ANDRÉIA HORTA, PROTAGONISTA DE LA BIOPIC SOBRE ELIS
REGINA
ME SENTÍ MUY IMPACTADA Y AFECTADA POR ESTE TRABAJO”
por Ezequiel Boetti
(Página 12 /
25-6-2017)
Elis, el film de Hugo Prata estrenado hace
poco en Brasil, se verá en el Festival Internacional de Cine de los Países del
Sur del Mundo (Ficsur), y su protagonista será una de las visitas estelares,
junto con su compatrita Sonia Braga.
La cantante Elis
Regina tuvo una carrera meteórica que se inició a los 11 años, en medio de
entorno social humilde, y culminó con una muerte temprana por sobredosis de
cocaína y alcohol en pleno estrellato a los 36, en 1982. En esas dos décadas,
grabó decenas de discos, combatió el machismo que dominaba la industria musical
de aquellos años y se enfrentó a una dictadura militar cuyo desenlace no llegó
a ver. El cóctel conformado por partes iguales de talento, carácter,
popularidad y espíritu crítico le valió su ingreso al Partenón de los grandes
representantes de la música popular brasileña. Era extraño, pues, que nadie
hubiera visto antes que en esa vida arremolinada e intensa se escondía la
semilla de un largometraje. La situación se revirtió el año pasado cuando el
director Hugo Prata filmó Elis, una
biopic que aborda los distintos recovecos de la vida de la artista desde su
llegada a San Pablo a mediados de los ‘60 hasta su fallecimiento. Estrenado en
la última edición del Festival de Gramado, una de las plataformas principales
para el cine brasileño de aspiraciones masivas, el film oficiará de apertura de
la primera edición del Festival Internacional de Cine de los Países del Sur del
Mundo (Ficsur) con una proyección pautada para el próximo sábado a las 22 en la
UMET (Sarmiento 2037).
“Sabía muchísimo de
su vida y obra porque siempre fue mi cantante favorita”, dice vía telefónica
desde Brasil Andréia Horta, la actriz encargada de ponerse en la piel de Elis y
una de las visitas estelares –la otra es ni más ni menos que su colega Sonia
Braga– del evento audiovisual que hasta el 8 de julio presentará más de un
centenar de films, entre cortos, medios y largos, provenientes de la Argentina,
Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Venezuela, Uruguay,
Australia, Nueva Zelanda, Egipto y Argelia, entre otros países. “Desde que era
muy joven, en mi casa se escuchaba la música de Elis, así que en mi interior
sentía algo muy grande y fuerte por ella, una admiración profunda por su
postura y las decisiones que tomó a lo largo de su carrera”, agrega la actriz
de 33 años, de amplia trayectoria teatral y televisiva en el gigante del
subcontinente. Quizá por esa familiaridad asegure que la investigación “no fue
muy difícil, más allá de haber visto y leído muchísimo material”. Lo que no
implica que el proceso creativo no haya sido agotador: “Tuve un preparador para
el cuerpo, otro para la voz y un tercero para que fonéticamente pudiera sonar
lo más parecido a ella. Fueron tres meses de ensayar todos los días durante
ocho horas. Hasta cuando me iba a dormir sentía que preparaba este papel”.
Elis Regina es un
personaje con una carga emocional muy fuerte. ¿Fue difícil salir del personaje
y volver a ser Andréia?
No fue difícil, pero
sí me sentí muy impactada y afectada por todo este trabajo. Experimentar a Elis
en mi cuerpo y en mis pensamientos me ha dado un coraje muy grande para tratar
de ser quien soy y no intentar ser otra cosa. Es muy normal tratar de agradar a
todos y ella me ha liberado de esa búsqueda.
Usted comenzó su
carrera en el teatro y después pasó a la televisión y al cine. ¿La experiencia
sobre las tablas le sirvió para los números musicales?
Sí, totalmente. Llevo
siempre esa experiencia, no se pierde nunca. Al contrario, siempre suma como
persona y artista. Trabajé intensamente cada músculo y cada respiración para
las canciones. Fue realmente una de las más grandes cantantes del mundo
justamente porque tenía una interpretación corporal muy intensa para cada
palabra. No era sólo cantar, así que el teatro me resultó muy útil.
Muchos críticos,
músicos e intérpretes consideran a Elis como una de las mejores cantantes
brasileñas de la historia. ¿Qué implica en su carrera este papel? ¿Sintió
alguna responsabilidad extra?
