SAN
JUAN DE LA CRUZ
NOCHE
OSCURA
SEPTIMA ENTREGA
CAPÍTULO 4 (1)
De
otras imperfecciones que suelen tener estos principiantes, acerca del tercer
vicio, que es la lujuria.
1 / Otras muchas
imperfecciones más de las que acerca de cada vicio voy diciendo tienen muchos
de estos principiantes, que, por evitar prolijidad, dejo, tocando algunas de
las más principales, que son como origen y causa de las otras. Y así, acerca de
vicio de lujuria -dejado aparte lo
que es caer en este vicio en los espirituales, pues mi intento es tratar de las
imperfecciones que se han de purgar en la Noche
oscura- tienen muchas imperfecciones muchos, que se podrían llamar lujuria
espiritual, no porque así lo sea, sino porque procede de cosas espirituales.
Porque muchas veces acaece que en los mismos ejercicios espirituales, sin ser
en mano de ellos, se levantan y acaecen en la sensualidad movimientos y actos
torpes, y a veces aun cuando el espíritu está en mucha oración o ejercitando
los sacramentos de la Penitencia o Eucaristía. Los cuales, sin ser (como digo)
en su mano, proceden de una de tres causas.
2 / La primera procede muchas veces del gusto
que tiene el natural en las cosas espirituales. Porque, como gusta el espíritu
y sentido, con aquella recreación se mueve cada parte del hombre a deleitarse
según su proporción y propiedad. Porque entonces el espíritu se mueve a recreación
y gusto de Dios, que es la parte superior; y la sensualidad, que es la porción
inferior, se mueve a gusto y deleite sensual, porque no sabe ella tener y tomar
otro, y toma entonces el más conjunto a sí, que es el sensual torpe. Y así,
acaece que el alma está en mucha oración con Dios según el espíritu, y, por
otra parte, según el sentido siente rebeliones y movimientos y actos sensuales
pasivamente, no sin harta desgana suya. Lo cual muchas veces acaece en la
comunión que, como en este acto de amor recibe el alma alegría y regalo, porque
se le hace este Señor (pues para eso se le da), la sensualidad toma también el
suyo, como habemos dicho, a su modo; que como, en fin, estas dos partes son un
supuesto, ordinariamente participan entrambas de lo que una recibe, cada una a
su modo. Porque, como dice el Filósofo, cualquiera cosa que se recibe está en
el recipiente al modo del mismo recipiente, y así en estos principios, y aun
cuando ya el alma está aprovechada, como está la sensualidad imperfecta, recibe
el espíritu de Dios con la misma imperfección muchas veces. Que cuando esta
parte sensitiva está reformada por la purgación de la Noche oscura que diremos, ya no tiene ella estas flaquezas, porque
no es ella la que recibe ya, mas antes está ya recibida ella en el espíritu. Y
así lo tiene todo entonces al modo del espíritu.
3 / La segunda causa de donde a veces proceden
estas rebeliones es el demonio, que, por desquietar y turbar el alma al tiempo
que está en oración o la procura tener, procura levantar en el natural estos
movimientos torpes, con que, si alma se le da algo de ellos, le hace harto
daño. Porque no sólo por el temor de esto aflojan en la oración -que es lo que
él pretende- por ponerse a luchar contra ellos; mas aun algunos dejan la
oración del todo, pareciéndoles que en aquel ejercicio les acaecen más aquellas
cosas que fuera de él -como es la verdad-, porque se los pone más el demonio en
aquella que en otra cosa, por que dejen el ejercicio espiritual. Y no sólo eso,
sino que llega a representarles muy al vivo
cosas muy feas y torpes, y a veces muy conjuntamente, acerca de
cualesquier cosas espirituales y personas que aprovechan sus almas, para
aterrarlas y acobardarlas; de manera que los que de ello hacen caso, aun no se
atreven a mirar nada ni poner la consideración en nada, porque luego tropiezan
en aquello.
Y esto en los que son
tocados de melancolía acaece con
tanta eficacia y frecuencia que es de haberlos lástima grande, porque padecen
vida triste. Porque llega a tanto en algunas personas ese trabajo cuando tienen
este mal humor, que les parece claro que sienten tener consigo acceso el
demonio, sin ser libres para poderlo evitar, aunque algunas personas de estas
puedan evitar el tal acceso con gran fuerza y trabajo.
Cuando estas cosas
torpes acaecen a los tales por medio de la melancolía, ordinariamente no se
libran de ellas hasta que sanan de aquella calidad de humor, si no es que
entrase la Noche oscura en el alma,
que la priva sucesivamente de todo.
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