MANIFIESTO MINIMALISTA 2004 DE HUGO GIOVANETTI VIOLA
REDITADO EN BULGARIA
(Texto que acaba
de ser incluido en los Estudios en honor de la Prof. Ludmila Ilieva,
que editó el Departamento de Estudios Iberoamericanos de la Universidad de
Sofia San Clemente de Ojrid, Bulgaria.)
1) Este
manifiesto también podría llamarse De la obvia verdad literaria.
2) La literatura no ha terminado de religarse con la cruza equilibrada de los ejes genéticos primordiales (el
logos fálico activando, verticalizando y
continentando la femineidad de las aguas, que puede adultizar a la aventura
humana general).
3) Solamente
un minimalismo constructivo básico y vertebrado por las cíclicas pero
esencialmente arquetípicas estructuras universales es capaz de tensar,
condensar y alquimizar (ansiedad excremental transfigurada en verdad
absoluta, sin vértigo científico ni ético) la irradiación simbólica (conceptualmente
intraducible) del texto.
4) La magia
hipnotizadora-investigativa plena (la belleza que transforma)
no existirá, por tanto, sin el micro relampaguear de la frase,
así como esa célula tampoco vibrará sin su debida incrustación interactiva en
la rítmica orgánica. La funcionalidad infinitesimal es
la base de lo macro en toda la naturaleza
(con o sin el hombre).
5) El
poema-catedral-espiral de Dante (máximo exponente de la palabra justa
al servicio de la aglutinación genérico-temática total) sigue calmando a la
tribu desde las catacumbas. Se lo acepta como un mito digno de exploración
académica pero no se lo muerde popularmente como al maná. Y eso es
una vergüenza planetaria.
6) La imago verdaderamente utópica -el lugar
que no existe- es la llamada nada, un factor asustador más para
la implantación del Hombre Nuevo. Eso es lo que nos vendió (como
contraparadigma del Gran Tiempo o la más-dimensión
gótica donde nos guía Beatrice) la comedia filosófica de
la modernidad. Estamos hechos para morir enamorados del atardecer y
esa es la única certeza que nos puede anclar es una felicidad blindada.
La fe en la trascendencia espiritual es constitutiva.
(Y los neuróticos emperrados en categorizar a esta montañosidad
mistica -y no en strictu sensu metafísica,
dado que la energía ya es materia filmable-
como una fantasía no válida epistemológicamente, es igual que
si dijeran: Yo tengo medio cerebro.)
7) Los
vanguardismos o experimentalismos de los siglos 19 y 20 pelearon más o menos
heroicamente contra el mega-ego materialista-positivista pero pocos cuajaron
con filo de andadura: en general pagaron el precio de la celulitis
generada por la obviedad, la retórica y el desequilibrio
de los ejes -horizontalidad desparramada- o la sequedad de
los mástiles seudocientificistas. (El exitismo astuto es porquería aparte.)
8) En la
literatura uruguaya que hay a la vista ya casi ni siquiera encontramos
escritores que busquen una completud con valor extra-provincial (poética
de la forma adaptada a la rítmica planetaria y presente de
la comunicación). Y ningún poder infraestructural marketinero puede inyectarnos vuelo ni fe ni garra para despedazar
la piñata salvadora y hacer relampaguear una imagen inédita del tesoro más
hondo.
9) La cosa sigue
siendo encorvarse fanáticamente para tallar la transfiguración de la
bestia cotidiana en la gruta sagrada. Y para eso se necesita tener sed
de milagros.
10) El potencial
Hombre Nuevo que llevamos impreso en la psiquis personal y colectiva puede
perforar estéticamente (sin
enjuiciamiento-condicionamiento científico o ético que valga)
cualquier clase de psicopatía. Y tiene que seguir cazando, devorando y
digiriendo a la bestia con la que vive en guerra,
para ayudar que lo humano reine al servicio del estrellerío.
11) La gente va
tan poco a las librerías porque se vende demasiada caca mater. (Los
verdaderos bailarines no pasan el rato en escena: nos
sosiegan los vértigos volando revolucionariamente. Y también estamos
cansadísimos de la farandulitis ingeniosa. Hace falta tango
hermafrodita y muy bueno.)
12) La
grandísima mayoría de nuestros orientadores culturales -que creen que el lugar
más alto del cosmos es el cielorraso- parece ignorar que nuestra gente es capaz
de escaparse por las ventanas y trepar a pura uña hasta la intemperie
purificadora, donde trabajó siempre José Gervasio Artigas. Nuestro primer
juglar revolucionario.
13) La búsqueda de
una completud estética geometrizada, depurada y despojada de
facilismos o desviaciones discursivas de cualquier tipo (sociologizar o
filosofar ensayísticamente, complacer o épater) es un viaje hacia
el escándalo de la Purificación, la meseta discriminatoria que
se autodesinfecta (a puro escalofrío y palabra abismal) de la barbarie
escatológica.
14) El vértice
estético que no amenace al gusto oficial como una espada
crística, será puntualmente envainado por el olvido.
15) La indiferente,
ciega o cobarde incomprensión (o su reverso: la alabanza boba)
será, casi en la totalidad de los casos, la paga del establishment para
el mago-profeta que minimalizó y conjuró la amenaza del bisonte
interior. Importa el oro, pero no el minero.
16) Pero lo que
verdaderamente importa -en toda perseverancia enamorada- es comer mierda, humillarse y seguir
trabajando con felicidad al servicio de la Fonte que genera PAX-LUX.
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