POR QUÉ FRIDA KAHLO NO ES UN ÍCONO FEMINISTA
“ABANDONA A TU DIEGO RIVERA”
Por Lorena G. Maldonado
(6/7/2017)
Hoy cumpliría 110 años una pintora brillante que el
capitalismo ha manoseado y convertido en icono feminista sin reflexión: ha
explotado sus señas físicas y ha obviado su relación de sumisión y dependencia
hacia Diego Rivera.
Es sencillo amar a Frida. Es natural
sentirla hermana y huérfana al mismo tiempo, porque todos nos reconocemos en el dolor, y ella de eso
sabía con ciencia estoica. Uno se admira al pensar en esa mujer
flaca y menuda soportando aquella poliomielitis temprana, sobreviviendo al
accidente en bus que le arrebató la virginidad, resistiendo a la parálisis en
cama, tragando cirugía y desgracia. Una tras otra, una tras otra. La
pintura nunca le había interesado -se había dedicado a jugar al fútbol y al
boxeo para fortalecer su exánime pierna derecha, después soñó con ser médico-, pero, al verse
clavada en el colchón, le dio por mirarse hacia
adentro y volcarse en el lienzo en forma de color, flores,
sueño, calavera, corazón y simio.
Tenía espinas en el corazón, Frida. Era
una mujer talentosa y herida, resistente en la miseria. En vida la aplaudieron Picasso, Kandinski, Bretón y Duchamp, pero tuvo que
morirse para que llegase el reconocimiento unánime, como pasa siempre. Pudo
abandonar y no lo hizo.
La hábil máquina del capitalismo ha mutado el significado de Frida y ya
nadie escucha su dolor. El escaparate está empañado. Pocos recuerdan quién fue
"Al final del día, podemos
aguantar mucho más de lo que pensamos que podemos", decía.
Contaba la pintora que hay personas con estrella, pero que ella era de las
"estrelladísimas, eso se lo aseguro". Sin embargo, la hábil máquina
del capitalismo ha mutado el significado de Frida y ya nadie escucha su dolor. El escaparate está empañado.
Pocos recuerdan quién fue.
El milagro de la
mercadotecnia
Se ha convertido en esa camiseta de Los
Ramones que tantos llevan sin haberlos escuchado nunca. Se despertó una mañana
y era un pin del Che Guevara, una frase de motivación, una taza agradecida de
Coelho. Pero hay algo más: aparte del manoseamiento, a Frida Kahlo se la ha aupado -gracias al dios de la mercadotecnia,
que todo lo puede- como un símbolo feminista, como un icono
potentísimo de la igualdad.
Pero no es lo mismo ser un emblema pop que un
referente femenino, quizá porque las marcas identifican al público sólo
superficialmente y el movimiento feminista prospera con ideas y convicciones,
no con diosas: la pugna por la igualdad real parte de una convicción íntima y
de una trayectoria personal. Las efigies son tramposas, y más cuando tienen una
razón de ser claramente monetaria. ¿No será que nos inculcan madres superioras
feministas para que acabemos necesitando bolsos con sus caras?
La pasarela no es tonta y la ha exprimido también para lucrarse con su
estilo en alta costura: ahí diseñadores como Dolce&Gabana, Alexander
McQueen, Jean Paul Gaultier John Galliano o Karl Lagerfeld
No es incompatible admirar a Frida
Kahlo -y reconocer sus claroscuros- con cuestionar lo que se ha hecho con su
figura. Se la ha limpiado, fijado y dado esplendor, hasta vaciarla de
contenido original y volverla una copia de sí misma. Se la ha convertido en la
mujer pura, llana y hueca que no fue; se la ha neutralizado en objetos para que
no moleste al gran público.
El márketing aglutina, simplifica,
olvida rápido o recuerda mal, y flaco favor se le hace a las mujeres si se las
obliga a compararse eternamente con otras. Kahlo es símbolo, en gran parte, por
sus características físicas: sus recogidos llenos de pimpollos, su ceja única,
sus vestidos mexicanos. La pasarela no es tonta y la ha exprimido también para
lucrarse con su estilo en alta costura: ahí diseñadores como Dolce&Gabana, Alexander McQueen, Jean Paul Gaultier John
Galliano o Karl Lagerfeld. Reventando de imitación.
Es divertido observar cómo muchos
celebran su ambigüedad estética como argumento clave para erigirla como
"icono feminista" -ya el término acongoja-. Resulta un tópico muy
manido -y patriarcal, al final- eso de celebrar que una mujer rompa el canon
femenino para parecerse más al hombre. ¿En qué momento la androginia ha
pasado de ser una característica -tan válida como otra- para
volverse un valor?
La clave: la
relación enferma con Rivera
Pero, sin duda, la cuestión más
importante a la hora de combatir esa intención del sistema de comercializar la
sombra de Frida como una mujer que poner como ejemplo a
nuestras hijas es su relación destructiva, enferma y sumisa con
su amor. Rulaba por internet un la foto de un paño en el que aparecía Frida
dibujada con una suerte de pasamontañas y un mensaje exquisito: "Abandona a tu Diego Rivera".
En 2014, la editorial Impedimenta
recuperó Querido Diego, te abraza Quiela, un libro valiente en
el que la premio Cervantes Elena Poniatowskadestapaba
por fin la figura de Diego Rivera, al que describía como un auténtico monstruo
a partir de su relación con su primera mujer, Angelina Beloff. Aunque en España
pasó más desapercibido tras su primera publicación -hace unos 30 años- en
México fue un pelotazo porque desenmascaró al pintor, que hasta entonces había
sido encumbrado como héroe de la progresía y de la
intelectualidad izquierdista.
Quizá 2017 sea ya un buen año para quedarnos con el talento artístico de
Frida pero no con su educación emocional; para no aceptar el pack completo.
Quizá sea un buen momento para abandonar a nuestro Diego Rivera
Ese individuo cruel, egoísta, infiel y maltratador
psicológico también fue el gran amor de Kahlo, que, a pesar de reunir la
fortaleza para desmarcarse a ratos de sus abusos -y contraatacar sus
deslealtades, por ejemplo, viviendo libremente su sexualidad y teniendo
relaciones con mujeres y hombres-, siempre se sometió a su yugo, a sus
regresos, a su voluntad intermitente. Rivera la engañó hasta con su propia hermana
y ella acabó perdonando también esa humillación.
Diego Rivera-Frida
Kahlo son el gran exponente del menoscabo y la
dependencia que provoca el amor romántico, porque hasta el
pacto que crearon era engañoso. Ella sólo aceptó sus infidelidades para no perderle,
no porque creyese en un amor abierto. Kahlo renunció a sus deseos y sus valores
para que Diego no se marchase de su lado.
Hoy, 6 de julio, hace 110 años
que nació una gran mujer que, lamentablemente, no supo decir
"basta", que creció en el síndrome de Estocolmo y que se
revolcó en el dolor. En un mundo masacrado por la violencia de género -y en un
país donde han asesinado a 885 mujeres en los últimos 15 años-, quizá sea un
buen momento para revisar los referentes que el capitalismo nos ha puesto en
las manos. Quizá sea un buen momento para no eternizarlos, para sobreponernos,
para mirarlos con conciencia crítica y no sólo comercial; para quedarnos con su
talento artístico pero no con su educación emocional; para no aceptar el pack
completo. Quizá sea un buen momento para abandonar a
nuestro Diego Rivera.
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