RICARDO AROCENA
DINOSAURIOS
Reflexiones sobre la ecología, el medio ambiente, las
multinacionales,la contaminación, los países desarrollados, los países
dependientes, los organismos internacionales y el destino de los dinosaurios.
SEXTA ENTREGA
FRACKING
Mientras la negligencia y la pobreza influyeron para que
más de 3 000 barriles de petróleo de Petro-Perú
contaminaran los ríos de la amazonia peruana, con el saldo de la evacuación de seis comunidades indígenas ubicadas en el distrito de Morona,
provincia del Datem del Marañón, en la región de Loreto; en la amazonia
colombiana preocupa la utilización del fracking, una controvertida tecnología
extractiva, que es aplicada ante el casi total agotamiento de las reservas
energéticas.
A los EEUU su utilización le ha rendido enormemente, a
tal punto que por ejemplo durante el 2014, por primera vez trepó a la cima de
países productores de petróleo. La técnica consiste en
la perforación de la superficie de la tierra,que es inyectada con productos
químicos a alta presión y agua residual a gran profundidad, pero tiene como
consecuencia que contamina las aguas subterráneas, produce escasez del líquido,
los productos utilizados contaminan el aire, genera lluvia ácida y aumenta los
índices de ozono del suelo. Según el ecoportal (http://www.ecoticias.com/) esta
técnica, puede provocar “problemas de salud, como asma, dolores de cabeza,
presión arterial alta, anemia, ataques al corazón y cáncer y puede tener un
efecto perjudicial sobre los sistemas inmunológico y reproductivo, así como en
el desarrollo embrionario.”
Agregan
que “Un estudio reciente de la Universidad Johns Hopkins, encontró que los
hogares ubicados en zonas suburbanas y rurales cercanos a los sitios de
fractura hidráulica, en general tienen una concentración de radón un 39 % más
alta, que aquellos ubicados en áreas urbanas sin fracking. El radón (la segunda
causa mundial de cáncer de pulmón después del tabaquismo) es un gas radiactivo
natural, inodoro, insípido, invisible y soluble, por lo que algunos restos
disueltos pueden aparecer en los pozos de agua y en las napas subterráneas y
otros dispersarse por el aire.”
La
fractura hidráulica estimula el surgimiento de terremotos, que además son
imposibles de predecir, mientras que el gas metano que libera fomenta el
“efecto invernadero”. Entre las
multinacionales que proyectan la utilización de esta técnica en la zona
amazónica está Texaco (hoy parte de Chevron) que debió comparecer ante la
justicia por haber derramado intencionalmente años atrás en Ecuador 19 mil
millones galones de residuos y 17 millones de galones de petróleo, lo que ha
sido considerado por las organizaciones ecologistas como el peor desastre
petrolero del mundo.
VERDE SANGRE
Recientemente la
hondureña Berta Cáceres se sumó a la extensa lista de militantes ambientalistas
asesinados. A partir del golpe de estado de 2009, Honduras fue inundada de
megaproyectos, la mayoría de ellos para la provisión de energía para
emprendimientos mineros. Finalmente fue aprobado el de la represa de Agua
Zarca, que generó el rechazo de la población lugareña porque la propuesta
privatizaba el río Gualcarque y su contorno varios kilómetros a la redonda,
obligaba a desplazamientos, e impedía que la comunidad desarrollara sus
actividades agrícolas.
Las organizaciones
indígenas objetaron la construcción y en el 2010 Cáceres llevó la protesta a
Tegucigalpa, para exigir al Congreso que desestimara el proyecto
hidroeléctrico. Pero ante la falta de respuestas en el 2013 la población
comenzó una toma indefinida de carreteras para impedir la entrada de maquinaria
pero fue desalojada violentamente reiteradas veces por la Policía hondureña con
trágicas consecuencias. Entre ese año y el siguiente resultaron asesinados tres
manifestantes mientras que la población sufría una campaña sistemática de
represión, instrumentada por las autoridades, la policía, los medios de
comunicación y las empresas constructoras. Es en ese marco de violencia, que
fue cobrando nuevas muertes, que Berta Cáceres finalmente es asesinada. Uno de sus compañeros y único testigo del hecho,
Gustavo Castro, señaló: “Berta no luchó por un río, su trabajo no era local.
Murió por algo de lo que todos somos responsables: por la biodiversidad del
planeta. No podemos dar la espalda a su causa”.
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