20/6/17

LECCIONES DE VIDA

ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER



QUINCUAGESIMOSEGUNDA ENTREGA



6 / LA LECCIÓN DE LA CULPABILIDAD (7)



DK (4)



Muchos sistemas de creencias espirituales consideran que la culpabilidad forma parte de un sistema de pensamiento inferior alejado de Dios o que se produce cuando no hay amor. Nuestro instinto nos empuja a intentar librarnos de los sentimientos de culpabilidad porque son muy dolorosos. Esta realidad es inconsciente y consiste en proyectar ese sentimiento en otra persona. “Como me resulta duro sentirme culpable y equivocado, consideraré que el culpable y el equivocado eres tú”. En otras palabras, no puedo ser yo, así que debes ser tú. Pero cuando nos escondemos tras esta proyección, nos quedamos atascados en un ciclo de sentimientos de culpa que no podemos resolver.


La paz y la culpabilidad son opuestos. No podemos experimentar paz y culpabilidad al mismo tiempo. Cuando aceptamos el amor y la paz, negamos la culpabilidad, pero lo contrario también es cierto: cuando nos aferramos a la culpabilidad damos la espalda al amor y a la paz. La parte positiva es que se trata de una decisión: podemos decantarnos por el amor y cambiar los sentimientos de culpa por los de paz.


Algunas personas creen en un Dios que nos considera malos e indignos de ser amados. Pero muchas otras encuentran al borde a la muerte a un Dios que nos ama incondicionalmente y que nos ve exentos de culpa. Por supuesto que hemos cometido errores, eso forma parte de la experiencia humana, pero es el sentimiento de culpa el que nos mantiene apartados de Dios y de nuestra realidad amorosa.


La culpabilidad y el tiempo también están íntimamente relacionados. Como la culpabilidad proviene del pasado, lo mantiene vivo. La culpa es una manera de evitar la realidad del presente, pues proyecta el pasado en el futuro. Y un pasado de culpabilidad creará un futuro de culpabilidad. Sólo cuando nos liberamos de la culpa nos desprendemos realmente del pasado para crear un nuevo futuro.


Es imprescindible que elaboremos nuestros sentimientos de culpabilidad. Hay seminarios y cursos que nos pueden resultar muy útiles para expresar nuestra rabia y después reconocer y exponer abiertamente nuestros sentimientos de culpabilidad. Si los reconocemos con un buen propósito, nos liberaremos de ellos, seguramente hechos un mar de lágrimas. Esta clase de manifestación se parece mucho a la confesión católica. Cuando nos confesamos, nos libramos de la carga del secreto, y a menudo encontramos la paz al saber que somos amados por un poder superior a nosotros mismos. También aprendemos que a pesar de todo merecemos el amor de los demás. La clave de la sanación es el perdón. Perdonar significa reconocer el pasado y dejarlo ir.



Cualquier cosa por la que nos sintamos culpables puede limpiarse y purificarse a través del perdón. Quizás hayamos sido exigentes con los demás durante toda la vida, pero lo hemos sido todavía más con nosotros mismos. Ha llegado el momento de desprendernos de todos esos juicios. Somos hijos sagrados de Dios y no merecemos ser castigados. Cuando nos perdonamos a nosotros mismos y a los demás, ya no nos sentimos culpables. No nos merecemos la culpa, merecemos el perdón. Cuando aprendemos esta lección realmente somos libres.

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