SAN
JUAN DE LA CRUZ
NOCHE
OSCURA
SEXAGESIMOPRIMERA
ENTREGA
LIBRO SEGUNDO
DE LA NOCHE OSCURA,
TRÁTASE DE LA MÁS ÍNTIMA PURGACIÓN, QUE ES LA SEGUNDA NOCHE (PASIVA) DEL
ESPÍRITU.
CAPÍTULO 19 (1)
Comienza
a explicar los diez grados de la escala mística de amor divino según San
Bernardo y Santo Tomás - Pónese los cinco primeros.
Decimos, pues, que los
grados de esta escala de amor por donde el alma de uno en otro va subiendo a
Dios son diez.
1 / El primer grado de amor hace enfermar al alma provechosamente. En
este grado de amor habla la Esposa cuando dice: Conjúroos, hijas de Jerusalén, que, si encontráredes a mi Amado, le
digáis que estoy enferma de amores (Cant. 5,8). Pero esta enfermedad no es
para muerte, sino para gloria de Dios (Io. 11,44), porque en esta enfermedad
desfallece el alma al pecado y a todas las cosas que no son de Dios por el
mismo Dios, como David testifica diciendo: Desfalleció
mi alma, esto es, acerca de todas las cosas a tu salud (Ps. 142,7). Porque,
así como en el enfermo pierde el apetito y gusto de todos los manjares y muda
el color primero, así también en este grado de amor pierde el alma el gusto y
apetito de todas las cosas, y muda como amante el color y accidente de la vida
pasada. Esta enfermedad no cae en ella el alma si de arriba no le envían el
exceso de calor, según se da a entender por este verso de David que dice: Pluviam voluntariam segregabis, Deus,
haereditati tuae, et infirmata est (Ps. 67,10), etc.
Esta enfermedad y desfallecimiento a todas
las cosas, que es el principio y primer grado para ir a Dios, bien lo habemos
dado a entender arriba cuando dijimos la aniquilación en la que se ve el alma
cuando comienza a entrar en esta escala de
purgación contemplativa, cuando en ninguna cosa puede hallar gusto, arrimo, ni
consuelo ni asiento. Por lo cual, de este grado luego va comenzando a subir al
segundo grado, y es:
2 / El segundo (grado) hace al alma buscar sin cesar. De donde, cuando la
Esposa dice que, buscándole de noche en
su lecho (cuando según el primer grado de amor estaba desfallecida), y no
le halló, dijo: Levantarme he y buscaré
al que ama mi alma (Cant. 3,2). Lo cual, como decimos, el alma hace sin
cesar, como lo aconseja David diciendo Buscad
siempre la cara de Dios (Ps. 104,4) y, buscándole en todas las cosas, en
ninguna reparar hasta hallarle. Como la Esposa que, en preguntando por él a las
guardas, luego pasó y las dejó (Cant. 3,4). María Magdalena ni aun en los
ángeles del sepulcro reparó (Io 20,14).
Aquí, en este grado,
tan solícita anda el alma, que en todas las cosas busca al Amado. En todo
cuanto piensa, luego piensa en el Amado; en cuanto habla, en cuantos negocios se
ofrecen, luego es hablar y tratar del Amado; cuando come, cuando duerme, cuando
vela, cuando hace cualquier cosa, todo su cuidado es en el Amado, según arriba
queda dicho en las ansias de amor.
Aquí, como va ya el
alma convalesciendo y cobrando fuerzas en el amor de este segundo grado, luego
comienza a subir al tercero por medio de algún grado de nueva purgación en la Noche, como después diremos; el cual
hace en el alma los efectos siguientes.
3 / El tercer grado de la escala amorosa es el que hace al alma obrar y la pone calor para no faltar. De esto dice el real
profeta que bienaventurado el varón que
teme al Señor, porque sus mandamientos acudicia obrar mucho (Ps. 11,1).
Donde, si el temor, por ser hijo del amor, le hace esta obra de codicia, ¿qué
hará el mismo amor? En este grado, las obras grandes por el Amado tiene por
pequeñas, las muchas por pocas, el largo tiempo en que le sirve por corto, por
el incendio de amor en que ya va ardiendo. Como a Jacob, que, con haberle hecho
servir siete años sobre otros siete, le parecían pocos por la grandeza del amor
(Gen. 29,20). Pues si el amor con Jacob, por ser de criatura, tanto podía, ¿qué
podrá el del Criador cuando en este tercer grado se apodera del alma? Tiene el
alma aquí, por el grande amor que tiene a Dios, grandes lástimas y penas de lo
poco que hace por Dios; y si le fuese lícito deshacerse mil veces por Él,
estaría consolado. Por eso se tiene por inútil en todo cuanto hace, y le parece
vive de balde.
Nácele aquí otro efecto
admirable, y es que se tiene por más mala averiguadamente para consigo que
todas las otras almas. Lo uno, porque le va el amor enseñando lo que merece
Dios; y lo otro, porque, como las obras que aquí hace Dios son muchas, y todas las
conoce por faltas e imperfectas, de todas saca confusión y pena, conociendo tan
baja manera de obrar por un tan alto Señor. En este tercer grado, muy lejos va
el alma de tener vanagloria o presunción y de condenar a los otros. Estos
solícitos efectos causa en el alma -con otros muchos a este talle- este tercer
grado; y por eso en él cobra ánimo y fuerzas para subir hasta el cuarto, que es
el que se sigue.
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