JULIO
HERRERA Y REISSIG
EPÍLOGO
WAGNERIANO A LA “POLÍTICA DE FUSIÓN”
Con
surtidos de psicología sobre el Imperio de Zapicán
Todos estos peajeros, y
estos Reyes, y estos mercaderes; todos estos guardianes de países y de tiendas,
todos son mis enemigos. Abomino todo sacrificio al dios vulgo o al dios éxito.
Me repugna lo trivial. Odio la hipocresía y el servilismo como los mayores
crímenes. He de decir la Verdad aunque me aplaste el Universo.
NIETZSCHE: Así
hablaba Zaratustra.
VIGESIMOPRIMERA ENTREGA
De otro modo, habría
para presumir que tales individuos han
sido un contrabando, que su presunta superioridad no pasa de la más grosera
mistificación. Con efecto, quien alega que no han podido sustraerse a las influencias
del medio, que han sido arrollados por las circunstancias de una política
tumultuosa, que han tenido que encauzar dentro de las necesidades de la época,
obedeciendo a impulsos del exterior, y por último que se han visto obligados a
desarrollarse de acuerdo con las preocupaciones de las mayorías, siéndoles
imposible hacerse una situación, aislarse de la totalidad, adoptar formas originales,
se suicida con sus propias armas; confiesa inconscientemente que dichos hombres
han sido unas medianías, tipos del rebaño sin levadura que valga, terrones de trivialidad incapaces de
realizar funciones altas, de un trabajo poderoso en que tomen parte los centros
superiores del cerebro; pues como dice un psicólogo: “un organismo cuya fuerza
vital no excede del tipo medio, o bien experimenta la necesidad de nuevas
situaciones, o bien, si en ellas se encuentra colocado, las domina y se adapta
a ellas sin atenerse estrechamente a los ejemplos conocidos ni dejarse dirigir
por los hábitos de los antepasados: un organismo de esta índole rebasa
triunfalmente por encima de las barreras de la herencia que sólo alcanzan a una
cierta altura, y con un vuelo al que jamás se elevan las individualidades
débiles, se desarrolla sin trabas, adoptando formas personales diferentes por
completo de todas las demás”. Por el contrario, un organismo mediano “no busca
situación alguna que no haya sido familiar a sus antecesores”, “obra según las
analogías acostumbradas y permanece encerrado en el círculo de la herencia, sin
salirse de la costumbre, de acuerdo con el medio, conservando la fisonomía
tradicional, dejándose sugestionar por lo que le rodea, dentro del cauce de las
ocupaciones y de los hábitos de la masa.
Nos confirmamos, pues,
en la creencia de que a dichos individuos -monstruosas excepciones a la rudeza
intelectual de nuestra raza- les ha faltado como a todos los uruguayos, el
sentimiento de la ambición, el resorte poderoso que los hubiera hecho grandes,
determinándolos a estereotipar su nombre en una acción culminante de
pensamiento. Nótese lo asombrosa que es tal anomalía, considerando que ese
sentimiento es inseparable, vale decir congénito de un espíritu superior; pues
es inherente a tales espíritus exteriorizarse, prevalecer, constituir,
organizar, vencer todas las dificultades, realizar en una obra importante una
misión que les ha sido impuesta. La tendencia poderosa y fatal a que aludimos
no es otra que la ambición; instinto glorioso, por decirlo así, de las grandes
vitalidades. Dicho sentimiento no ha podido faltar jamás en los hombres
superiores; pues de otro modo no existiera la evolución, la especie quedárase
rezagada.
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