6 POEMAS DE ULISES PANIAGUA /
EXCLUSIVO DESDE MÉXICO
Ulises Paniagua
(México, 1976) es narrador, poeta,
videasta y dramaturgo. Tiene un
posgrado en la especialidad de imaginarios literarios. Es autor de una novela, La ira
del sapo (2016), así como de cuatro libros de cuentos: Patibulario, cuentos al final del túnel, (2011),
Nadie duerme esta noche (2012), Historias de la ruina (2013), y Bitácora del eterno navegante (Abismos, 2015).
Su obra también incluye cuatro poemarios: Del amor y otras miserias (2009), Guardián de las horas (2012), Nocturno imperio
de los proscritos (2013), y Lo tan
negro que respira el Universo (2015); así como los CDs sonoro-poéticos: Cuadriversiones (2013), Clandestinos
y nocturnos (2014), y Mientras nos queden
labios con qué cantar (2016). Ha sido divulgado en antologías,
revistas y diarios nacionales e internacionales, incluyendo El búho, Círculo de poesía, y Jus.
Columnista de la revista Horizontum,
ha sido publicado en la Academia Uruguaya de Letras; así como en España,
Italia, Perú, Cuba, Venezuela, Argentina y Costa Rica. Primer lugar en el
Concurso Literario de Cuento “La caverna” (2016). Mención honorífica en el
Concurso Nacional de Cuento Criaturas de la Noche (2007), y del Premio Endira
de Cuento Corto (2016), fue antologado en: Poesía
Latinoamericana Giulia Gonzaga
(Italia, 2008), y en Poetas del siglo XXI
(España, 2014). En 2011, con su
colaboración literaria con el grupo Kanga,
obtuvo el primer lugar en el concurso nacional de España, Tú sí que vales. Locutor colaborador en el programa Jazz Arquitectónico, de Radio Anáhuac.
Ha sido tallerista en CONACULTA, en la UAM, y en la Fundación René Avilés
Fabila, así como becario de CONACYT (2014-2016). Ha sido traducida al inglés y
al italiano. Correo electrónico: sesilu7@yahoo.com.mx.
La
ansiedad, los otros, mi cabeza
(La persiana rota (La ansiedad del sillón (La yerba (Las
pastillas que no desayuné (Joyce (Blake (Ginsberg (La mala armonía (El
resentimiento (Kafka (Canetti (Cervantes en vuelo (Las traiciones de los que
restallan lágrimas (Misloz (Huidobro (Di Giorgio (Mis placas dentales (La
envidia que respira fuera (La melodía a solas (Lo muy agrio (Sexton (Plath
(Eunice (Espectros de antiguas novias (Sonrisas grises (Esta jaula podrida de
mi esqueleto (La tristeza entre perfumes ciegos (El dolor que no cesa (Caer
desde el silencio (Los disparos desde el vientre de mi madre (Los Libros (El
vino como profeta (La muerte que no abordé (Lo que sueño a través del tacto (Lo
que soy (Lo que he sido (La bruma de mi corazón cuesta arriba (Cuántos
instantes de soledad y muchedumbre (Cuánto tiempo para odiar (Para beber mis
despojos con ojos de rabia
A pesar de todos
y de mí mismo.
Acerca de
cosas tan oscuras
En el cruce que conforman tres muertes
donde se enfrentan
claridad y abismo -trapecios rumiantes
de lo que se esfuma- este rudo
minotauro persigue necio e
improbable lo que no tiene tuétano como
blasón ni guía
los
camastros del absurdo el discurso
marginado las visitaciones de
esquizofrenia la suavidad las formas que mide un cuerpo entre
distancias de estrellas el ocio de un
dios agrio la mandrágora que pudiera
reír de su lamento
todo como un perro relámpago o un perro pestilente de relámpagos lo dicho y lo que se perdió en los filos
del silencio lo que se pudre dentro
del amanuense trastocado en la
cornamenta de quien esto o aquello sueña imagina o destruye
todo
entre la sonrisa de los espíritus foscos
placidez de arábiga alquimia y descubrimiento de demonios atávicos todo es recibido atajado por el pararrayos
que me habita o en otras voces
anida: furia desconfianza breve o extensa alegría angustia en vena de poseídos
Acerca de
cosas tan oscuras escribo versos luminosos
como un acto
reflejo como la rana cuyas ancas
brincotean al recibir el aguijonazo voltaico Acerca de la noche procuro el primer rayo
del orto entendido que una vez que
sembremos bosques de luz podremos
vislumbrar lo que ahora no es posible
lo
que se niega tras el ánima del fuego
entre
el ronco trovar
de lo que exime ignora o
perturba
la
blancura del ser
entre la
rasposa garganta de la niebla.
El poema es el tigre
ese
tigre que enluta el hielo
más
allá de sangrientos pulmones
hinchados
de metáforas
El
poema es el tigre que tritura las imágenes del aire
Es
ese goce de fauces entre lumínicos o romos versos
El
poema son las zarpas sobre el musgo
el
salto entre abrojos
el
rugido que repite el eco figurado
Es
hígado de lo que quiere pero no alcanza
La
mirada que toca la noche y se extiende hacia su centro
Lo
imposible en su agitada existencia
El
umbral lo turbio presente
La
intuición aquello que no se
menciona en la albura
El
poema es el tigre blanco que se interna en la entraña de la nieve.
La resurrección, la zarpa, el amor
Resurrección de polvo eres (del mirlo
y la rosa púrpura (repercusión numeral entre herrumbres (Página de heroína sin torre (sin ahorcados
(Perfume infiel que evoca (Vocablo de transparencia (Oda de tormentas, de
edenes, de muchas y muchos…
Como si no fueras abecedario que se aspira por la piel (Arista (Como si no miraras lo dentro (Tal si fueses o no fueses trampa
jugosa (Rezo emplumado hacia el norte y carnalidad a lo sur (Invención (Velo
que cubre a todos y al Todo (Cual si fueras sombra (Anhelo (Eco en silencio de
brillos presurosos
Como si no fueses, amor,
la más dulce zarpa…
El umbral y la caricia
Lo
que se deja en el lenguaje de la llama y la caricia
no
es el áspero color a humedad de la entretela
no
es la savia de la figura, el recorte de una presencia
el
enlace de dos vientres, la persecución desenfadada
ni
el vahído, el acercamiento.
Lo
que se deja en el lenguaje de los que aman
-cuando
en el umbral se aman-
es
alba intuición, ese algo, cualquier algo
fragata
en hundimiento a la cual asirse con enardecidas zarpas:
lo
que semeja al color, a la presencia, a ese vahído.
Un
letargo atemporal que florece
que
no se palpa con la memoria ni las yemas de lo mirado.
Eso
es lo que queda:
el
arrullo de luz, el perfume de un halo, la púrpura oscilación en la cuerda.
Osario en luz
No
existe sitio como un cementerio británico
para
calzar la sombra de lo innominado
para
meditar bajo el viento que flecha a los cipreses
bajo
la paz que verdea entre las hileras de losas
los
arbustos los maxilares los gatos
En
el silencio que respira el cementerio británico
no
se persigue no se pregunta
sólo
se aguarda con paciencia
con
la perseverancia de un iluminado
a
que el misterio en el ramaje convoque a alguna pista
algún
presagio de lo que vive
detrás
de los fulgores del alba y la conciencia.
No
existe mejor sitio que un cementerio británico
para
internarse a la espesura de lo tan claro
de
lo que se evidencia en la más tranquila oscuridad
que
habita en el alma del hueso y del relámpago.
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