ENCUENTRO CON LA SOMBRA
(El poder del lado oscuro de la
naturaleza humana)
Carl
G. Jung / Joseph Campbe.
ll
/ Marie-Louise von Franz / Robert Bly / Ken Wilber / Nathaniel Branden / Sam
Keen / Larry Dossey / Rollo May
/ M. Scott Peck / James Hillman / John Bradshaw y otros.
Edición a cargo de Connie Zweig y
Jeremia Abrams.
CIENTOSEXAGESIMOCUARTA
ENTREGA
NOVENA PARTE
EL TRABAJO CON LA SOMBRA: CÓMO
ILUMINAR LA OSCURIDAD
MEDIANTE LA TERAPIA, LOS RELATOS Y
LOS SUEÑOS
39: A PROPÓSITO DEL HOMBRE DE
MEDIANA EDAD (1)
Daniel J. Levinson (1)
Profesor
de psicología en el Departamento de Psiquiatría y Psicología de la Yale
University School of Medicine, New Haven, Connecticut, autor de The Seasons of a Man’s Life y coautor de
The Authoritarian Personality.
La
crisis de la madurez nos obliga a revisar nuestra vida y buscar la forma de
conferirle un sentido más profundo. Pero para ello debemos tener en cuenta que
la creación y la destrucción constituyen aspectos fundamentales de la vida. A
medida que el tiempo discurre vamos tomando conciencia del proceso universal de
destrucción que acabará con nuestra existencia y esa misma conciencia nos lleva
a afirmar con más vehemencia nuestra propia vida y la de las generaciones
venideras. En consecuencia, cada vez sentimos con más intensidad la necesidad
de crear. Pero esta creatividad no se limita a “hacer algo” sino que consiste
en dar vida, en dar a luz algo. El espíritu creativo es capaz de infundir vida
a una canción, un cuadro, una simple cuchara o un juguete, por ejemplo, y
enriquecer, de ese modo, la vida de quienes entren en contacto con él.
La
certidumbre de la muerte que acompaña a la crisis de la mediana edad
intensifica, pues, los dos aspectos de la polaridad creación / destrucción
despertando nuestra creatividad y haciéndonos, al mismo tiempo, tomar
conciencia de la presencia de las fuerzas destructivas en la naturaleza, en la
vida y en nosotros mismos.
Quien
es capaz de ver contempla la muerte y la destrucción por doquier. En la misma
naturaleza una especie se come a otra y sirve de alimento, a su vez, a una
tercera. La evolución geológica de la Tierra supone un proceso continuo de destrucción
y transformación. Para construir hay que destruir, para organizar hay que
desorganizar.
Nadie
alcanza los cuarenta años sin haber experimentado, de algún modo, las dolorosas
consecuencias de la destructividad humana. De una manera u otra, los demás (incluyendo
las personas más próximas a nosotros) han dañado nuestra autoestima,
dificultando nuestro desarrollo, obstaculizando, de una u otra forma, el logro
de lo que más deseábamos y, en ocasiones, nosotros mismos hemos sido los
causantes del sufrimiento de nuestros semejantes (incluyendo a nuestros seres
más queridos).
Esta
revisión de la vida que tiene lugar durante la crisis de la madurez nos obliga
a considerar el daño real o imaginario que los demás puedan habernos hecho.
Quizás sintamos entonces una rabia impotente hacia nuestros padres, nuestra
esposa, nuestros maestros, nuestros amigos o nuestros seres más queridos a
quienes, a partir de ahora, consideraremos como las causantes de todas nuestras
desdichas. Y, lo que es todavía más difícil, deberemos también tomar conciencia
de nuestra culpabilidad por haber sido destructivos con los demás y con
nosotros mismos. Para ello deberemos preguntarnos: ¿En qué medida he renunciado
a asumir mi responsabilidad con respecto a mis seres queridos y a empresas que
afectaban a otros seres humanos? ¿De qué modo me he traicionado a mí mismo y he
desaprovechado las oportunidades de crecimiento que se me han presentado?
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