LA
INTIFADA PALESTINA Y SU POESÍA
Poemas
palestinos de resistencia
Taufiq
Zayyad
Mahmud
Darwish
Fadua
Tuqán
Samih
Al-Qasim
Salim
Yubrán
Prólogo, selección y notas de Alejandro Hamed Franco
Primera edición WEB: elMontevideano Laboratorio de
Artes, 2016 / Primera edición: Arandurâ Editorial, 2002.
PRIMERA ENTREGA
Alejandro
Hamed Franco nació en Asunción. Cursó estudios en la
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República Oriental
del Uruguay.
Se doctoró en Historia en la Facultad de Filosofía de la
Universidad Nacional de Asunción.
Fue coordinador del
Proyecto ACALAPI de UNESCO, para Paraguay, Uruguay y Chile. Es profesor de la
Universidad Católica de Asunción y de la Universidad Nacional de Asunción.
Es miembro de la Comisión
Nacional de Historia y Geografía del Mercosur del Ministerio de Educación y
Cultura.
PRESENTACIÓN
(1)
UNA
CULTURA AÑEJA
La
patria del escritor es la palabra.
José Martí
El espacio existente
entre el Mediterráneo y los desiertos de Siria y Arabia ha sido desde tiempos
muy remotos una tierra que sus moradores han aprendido a cultivar, así como
también han sabido cultivar la convivencia en base a acuerdos, pactos,
resistencia y equilibrio.
Con estos antecedentes,
naturalmente el pueblo árabe palestino no está dispuesto a sucumbir ante la
campaña de exterminio que le amenaza y que puede sepultar para siempre esta
rica tradición. Paralelamente, su resistencia es una dura interpelación al
mundo, indiferente aun a la inmensidad de su tragedia.
El proceso de
restitución plena de su cultura y de recuperación de su memoria, se viene
manifestando a partir de fines del siglo XIX, y en ella tienen un papel
insustituible los hombres de letras.
La historia de
Palestina se hunde en el tiempo, y desde su comienza se caracteriza por la
existencia de una cultura con fuertes rasgos urbanos donde Ariha (Jericó), una
de las ciudades más antiguas del mundo existente desde 7.000 años, sobresale
por su originalidad.
A partir del tercer
milenio a.C., Palestina ya se inserta en la época histórica, en contacto con
otras civilizaciones como las de Mesopotamia y Egipto. En el segundo milenio,
conoce una prosperidad remarcable, donde el vino, el aceite, los higos, las granadas,
la miel, los rebaños, y una artesanía de cristal, tejidos y cerámica,
constituyen la base de la vida cotidiana. A ello debemos sumar la presencia de
ricos metales, especias, piedras preciosas, marfil, ébano, armas, carros y
caballos. Hablaban los palestinos el cananeo, la lengua semítica documentada en
fecha más antigua, conocen además la escritura cuneiforme, pesas, medidas,
cálculos, y a ellos llegaron los conocimientos astronómicos y médicos de Mesopotamia.
También por esa época
aparece un sistema de escritura que supera al silábico. Irrumpe el alfabeto de
treinta letras que transforma totalmente el conocimiento humano.
La ciencia histórica
trata de conocer más y mejor cada día a los antiguos pobladores de Palestina en
su rica diversidad, donde cada grupo de población es conocido por el nombre de
la ciudad que constituye su núcleo a la cual se han trasladado desde diversos e
ignotos lugares, distinguiéndose de esta manera unos de otros. Así tenemos a
los cananeos, fenicios (o cananeos del norte), filisteos, conocidos en un
principio como pueblos del mar, porque llegaron desde Creta estableciéndose en
ciudades costeras palestinas, amorreos o amurru, moabitas, hebreos o “nómades”
ammonitas, hititas, hurritas, edomitas, etc.
La compilación de datos
anotados a partir del siglo X a.C. en la Biblia, destacando a los hebreos sobre
los demás pueblos de Palestina, y la difusión de esos textos sagrados como si
se tratase de una historia plenamente ajustada a la verdad, sin tener en cuenta
los recientes estudios de investigadores calificados, ejerce un efecto
pernicioso sobre el lector del mundo occidental, pues le ofrece un relato
deformado por elementos míticos o legendarios que hace imposible considerarlos
seriamente como versión única de la historia en la actualidad.
El período de hegemonía
persa, que abarca desde el 539 hasta el 332 a.C, a más de transmitirle una
nueva experiencia administrativa a los palestinos, no dejó huellas remarcables.
Con la helenización, la lengua griega va imponiéndose paulatinamente, si bien
el pueblo prefería seguir hablando en arameo.
Uno de los rasgos más
notable de continuidad cultural en Palestina es el haber sido cuna de hombres
de religión, de profetas, y de haber dedicado sus templos a las divinidades
principales en cada tiempo histórico. Es en Jerusalem, donde MALEQ SADEC
(Melquisedec), rey cananeo de la ciudad y sumo sacerdote del Dios Altísimo, recibió
y bendijo a Abraham, inaugurando el carácter de santidad que la iba a
caracterizar desde entonces.
Los hebreos iban a
regresar a la ciudad posteriormente, pero esta vez ya en forma violenta… “combatieron
los hijos de Judá a Jerusalem y la tomaron y pasaron a sus habitantes al filo
de la espada y pusieron fuego a la ciudad”. (Jueces 1:8).
Ya en época romana,
Jesús, hablando en arameo, renueva la tradición profética y literaria. Es desde
entonces que esta tierra es conocida como Palestina. A partir de la conversión
del emperador Constantino al cristianismo, las peregrinaciones a Tierra Santa
se efectúan en libertad plena.
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