PAULO
FREIRE
PEDAGOGÍA DEL OPRIMIDO
CIENTOCATORCEAVA ENTREGA
CAPÍTULO
4 (5)
Invasión cultural (9)
La transformación que se realiza
en el “ser en sí” de una semilla que, en condiciones favorables, germina y
nace, no es desarrollo. Del mismo modo, la transformación del “ser en sí” de un
animal no es desarrollo. Ambos se transforman determinados por la especie a la
que pertenecen y en un tiempo que no les pertenece, puesto que es el tiempo de
los hombres.
Estos, entre los seres
inconclusos, son los únicos que se desarrollan. Como seres históricos, como
“seres para sí”, autobiográficos, su transformación, que es desarrollo, se da
en un tiempo que es suyo y nunca se da al margen de él.
Esta es la razón por la cual,
sometidos a condiciones concretas de opresión en las que se enajenan,
transformados en “seres para otros” del falso “ser para sí” de quien dependen,
los hombres tampoco se desarrollan auténticamente. Al prohibírseles el acto de
decisión, que se encuentra en el ser dominador, estos sólo se limitan a seguir
sus prescripciones.
Los oprimidos sólo empiezan a
desarrollarse cuando, al superar la contradicción en que se encuentran, se
transforman en los “seres para sí”.
Si analizamos ahora una sociedad
desde la perspectiva del ser, nos parece que esta sólo puede desarrollarse como
sociedad “ser para sí”, como sociedad libre. No es posible el desarrollo de
sociedades duales, reflejas, invadidas, dependientes de la sociedad
metropolitana, en tanto son sociedades enajenadas cuyo punto de decisión
política, económica y cultural se encuentra fuera de ellas: en la sociedad
metropolitana. En última instancia, es esta quien decide los destinos de
aquellas, que sólo se transforman.
Precisamente entendidas como “seres
para otro”, como sociedades oprimidas, su transformación interesa a la
metrópoli.
Por estas razones, es necesario
no confundir desarrollo con modernización. Esta, que casi siempre se realiza en
forma inducida, aunque alcance a ciertos sectores de la población de la “sociedad
satélite”, en el fondo sólo interesa a la sociedad metropolitana. La sociedad
simplemente modernizada, no desarrollada, continúa dependiente del centro
externo, aun cuando asuma, por mera delegación, algunas áreas mínimas de
decisión. Esto es lo que ocurre y ocurrirá con cualquier sociedad dependiente,
en tanto se mantenga en su calidad de tal.
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