ENCUENTRO CON LA SOMBRA
(El poder del lado oscuro de la
naturaleza humana)
Carl
G. Jung / Joseph Campbell / Marie-Louise von Franz / Robert Bly / Ken Wilber /
Nathaniel Branden / Sam Keen / Larry Dossey / Rollo May / M. Scott Peck / James
Hillman / John Bradshaw y otros.
Edición a cargo de Connie Zweig y
Jeremia Abrams.
CIENTOVIGESIMOQUINTA
ENTREGA
OCTAVA PARTE
LA CONSTRUCCIÓN DEL ENEMIGO: ELLOS
Y NOSOTROS EN LA VIDA POLÍTICA
31: NOSOTROS Y ELLOS (2)
Fran Peavey (en colaboración con
Myrna Levy y Charles Varon)
Hace
algunos años, cuando mi hermana pequeña y su marido -un joven militar de
carrera- vinieron a visitarme me enfrenté de nuevo al reto de tener que ver al
ser humano que se hallaba dentro del soldado. En esa ocasión, mi cuñado me
contó que siendo casi un niño -mientras estaba trabajando en una granja en
Utah- le habían reclutado y adiestrado para ser francotirador.
Una
noche, casi al final de su visita, comenzamos a hablar de su trabajo. Aunque mi
cuñado había estudiado para trabajar como auxiliar médico todavía cabía la
posibilidad de que le requirieran como francotirador. No me habló mucho sobre
ese particular porque era secreto pero creo que, aunque no lo hubiera sido,
tampoco hubiera querido hablar sobre el tema. En todo caso, dijo que la misión
de un francotirador era la de viajar a un lugar extraño, “eliminar” a alguien y
perderse entre la multitud.
Cuando
te dan una orden -agregó- no puedes objetarla. Te sientes solo e indefenso. Por
eso, en lugar de enfrentarse al ejército y, con ello, a todo el país, había
elegido no considerar siquiera la posibilidad de desobedecer ciertas órdenes.
Comprendí
entonces que el hecho de sentirse aislado le hiciera imposible seguir su propio
código moral hasta el punto de desobedecer una orden. Por eso le dije: “Si
alguna vez te ordenan algo que crees que no debes hacer llámame de inmediato y
encontraré el modo de ayudarte. No estás solo. Conozco a mucha gente que apoyaría
con gusto tu decisión”. Entonces, mi hermana nos miró con los ojos anegados de
lágrimas.
¿Cómo
aprendemos a quién debemos amar u odiar? A lo largo de mi breve existencia los
enemigos nacionales de los Estados Unidos han cambiado en varias ocasiones.
Nuestros adversarios de la Segunda Guerra Mundial -los japoneses y los
alemanes- se han convertido en nuestros aliados. La enemistad de los rusos, por
su parte, ha sido proverbial aunque también ha habido breves períodos de tiempo
en los que las relaciones han mejorado. Los norvietnamitas, los cubanos y los
chinos también han cumplido con su papel. Así pues, si tantos países pueden
provocar nuestra ira nacional, ¿cómo podemos elegir entre ellos?
¿Cómo
elegimos a nuestros enemigos personales? ¿Seguimos acaso las advertencias de nuestros
dirigentes, de los líderes religiosos, de los maestros de escuela, de los
periódicos, de la televisión? ¿Odiamos a los enemigos de nuestros padres como
parte de nuestra identidad familiar o se trata acaso de los enemigos de la
subcultura o del grupo con el que nos identificamos?
¿A
qué intereses políticos y económicos sirve nuestra mentalidad hostil?
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