LECCIONES
DE VIDA
ELISABETH
KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER
QUINCUAGESIMOSEGUNDA ENTREGA
6
/ LA LECCIÓN DE LA CULPABILIDAD (7)
DK
(4)
Muchos sistemas de
creencias espirituales consideran que la culpabilidad forma parte de un sistema
de pensamiento inferior alejado de Dios o que se produce cuando no hay amor.
Nuestro instinto nos empuja a intentar librarnos de los sentimientos de
culpabilidad porque son muy dolorosos. Esta realidad es inconsciente y consiste
en proyectar ese sentimiento en otra persona. “Como me resulta duro sentirme
culpable y equivocado, consideraré que el culpable y el equivocado eres tú”. En
otras palabras, no puedo ser yo, así que debes ser tú. Pero cuando nos
escondemos tras esta proyección, nos quedamos atascados en un ciclo de
sentimientos de culpa que no podemos resolver.
La paz y la
culpabilidad son opuestos. No podemos experimentar paz y culpabilidad al mismo
tiempo. Cuando aceptamos el amor y la paz, negamos la culpabilidad, pero lo
contrario también es cierto: cuando nos aferramos a la culpabilidad damos la
espalda al amor y a la paz. La parte positiva es que se trata de una decisión:
podemos decantarnos por el amor y cambiar los sentimientos de culpa por los de
paz.
Algunas personas creen
en un Dios que nos considera malos e indignos de ser amados. Pero muchas otras
encuentran al borde a la muerte a un Dios que nos ama incondicionalmente y que
nos ve exentos de culpa. Por supuesto que hemos cometido errores, eso forma
parte de la experiencia humana, pero es el sentimiento de culpa el que nos
mantiene apartados de Dios y de nuestra realidad amorosa.
La culpabilidad y el
tiempo también están íntimamente relacionados. Como la culpabilidad proviene
del pasado, lo mantiene vivo. La culpa es una manera de evitar la realidad del
presente, pues proyecta el pasado en el futuro. Y un pasado de culpabilidad
creará un futuro de culpabilidad. Sólo cuando nos liberamos de la culpa nos
desprendemos realmente del pasado para crear un nuevo futuro.
Es imprescindible que
elaboremos nuestros sentimientos de culpabilidad. Hay seminarios y cursos que
nos pueden resultar muy útiles para expresar nuestra rabia y después reconocer
y exponer abiertamente nuestros sentimientos de culpabilidad. Si los
reconocemos con un buen propósito, nos liberaremos de ellos, seguramente hechos
un mar de lágrimas. Esta clase de manifestación se parece mucho a la confesión
católica. Cuando nos confesamos, nos libramos de la carga del secreto, y a
menudo encontramos la paz al saber que somos amados por un poder superior a
nosotros mismos. También aprendemos que a pesar de todo merecemos el amor de
los demás. La clave de la sanación es el perdón. Perdonar significa reconocer
el pasado y dejarlo ir.
Cualquier cosa por la
que nos sintamos culpables puede limpiarse y purificarse a través del perdón.
Quizás hayamos sido exigentes con los demás durante toda la vida, pero lo hemos
sido todavía más con nosotros mismos. Ha llegado el momento de desprendernos de
todos esos juicios. Somos hijos sagrados de Dios y no merecemos ser castigados.
Cuando nos perdonamos a nosotros mismos y a los demás, ya no nos sentimos
culpables. No nos merecemos la culpa, merecemos el perdón. Cuando aprendemos
esta lección realmente somos libres.
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