PEDRO CASALDÁLIGA, EL PROFETA DE LA
AMAZONIA
“ES FÁCIL LLEVAR A JESÚS EN EL PECHO, LO
DIFÍCIL ES TENER PECHO, CORAJE PARA SEGUIR A JESÚS”
por Avelino Seco
SEGUNDA ENTREGA
Partiendo de
que Dios habla a través de los hechos, de la historia y que los hechos son
tozudos, ¿qué querrá decirnos en estos momentos con la falta de vocaciones al
sacerdocio, por lo menos en Europa?
Aquí todavía hay ciertas vocaciones. Hay que revisar todo este asunto de
los ministerios, desde el Papa hasta el último cristiano, el
sacerdocio célibe ha de ser una opción,
la mujer ha de tener todo el derecho; resulta dramático y ridículo que se
quiera argumentar con el Evangelio para impedir a la mujer la participación
plena. No fue Jesús quien dijo que debían de ser doce hombres, hay
situaciones culturales que afectan hoy a la Iglesia. La humanidad ha sido muy
machista y así continúa, casi todas las culturas son machistas.
Hay un teólogo español,
no sé si le suena, Martínez Gordo, que dice que uno de los males fundamentales
de la Iglesia es la marcada división sacerdotes-laicos.
Hay que insistir en la Iglesia ministerial. Se ha hecho del ministerio la
esencia de la ley cristiana cuando el ministerio es sólo un servicio. El
bautismo, la inserción en la comunidad de Jesús, eso es la Iglesia. Cambiará
todo lo que ahora estamos reclamando y que parece imposible realizarse; cambiará
con respecto a la mujer, con respecto a la
división sacerdote-laico, con respecto a la visión de la sexualidad, con
respecto al diálogo ecuménico. Ya está cambiando en parte.
¿Por lo que
conoce del Papa nuevo y de Latinoamérica, ¿cree que será capaz de romper con la
curia o de organizar de una forma distinta el gobierno de la Iglesia?
No va a ser fácil, no nos podemos hacer la ilusión de que desmonte toda la
curia, pero está
introduciendo cuñas; el nombramiento del superior general de los
franciscanos para el Dicasterio de la vida religiosa me parece un paso, es un
recado que pasa; si se mete con otros cargos fuertes de la curia en una línea
así ya se verá lo que sucede. Es necesario hacer la transición de una
época integrista, autoritaria, de tener toda la verdad, a una época de diálogo;
hoy día, para muchos, es fundamental que se equiparen todas las religiones.
Y es muy
importante no sólo el ecumenismo entre cristianos sino el diálogo con todas las
religiones, pero hay cierto miedo a diluirse por parte de los responsables
jerárquicos.
Eso fue una angustia de Benedicto XVI, un miedo a
que se diluyese la Iglesia durante
su mandato. El diálogo interreligioso supone un cierto coraje para
superar la actitud de teologar con cierta naturalidad diciendo que "fuera
de la Iglesia no hay salvación"; ahora de repente nos dicen que hay
salvación en todas partes. Yo digo que la
Iglesia sólo es Iglesia cuando salva, cuando anuncia la Buena Nueva,
cuando estimula la participación fraterna. El mundo es plural, Dios es mayor que
todas las religiones. Es evidente que hay que saber conjugar una
actitud de dialogo abierto y una actitud de libertad en la propia identidad; no
se trata de ser católicos vergonzantes sino de vivir con naturalidad y
elegancia la propia fe. Sólo hay diálogo con una actitud adulta contribuyendo
con tu identidad a la identidad de los demás.
Usted sigue
estando muy al día en teología; ¿a qué teólogos españoles sigue o lee más?
González Faus, Queiruga...
Queiruga es
amigo nuestro, estudió con nosotros.
Es una gran
figura, de los mejores teólogos españoles. Ha tenido la suerte de tener dos
obispos amigos, y por eso no lo han condenado abiertamente, creo que eran compañeros de estudios y que lo respaldaban; también él es
muy gallego y sabe decir las cosas.
Además es un
hombre de Dios, que es muy importante.
Eso es lo que hay que decir a la juventud: que hay que orar, hay que vivir
en contemplación. Hay que dar gracias a los que nos han recordado la importancia
del Espíritu que habita en nosotros, el Espíritu con dos alas, el ala de la
contemplación y la del impulso hacia la vida. Durante los años de revolución marxista
en América Latina la Iglesia vivía amancebada
con el Estado y la gente de la Teología de la Liberación que tenía
conciencia revolucionaria renegaba de esa Iglesia. Ahora con ocasión del nuevo
Papa ha salido por todas partes la actitud de la jerarquía argentina. ¡Cuánto
les costó a los obispos argentinos reconocer que Angelelli era mártir!,
¡cuánto les costó reconocer que fue el ejército el que lo mató! Tuvimos unos
actos con ocasión del aniversario de Angelelli, en Argentina, y sólo había dos
obispos.
