LEON TOLSTOI, EL
ESPEJO DE RUSIA
por Bárbara Álvarez
Plá
Una muestra reúne
fotos de su archivo familiar y de la situación que su país atravesaba hacia el
fin del zarismo
Escritas en letra negra sobre una pared muy blanca, llaman la atención
estas palabras: “...Los campesinos, ¿cómo mueren los campesinos? Me voy... no
pueden detenerme... ¡Déjenme solo!”. Las firma el escritor ruso León Tolstoi
(1828-1910), y justo encima, lo vemos en una foto, en su lecho de muerte.
Escondido tras su espesa y larga barba, parece dormir en paz. Al lado, un video
pasa las imágenes de los funerales del gran escritor, uno de los más
importantes novelistas de la historia de la literatura. Es solamente una de
las partes –la más impactante– en que está estructurada la muestra Tolstoi,
el espejo del alma rusa, que estos días se puede ver en el Centro Cultural
Borges, de la mano de la Casa de Rusia en Buenos Aires, la embajada y el Museo
Yasnaya Polyana, la casona situada 200 kilómetros al sur de Moscú, donde
vivieron el escritor y su esposa, Sofía, transcriptora de muchas de sus
obras. La muestra, curada por Virginia Fabri, se compone principalmente
de fotografías del escritor y su familia, pero tiene además otro núcleo
importante integrado por fotógrafías inéditas que muestran el clima y
la evolución de la Rusia de la época. Explica Fabri: “Recibí mucho material
de los archivos de la familia Tolstoi, pero me parecía que faltaba algo para
que se terminara de entender el contexto histórico en el que vivió”. Así
decidió añadir fotos de la Rusia del momento, y para ello recurrió a los
archivos de dos grandes fotógrafos contemporáneos al escritor. Prokudin-Gorsky,
autor de los mejores retratos a color de Tolstoi –exhibidos en el Borges– viajó
en el transiberiano por Rusia para documentarla, a pedido del Zar Nicolás I. El
segundo de los fotógrafos, Maxim Dmitriev, fue también contratado, esta
vez para recorrer y documentar la zona del Volga. Las fotos de los dos artistas
le dan el marco perfecto a esta muestra. Sus imágenes nos llevan desde la Rusia
campesina y las iglesias ortodoxas, a la Rusia más industrial, con sus teatros
y sus estaciones ferroviarias. El resto de las fotografías que componen la
muestra, las pertenecientes al archivo de la familia Tolstoi, muestran al
escritor jugando con sus nietos, paseando con su hermana, sentado a la mesa con
su numerosa familia o trabajando en el que fuera su estudio. También
podemos ver en la sala fotografías de Tolstoi junto a otros grandes escritores
rusos, como Anton Chéjov o Máximo Gorki. “Ver las imágenes de Tolstoi
con grandes escritores como estos es un documento histórico excepcional”,
afirma Fabri, que dice estar sorprendida de la acogida que la muestra está
teniendo en Buenos Aires. El día de la inauguración, la semana pasada, fue el
bisnieto del escritor, Sacha Tolstoi, quien oficializó la apertura y en la
sala, “no cabía ni un alfiler”, explica Fabri. Sacha, que vive en Uruguay, vino
especialmente para la inauguración de la exposición y, durante el acto, confesó
que, cuando era adolescente, no le gustaba llamarse Tolstoi: “Me parecía que no
existía, que el único Tolstoi que le interesaba a la gente era el escritor”,
dijo.
Frases de las novelas del gran León Tolstoi se leen por todas partes, y
en el medio de la sala, una vitrina muestra algunas de las primeras ediciones,
en ruso, de las obras de este escritor que, tras una crisis espiritual,
renunció a sus orígenes nobles y a una vida llena de excesos para vivir como lo
hacían los campesinos, a los que tanto admiraba. Llegó incluso a influir en las
ideas de Mahatma Gandhi, con quien mantuvo una extensa correspondencia y en
cuyas ideas influiría de forma importante. No por nada el proyecto de pueblo
comunitario que Gandhi creó en Sudáfrica, antes de partir en busca de la
independencia de la India, se llamó “Aldea Tolstoi”.
La muestra, que permanecerá abierta hasta el 8 de junio, se completa con
un ciclo de charlas sobre el escritor y la proyección de las versiones rusas de
las adaptaciones cinematográficas de Ana Karenina y Guerra
y Paz, film que ganó el Oscar a la mejor película extranjera en 1968. Una
oportunidad única para dar un paseo por la interesante vida de este escritor y
por el contexto histórico de un país sin el que nada habría sido lo mismo. “Las
convenciones cambian con los tiempos, pero los conflictos son los mismos”,
afirma la curadora, “por eso Tolstoi va a seguir siempre encandilando a la
gente”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario