SAN
JUAN DE LA CRUZ
NOCHE
OSCURA
TRIGÉSIMA ENTREGA
LIBRO SEGUNDO
DE LA NOCHE OSCURA,
TRÁTASE DE LA MÁS ÍNTIMA PURGACIÓN, QUE ES LA SEGUNDA NOCHE (PASIVA) DEL
ESPÍRITU.
CAPÍTULO 3
1 / Estando ya, pues,
estos ya aprovechados, por el tiempo que han pasado cebando los sentidos, con
dulces comunicaciones, para que así, atraída y cebada del espiritual gusto la
parte sensitiva que del espíritu le manaba, se aunase y acomodase en uno con el
espíritu, comiendo cada uno en su manera de un mismo manjar espiritual en un
mismo plato de un solo supuesto y sujeto, para que así ellos (en alguna manera
juntos y conformes en uno) juntos estén dispuestos para sufrir la áspera y dura
purgación del espíritu que les espera; porque en ella se han de purgar
cumplidamente estos dos partes del alma espiritual y sensitiva, porque la una
nunca se purga bien sin la otra; porque la purgación válida para el sentido es
cuando de propósito comienza la del espíritu.
De donde la Noche que habemos dicho del sentido, más se puede y debe llamar
cierta reformación y enfrentamiento del apetito, que purgación. La causa es
porque todas las imperfecciones y desórdenes de la parte sensitiva tienen su
fuerza y raíz en el espíritu, donde se sujetan todos los hábitos buenos y
malos, y así, hasta que estos se purgan, los rebeliones y siniestros del
sentido no se pueden bien purgar.
2 / De donde en esta Noche que se sigue se purgan entrambas
partes juntas; que este es el fin por que convenía haber pasado por la
reformación de la primera Noche y la
bonanza que de ello salió, para que, aunado con el espíritu el sentido en
cierta manera, se purguen y padezcan aquí con más fortaleza, que para tan
fuerte y dura purga es menester; tan grande, que, sin haber reformádose antes
la flaqueza de la parte inferior y cobrado fortaleza en Dios por el dulce y
sabroso trato que con Él después tuvo, no tuviera fuerza ni disposición el
natural para sufrirla.
3 / Por tanto, porque
estos aprovechados, todavía el trato y operaciones que tienen con Dios son muy
bajas y muy naturales, a causa de no tener purificado e ilustrado el oro del espíritu,
por lo cual todavía entienden de Dios
como pequeñuelos, y hablan en Dios como pequeñuelos, y saben y sienten de Dios como pequeñuelos, según dice San Pablo (1 Cor. 13,11), por no haber
llegado a la perfección, que es la unión del alma con Dios (por la cual unión,
ya como grandes, obran grandezas en su espíritu, siendo ya sus obras y
potencias más divinas que humanas, como después se dirá), queriendo Dios
desnudarlos de hecho de este viejo hombre
y vestirlos del nuevo, que según Dios
es criado en la novedad del sentido, que dice el Apóstol (Col. 3,10), desnúdales
las potencias y afecciones y sentidos, así espirituales como sensitivos, así
exteriores como interiores, dejando a oscuras el entendimiento, y la voluntad a
secas, y vacía la memoria y las afecciones del alma en suma aflicción, amargura
y aprieto, privándola del sentido y gusto que antes sentía de los bienes
espirituales, para que esta privación sea uno de los principios que se requiere
en el espíritu para que se introduzca y una en él la forma espiritual del
espíritu que es la unión de amor.
Todo lo cual obra el
Señor en ella por medio de una pura y oscura contemplación, como el alma lo da
a entender por la primera canción. La cual, aunque esté declarada al propósito
de la primera Noche del sentido,
principalmente la entiende el alma por esta segunda del espíritu, por ser la principal parte de la purificación del
alma. Y así, a este propósito la pondremos y declararemos aquí otra vez.
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