PAULO
FREIRE
PEDAGOGÍA DEL OPRIMIDO
NONAGÉSIMA ENTREGA
CAPÍTULO
4 (12)
En ninguno de los casos se hacen
revolucionarias. En el primero de los casos la revolución es un engaño; en el
segundo, una imposibilidad.
Hay quienes piensan, quizá con
buenas intenciones pero en forma equivocada, que por ser lento el proceso
dialógico (93) -lo cual no es verdad- se debe hacer la revolución sin
comunicación, a través de los “comunicados”, para desarrollar posteriormente un
amplio esfuerzo educativo. Agregan a esto que no es posible desarrollar un
esfuerzo de educación liberadora antes de acceder al poder.
Existen algunos puntos
fundamentales que es necesario analizar en las afirmaciones de quienes piensan
de este modo.
Creen (no todos) en la necesidad
del diálogo con las masas, pero no creen en su viabilidad antes del acceso al
poder. Al admitir que no es posible por parte del liderazgo un modo de
comportamiento educativo-crítico antes de un acceso al poder, niegan el carácter
pedagógico de la revolución entendida como acción cultural, (94) paso previo
para transformarse en “revolución cultural”. Por otro lado, confunden el
sentido pedagógico de la revolución -o la acción cultural- con la nueva
educación que debe ser instaurada conjuntamente con el acceso al poder.
Nuestra posición, sostenida una
vez y afirmada a lo largo de este ensayo, es que sería realmente una ingenuidad
esperar de las elites opresoras una educación de carácter liberador. Dado que
la revolución, en la medida en que es liberadora, tiene un carácter pedagógico
que no puede olvidarse a riesgo de no ser revolución, el acceso al poder es
sólo un momento, por más decisivo que sea. En tanto proceso, el “antes” de la
revolución radica en la sociedad opresora y es sólo aparente.
La revolución se genera en ella
como un ser social y, por esto, en la medida en que es acción cultural, no
puede dejar de corresponder a las potencialidades del ser social en que se
genera.
Como todo ser, se desarrolla (o
se transforma) dentro de sí mismo, en el juego de sus contradicciones.
Notas
(93) Subrayemos, una vez más, que
no establecemos ninguna dicotomía entre el diálogo y la acción revolucionaria,
como si hubiese un tiempo de diálogo, y otro, diferente, de revolución.
Afirmamos, por el contrario, que el diálogo constituye la “esencia” de la
acción revolucionaria. De ahí que, en la teoría de esta acción, sus actores,
intersubjetivamente, incidan su acción sobre el objeto, que es la realidad de
la que dependen, teniendo como objetivo, a través de la transformación de esta,
la humanización de los hombres. Esto no ocurre en la teoría de la acción
opresora, cuya “esencia” es antidialógica. En esta el esquema se simplifica.
Los actores tienen, como objetos de su acción, la realidad y los oprimidos, simultáneamente y como objetivo, el mantenimiento de la opresión, por medio del
mantenimiento de la realidad opresora.
TEORÍA DE LA ACCIÓN
REVOLUCIONARIA TEORÍA DE LA ACCIÓN OPRESORA
Intersubjetividad
Sujetos - Actores Actores – Sujetos Actores – Sujetos
Niveles de liderazgo Masas oprimidas
revolucionario
Interacción Realidad que debe ser Oprimidos
mantenida como objeto
Objetos como parte de
la realidad, inmersos.
Objetivo mediador Realidad que debe ser transformada para la Liberación como proceso permanente
Objetivo para el Mantenimiento -
objetivo de opresión
(94) En un ensayo reciente que
será publicado en breve en Estados Unidos, Cultural
action for freedom, discutimos en forma más detenida las relaciones entre
acción y revolución cultural.
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