutándolas. Los consejos
de guerra poseen sus lemas, y sus operaciones, cuando vemos el sello de un
ejército que les es aplicado. Era una antigua costumbre la de celebrar la
memoria de los que merecían el reconocimiento del Estado, brindándoles esa
clase de representación escultórica que entonces era llamada Hermes; la cual
consistía en la cabeza y los hombros de un hombre, puestos sobre un cubo, pero
que no tenían ni brazos ni manos. En conjunto representaba a un leal defensor
del Estado por su consejo; pero en este jeroglífico, que hacían sin manos, se
simbolizaba que el consejero no debía tener manos, para así no extenderlas
hacia tentativas extranjeras de soborno en cuestiones de Consejo, y que no era
necesario que la cabeza empleara su propias manos; que los mismos hombres
sirvieran para la ejecución, los que asistían al Consejo; pero que no
pertenecieran manos a cada cabeza, y acción a cada consejo, nunca se propuso,
tanto en imagen como simbólicamente. Ya que, así como en el matrimonio apenas
puede denominarse matrimonio cuando existe un propósito en contra de los frutos
del matrimonio, en contra del nacimiento de hijos, así los consejos no son consejos,
sino ilusiones, cuando desde el comienzo no existe el propósito de ejecutar las
resoluciones de esos Consejos. Las artes y las ciencias están más propiamente
referidas a la cabeza; que es su propio elemento y esfera; pero, sin embargo,
el arte de demostrar, la lógica, el arte de persuadir, la retórica, son
inferidos por una mano; aquélla, expresada por una mano que se cierra en un
puño, y ésta, por una mano extendida, y abierta; y permanentemente el poder del
hombre y el poder de Dios mismo se expresan así: “Todas las cosas están en su
mano; ni siquiera es presentado tan a menudo a nosotros con nombres que llevan
nuestra consideración al Consejo, como a la ejecución del Consejo; él es más
menudo denominado se Señor de los Ejércitos, que mediante cualquier otro nombre
que pueda referirse a otra significación. Aquí, en consecuencia, adaptamos a
nuestra meditación la resbaladiza condición del hombre, cuya felicidad, de
cualquier clase, puede ser arruinada por la imperfección de una sola cosa que
conduzca a esa felicidad; él debe disponer de todas las piezas para alcanzarla.
Sin consejo, yo no habría llegado tan lejos, sin acción y práctica, no avanzaré
hacia la salud. ¿Pero cuál es la acción necesaria ahora?: purgar una retirada,
una violación de la naturaleza, un debilitamiento mayor: oh caro precio, y oh
extraña manera de adicionar, sustrayendo; de restaurar a la naturaleza,
violando a la naturaleza; de probar la fuerza, aumentando la debilidad. ¿No
estuve enfermo antes? Y es una demanda de consuelo el preguntarme ahora: ¿Fue
tu físico el que te enfermó? ¿Fue eso lo que mi físico me prometió, enfermarme?
Este es otro paso sobre el que podemos sostenernos, y ver más allá en la
miseria del hombre, el tiempo, la estación de su miseria; debe ser dado ahora:
¡Oh super-astuta, super-vigilante, super-diligente, y super-sociable miseria
del hombre, que raramente llega sola, pero que cuando puede acompaña a otras
miserias, y así se colocan mutuamente en la más elevada exaltación y en el
mejor corazón! Soy terreno hasta para una disminución, y debo proceder a la
evacuación, caminos todos para la inanición y la aniquilación.
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