Creo que lo más
difícil fue que yo misma pienso que Elis es una de las mejores cantantes del
mundo, no sólo de Brasil. Eso me ha complicado bastante. Me gustó muchísimo
avanzar despacio en la composición e ir encontrando sus distintos gestos y
pensamientos en mi cuerpo. Hoy uno puede encontrar muchísimo material en
Youtube, así que la comparación era algo que tenía muy presente al comienzo del
trabajo. El punto fundamental fue comprender que Elis no estaba más acá, y la
que estaba en escena viviendo y cantando era yo. Liberarme de ese peso fue
transformador.
El director Hugo
Prata dijo que Elis es la película sobre “una mujer que luchó toda su vida
contra el machismo, la dictadura militar y sus propios demonios”. ¿Coincide con
esa definición?
Sí, coincido. Casi
toda la obra de Elis se desarrolló durante la dictadura. Nunca pudo hacer
música con libertad, siempre tenía que pasar por la censura. Una cosa muy
tacaña, increíble. Ella empezó a cantar en la década del ‘50, cuando el mundo
musical estaba integrado por hombres. Era un territorio muy masculino, pero
ella logró torcer eso. Se convirtió en la “Jefa”, la patrona de todos. Por eso
es admirable lo que hizo.
¿Cómo fue la
proyección en el Festival de Gramado? Esa ciudad está muy cerca de Porto
Alegre, de donde Regina era oriunda...
Gramado fue un
momento muy especial en mi vida. Era la primera exhibición pública de la
película y encima en la tierra de Elis, así que estaba muy nerviosa. No sabía
cómo iba a ser recibida ni tampoco cómo mi trabajo iba a afectar la memoria de
las personas. Para mí fue un momento de gloria, el primero de mi vida, sin
dudas. Me resulta muy importante que el recorrido de nuestro trabajo haya
empezado ahí. Todos los gaúchos sienten un orgullo muy grande por ella.
Salvando las
distancias, a usted, igual que a Elis, la fama le llegó de muy joven. ¿Esa
similitud le permitió comprender algún aspecto de ella?
Sí. El problema de
empezar a trabajar muy joven es que corrés el riesgo de perder tu privacidad.
Te volvés un personaje público y tenés que empezar a responder preguntas sobre
qué comés, con quién andás, con quién no. Quieren saber todo. Se genera una
expectativa muy grande alrededor y piensan que uno tiene que estar siempre
lindo y esas cosas, y a mí la verdad no me interesa. Yo hice teatro desde muy
pequeña, así que mi oficio tiene una relación distinta con la idea de suceso.
Para mí el suceso profesional no se da con la exposición. La diferencia entre
Elis y yo es que ella era un poco más ingenua. A los 20 años, ella ya era muy
popular pero no sabía muy bien cómo manejar la exposición porque las revistas y
los programas sobre el mundo de la farándula y esas cosas recién empezaban. Con
el tiempo fue cambiando su postura y empezó a elegir dónde estar, en qué lugar
aparecer, con quién relacionarse. Eligió exponerse sólo como artista. En ese
aspecto sí creo que nos aproximamos mucho.
Alguna vez usted dijo
que la fama es lo que menos le interesa del arte. ¿Es difícil ser famosa?
Los artistas quieren
ser vistos. Es duro que a nadie le interese lo que hacés, entonces por un lado
es muy grato que a alguien le guste tu trabajo. La fama es parte de eso. Lo
malo es que perdés la posibilidad de caminar por calle tranquila sin que la
gente esté pendiente de tu humor, tu simpatía... Es casi un trabajo paralelo.
Nadie viene a este mundo sólo para agradar, así que es una parte medio
delicada. Trato de mantenerme lo más oculta posible y hablar sólo de mi trabajo
para no exponerme y mantener algo de misterio sobre mi personalidad. No tengo
ninguna necesidad de que alguien hable de mi vida personal.
Además de actriz,
usted también ha publicado un libro de poesía. ¿De dónde surge ese
interés?
Publiqué ese libro cuando
terminé la facultad de Artes Escénicas y no tenía un trabajo que me permitiera
ganar lo suficiente para vivir. Hice una selección y le pedí a un profesor que
me ayudara a pulir los textos para que pudiera presentarlos. Siento mucha
ternura cuando recuerdo esa época. Para mí en aquel momento lo importante era
decir lo que sentía, expresarme. Creo que la actuación y la escritura son dos
formas de tratar de comprender a la humanidad.
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