ENCUENTRO
CON LA SOMBRA
(El
poder del lado oscuro de la naturaleza humana)
Carl G. Jung / Joseph
Campbell / Marie-Louise von Franz / Robert Bly / Ken Wilber / Nathaiel Branden
/ Sam Keen / Larry Dossey / Rollo May / M. Scott Peck / James Hillman / John
Bradshaw y otros
Edición a cargo de Connie Zweig y
Jeremiah Abrams
VIGESIMOSEGUNDA
ENTREGA
PRIMERA PARTE: ¿QUÉ ES LA SOMBRA?
5. LA ACTUALIZACIÓN DE LA SOMBRA EN
LOS SUEÑOS (1)
Marie-Louise von Franz
Eminente
psiconanalista suiza; probablemente una de las más destacadas discípulas vivas
de C.G. Jung, con quien trabajó durante más de treinta años. Aunque se trata de una pensadora
original y polémica, su trabajo encarna
la esencia misma del pensamiento junguiano.
Entre sus libros podemos citar Sobre los sueños y la muerte (Ed. Kairós), Number
and Time; The Great Legend (con Emma
Jung); Puer Aeternus; Projection and
Re-collection in Junguian Psuchology; The Feminine in Fairytales;
Interpretation of Fairy-tales; Shadow and Evil in Fairytales y la
transcripción de su entrevista filmada The
Way of Dream.
La
sombra no constituye la totalidad de nuestra personalidad inconsciente sino que
tan sólo representa aquellos atributos o cualidades desconocidos o poco
conocidos del ego, aspectos que pertenecen, en su mayoría, a la esfera personal
pero que también podrían ser conscientes. En algunos casos la sombra también
contiene factores colectivos procedentes del exterior de la vida personal del
individuo.
Cuando
un individuo intenta ver su sombra se da cuenta -y también suele avergonzarse-
de descubrir cualidades e impulsos que niega en sí mismo pero que ve con mucha
claridad en los demás como el egoísmo, la pereza mental, la indolencia; las
fantasías, los planes, y las fabulaciones irreales; la negligencia y la
cobardía; la avidez exagerada por el dinero y las posesiones, en suma, todos
aquellos pecados veniales de los cuales podríamos perfectamente decir: “Eso no
importa, nadie se dará cuenta y, en cualquier caso, lo hace todo el mundo”.
Cuando
nos enfadamos desproporcionadamente por el reproche de un amigo podemos estar
completamente seguros de que tras nuestro enfado se oculta una parte de nuestra
sombra de la que no somos conscientes. Obviamente es natural sentirse molesto
cuando alguien “que no es particularmente mejor que nosotros” nos critique por
los errores cometidos por nuestra sombra. Pero ¿Qué podríamos decir en el caso
de que fueran nuestros propios sueños -una especie de juez interno de nuestro
propio ser- los que nos criticasen? En ese caso el ego normalmente calla y
mantiene un embarazoso silencio. Después comienza la lenta y dolorosa tarea de
autoeducación, una labor a la que perfectamente podríamos equiparar como un
equivalente psicológico de los trabajos de Hércules. Recordemos que el primer
trabajo de este infortunado héroe fue el de limpiar en un día los establos de
Augias, unos establos repletos de estiércol de cientos de rebaños durante
decenios enteros, una tarea tan desmedida que hubiera cortado el aliento de
cualquier mortal con sólo pensar en ella.
La
sombra no sólo se manifiesta mediante omisiones sino que también lo hace en
forma de actos impulsivos involuntarios. Antes de que nos demos cuenta siquiera
irrumpe un comentario malicioso, se descubre el pastel, tomamos la decisión
equivocada y nos vemos enfrentados a situaciones que jamás pretendimos ni
deseamos conscientemente. Por otra parte, la sombra se contagia colectivamente
con más facilidad que la personalidad consciente. Cuando un hombre esta solo,
por ejemplo, se siente relativamente bien pero tan pronto como “los demás”
hacen cosas incomprensibles o primitivas comenzamos a temer que si nos unimos a
ellos nos considerarán tontos. De ese modo abrimos paso a impulsos que
realmente no nos pertenecen. La sombra de una persona del sexo opuesto
generalmente nos resulta mucho menos molesta y por ello estamos mucho más
predispuestos a perdonarla. Entre personas de nuestro mismo sexo padecemos mucho
más los efectos de la sombra.
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