ENCUENTRO
CON LA SOMBRA
(El
poder del lado oscuro de la naturaleza humana)
Carl G. Jung / Joseph
Campbell / Marie-Louise von Franz / Robert Bly / Ken Wilber / Nathaiel Branden
/ Sam Keen / Larry Dossey / Rollo May / M. Scott Peck / James Hillman / John
Bradshaw y otros
Edición a cargo de Connie Zweig y
Jeremiah Abrams
NONAGESIMOCUARTA
ENTREGA
SÉPTIMA PARTE
24. EL PROBLEMA DEL MAL EN LA
ACTUALIDAD (3)
Carl G. Jung
Hoy
en día la psicología resulta de capital importancia. Nuestro conocimiento del
ser humano es tan parcial y distorsionado que el nazismo y el bolchevismo nos
han dejado perplejos y confusos. Estamos frente al mal y no sólo ignoramos lo
que se halla ante nosotros sino que tampoco tenemos la menor idea de cómo
debemos reaccionar.
Y
aunque supiéramos responder seguiríamos sin comprender “cómo ha podido suceder
esto”. Con manifiesta ingenuidad un estadista afirma que no tiene “imaginación
para el mal”. Efectivamente, no tenemos
imaginación para el mal porque es el mal el que nos tiene a nosotros. Unos
quieren permanecer ignorantes mientras que otros están identificados con el
mal. Esta es la situación psicológica del mundo actual. Hay quienes se llaman
cristianos y creen que pueden aplastar el mal a voluntad; otros, en cambio, han
sucumbido al mal y ni siquiera pueden ver el bien. El mal ha terminado
convirtiéndose en un poder visible. La mitad de la humanidad crece en el seno
de una doctrina basada en la especulación mientras la otra mitad enferma por
falta de un mito adecuado a la situación. El pueblo cristiano ha llegado a un
callejón sin salida, la cristiandad dormita y hace siglos que olvidó
revitalizar sus mitos.
Nuestro
mito ha enmudecido y ha dejado de dar respuestas a nuestras preguntas. Como
dicen las sagradas escrituras, la culpa no es suya sino exclusivamente nuestra
ya que no sólo hemos dejado de desarrollarlo sino que hemos reprimido todos los
intentos realizados en ese sentido. La versión original del mito nos ofrece un
amplio punto de partida y múltiples posibilidades de desarrollo. Al mismo
Cristo, por ejemplo, se le atribuyen las siguientes palabras: “Sed astutos como
las serpientes y mansos como las palomas”. Pero ¿para qué se necesita la
astucia de la serpiente y qué tiene que ver con la inocencia de las palomas?
La
cristiandad sigue sin contestar a la antigua pregunta gnóstica “¿De dónde
proviene el mal?” y la cauta insinuación de Orígenes de la posible redención
del mal sigue siendo calificada como herética. Hoy nos vemos obligados a
reformular esta pregunta pero seguimos con las manos vacías, desconcertados y
confusos y ni siquiera podemos explicarnos que -a pesar de la urgencia con la
que lo precisamos- no existe ningún mito que pueda ayudarnos. La situación
política y los aterradores -por no decir diabólicos- avances de la ciencia
despiertan en nosotros secretos estremecimientos y oscuros presagios. Pero
ignoramos la forma de salir de esta situación y hay muy pocas personas que
crean que la posible solución descanse en el alma del ser humano.
De
la misma manera que el Creador es completo también lo es Su criatura, Su hijo.
El concepto de totalidad divina es global y nada puede separarse de El. No obstante,
sin ser conscientes la totalidad se escindió y de esa división se originó el
mundo de la luz y el mundo de las tinieblas. Esta situación, como podemos
advertir en la experiencia de Job o en el ampliamente difundido libro de Enoch
(pertenecientes al período inmediatamente precristiano) estaba claramente
prefigurada antes incluso de la aparición de Cristo. El Cristianismo perpetuó
posteriormente esta escisión metafísica. Satán -que en el Antiguo Testamento
pertenecía todavía al entorno próximo a Jehová- constituyó a partir de entonces
el polo eterno diametralmente opuesto al mundo divino. No se le podía extirpar.
No debe, por tanto, sorprendernos que ya en los mismos comienzos del siglo XI
apareciera la creencia de que el mundo no era una creación divina sino
diabólica. Esta ha sido la nota predominante que ha caracterizado a la segunda
mitad del eón cristiano, después de que el mito de la caída de los ángeles
explicase que eran esos ángeles caídos los que habían enseñado al hombre el
peligroso conocimiento de la ciencia y del arte. ¿Qué hubieran dicho esos
viejos narradores de haber presenciado el desastre de Hiroshima?
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