José Centeno: Queiruga es de
esos pocos teólogos que no son dogmáticos y dialogan sin voluntad impositiva con los hombres de
ciencia y con el mundo moderno de mentalidad ilustrada, intentando dar razones
de su fe. Yo, después de jubilarme he estado yendo a cursos de historia en la
universidad de Valladolid, sobre todo de historia contemporánea cuando preparaba
el libro sobre curas obreros, y veía que allí, en el mundo de los profesores, hay
un descrédito con respecto a la Iglesia, porque cuando aparecen los obispos no
dan razones, no son racionales, son tajantes. En la universidad no se admiten
esas posturas.
Tienen toda la razón en no admitir esas posturas.
Cuando salió el
libro el profesor me invitó a hablar en una clase. Mi hijo trabaja en
Comisiones Obreras, en una fundación de ayuda a sindicalistas del Tercer Mundo,
tienen un ateneo cultural; entonces me preguntó mi hijo: "¿porqué no
presentamos el libro en el ateneo?" Yo le dije que este tema de curas no iba
a interesar mucho en ese foro. Sí, sí, me contestó. Y lo acogieron muy bien,
fue mucha gente. Fueron muchos de Comisiones, antiguos militantes, antiguos
militantes jocistas. Lo que yo quiero decir es que hay el alejamiento no es
tanto. A veces llevan a la universidad a algunos teólogos, hace poco ha estado
Juan José Tamayo; pero quieren personas que den razones de las cosas y no sean
tajantes, esto no lo soportan en el mundo de la universidad.
Hemos de
reconocer abiertamente los fallos de la Iglesia, las inconsecuencias de la
Iglesia, no podemos justificar lo injustificable; pero se trata de decir,
también, que hay mucha Iglesia y que es honesta, es consecuente.
Pero hay quien
sabe ver lo positivo. Con frecuencia, desde hace unos años, los periodistas hablan
de esos misioneros que están en África y son los últimos que se van cuando hay
serios peligros; hacen una cierta distinción con los de abajo, y los tratan
como una honrosa excepción.
Tienen ganas de un diálogo de verdad. En el fondo todo el mundo es capaz de
tener una actitud lúcida. Yo veo
que aceptan que se cuestione tanto la creencia como la increencia. Por eso
decía yo que estamos hoy mejor que ayer. Hay que evitar el espíritu
triunfalista, pero hay que evitar, también, el espíritu derrotista y volver a
Jesús de Nazaret. El seguimiento es la mejor definición de la espiritualidad
cristiana, el seguimiento de Jesús con la opción por los pobres, el diálogo
abierto, la solidaridad.
En todo lo que
usted nos ha estado diciendo hay algo claro: no hay fe sin política, no hay fe
aislada sino comunitaria, es muy importante juntarse para orar con cura o sin
cura. ¿Qué importancia da usted a lo que decía Rhaner sobre el cristiano del
siglo XXI, que será místico o no será? ¿Qué importancia da a la oración, a ser
contemplativos?
Se ha ganado en el mundo en personalismo, entendido en la línea de Mounier,
y ese personalismo auténtico exige interioridad, contemplación. Se puede hacer,
se debe hacer comunitariamente, por eso hay que estimular las celebraciones en
grupos pequeños, hay que estimular ciertos movimientos. Nos preguntábamos
respecto a la base de la Jornada Mundial de la Juventud, es ambigua; por un lado se puede criticar una
voluntad triunfalista de la Iglesia, juntar todos los millones posibles para
llenar el espacio; pero hay elementos positivos. Lo que dificulta es que
tenemos una Iglesia que es Estado y el Papa es jefe de Estado y eso, de
entrada, ya provoca unos tropiezos insuperables; la reforma de la Curia debería tener,
como primer paso, la automática desaparición del Estado Vaticano y el Papa
dejar de ser Jefe de Estado. Esto debería
ser elemental, basta pensar un poco en las otras religiones. ¿Qué significa que
por ser Jefe de Estado se ponga todo el país patas arriba?
Mino Cerezo: yo no te
pregunto, yo las preguntas me las hago a mí mismo. Yo me digo que, en el
fondo, el problema no es creer en Jesús, sino creer como creyó Jesús; me parece
que no entramos por ahí. Para creer como creyó Jesús es importante el tema de
la oración, porque Jesús creía pensando en los demás, oraba pensando en los
demás. Subía al monte solo, dejaba a los apóstoles, se pasaba la noche entera,
pero volvía a estar con la gente, a anunciar el Reino de Dios, es decir,
colocaba la oración en el horizonte de la praxis, y eso me parece que nos está
faltando. La gente joven cree en Jesús, pero mi pregunta es para ellos y para
nosotros, los viejos. ¿Estamos creyendo como Jesús o sólo en Jesús?
Pensando en las camisetas, es fácil llevar a Jesús en el pecho, lo
difícil es tener pecho, coraje
para seguir a Jesús.
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