GASTON
BACHELARD
LAUTRÉAMONT
(traducción de Angelina Martín del Campo)
CUADRAGESIMOCTAVA ENTREGA
V LAUTRÉAMONT: POETA DE
LOS MÚSCULOS Y DEL GRITO
IV
(2)
Ante la mirada del
maestro, Isidore Ducasse, ha dado vuelta hipócritamente la cabeza, exagerando
el tic del cuello, escondiendo la pulsión primitiva bajo un movimiento
lentamente prolongado. “Como un condenado que calienta sus músculos,
reflexionando en su suerte, y que de pronto va a subir al cadalso, de pie,
sobre mi lecho de paja, con los ojos cerrados, giro lentamente mi cuello de
derecha a izquierda, de izquierda a derecha, durante horas enteras” (p. 135).
Para comprender dinámicamente tales páginas, hay que quitar la imagen visual;
hay que borrar aquí el cadalso; después, se trasladará la atención debida a
esos oscuros músculos de la nuca, que, tan cerca de la cabeza, tan lejos están
de la conciencia. Dinamizando esos músculos, se encontrarán con mucha facilidad
los principios musculares del orgullo humano, tan poco diferente del orgullo
leonino. La psicología del cuello y la técnica del cuello encontrarán
abundantes lecciones en los Cantos de
Maldoror. Al meditar tales lecciones se comprenderá mejor la importancia de
las gorgueras, cuellos y corbatas en la psicología de la majestad.
Si pudieran
desarrollarse más profundamente tales explicaciones, se daría uno cuenta de que
la fisiognomía, en sus descripciones anatómicas, ha olvidado casi por completo
los caracteres temporales del rostro. Esos caracteres temporales se volverán a
encontrar al revivir la dinámica de los gestos en su sintaxis completa, al
distinguir las diversas fases energéticas y, sobre todo, al fijar la justa
jerarquía nerviosa de las expresiones múltiples. La cara de un hombre decidido
ofrece los instantes de la mutación de su ser.
El sentido común es tan
poco observador que confunde todas sus observaciones en el simple signo de un rostro enérgico. Lautréamont no se
petrifica así en su energía misma. Preserva incesantemente la libertad, la
movilidad, la decisión.
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